Con anterioridad a la actual crisis provocada por la pandemia del coronavirus ya venían produciéndose este tipo de situaciones en nuestro país, entre otros motivos, por la falta de apoyo al sector del libro por parte del Estado; ironías de la vida, el libro, durante el obligado confinamiento, ha venido a socorrer, como refugio seguro, la vida creativa e intelectual de gran parte de la población, que ha viajado, ante la imposibilidad de hacerlo físicamente, a través de la lectura, revisitado vidas ya vividas mediante el género biográfico, permitido renovar nuestro compromiso con los clásicos, modernos y contemporáneos, y todo ello gracias a ese amigo que siempre está ahí, silencioso en el anaquel, aguardando que lo tomemos en nuestras manos sin pedir nada a cambio.
Ahora, mi admirada y querida Phil Camino, escritora, editora y también librera, me anuncia el inminente cierre de la librería “Los Editores”, en Gurtubay 5, en pleno Barrio de Salamanca, en Madrid, zona donde cubría de manera eficaz las necesidades de muchas personas.
Ante esta nueva situación, no puedo más que sentir un inmenso dolor casi desconocido para mí, y eso pese a haber pasado por este trance en alguna otra ocasión y lugar. Quizá el hecho de conocer, desde el primer momento, la gestación de esta librería, la intensa labor generada en tan breve recorrido vital, las ilusiones, la apasionada vocación por comunicar y transmitir conocimiento y saber mediante los talleres y actividades en ella llevadas a cabo, ha hecho más doloroso el fracaso de un proyecto necesario en un lugar que pedía a gritos su ahora interrumpida presencia.
Pocas librerías, y de tan exiguo tamaño como lo era “Los Editores”, he conocido que generasen una actividad cultural tan intensa y solvente como la que se produjo aquí por parte de un personal altamente cualificado que adquiría la calificación de excelencia: Isabel Rodríguez Cachera, Manuela Partearroyo, Patricia Romero, Lucía Valcárcel o Pilar Eusamio, y la propia Phil Camino al frente, fomentando no solo la producción propia de la Editorial La Huerta Grande, sino de manera muy tenaz el fomento de la lectura mediante talleres, posibilitando a las pequeñas editoriales independientes un escaparate donde proyectarse. Aquí se daban cita una selecta clientela compuesta por un amplio abanico de público: ilustres académicos, conocidos intelectuales y gente heteróclita de las más diversas tendencias e intereses temáticos, que se quedan ahora sin el cálido lugar de encuentro y el disfrute tranquilo de la conversación y café con Juan Gil, Pedro Álvarez de Miranda, Luis Alberto de Cuenca, Antonio Carreira, Luis García Montero, el Nobel Coetzee, Almudena Grandes, Berta Vias Mahou, Amelia de Paz, Carmen Posadas, Javier Sierra, Juan Manuel de Prada, José J. Bermúdez Olivares, Vila Matas, Benavides, Chirinos… entre otros muchos que han oficiado y transitado en tan entrañable y hoy, tristemente, desaparecida librería.
Vivimos tiempos de grandes contradicciones y medidas político-económicas arbitrarias de dudosa eficacia social por parte de los poderes públicos y sus anunciadas campañas en apoyo de sectores fundamentales para la sociedad, como es el caso del fomento del libro y la lectura, herramienta necesaria para el desarrollo del individuo; medidas que en muchas ocasiones no apoyan suficientemente a sectores claves de la sociedad, obligando al empresario a cerrar lo que a duras penas justifica la calificación de negocio, como son las librerías.
Mi sincero homenaje a Phil Camino y a todo su equipo; estamos hablando de una mujer moderna, emprendedora, llena de coraje, convencida, como tantas otras, de que a través de la lectura las personas se hacen mejores y más libres, y que tuvo la valentía de atreverse en tiempos difíciles a hacer posible un foco de cultura en una zona de Madrid donde era y sigue siendo necesario.