Premio Nacional de Literatura (Ensayo), Premio Nacional de las Letras Españolas, Premio Princesa de Asturias en Comunicación y Humanidades o miembro de la Real Academia Española, entre un sinfín de reconocimientos españoles y extranjeros, el maestro Emilio Lledó, nacido en Sevilla en 1929, ha puesto en circulación nuevamente, en junio de este año de 2020, “Fidelidad a Grecia” en la Editorial Taurus.
El texto está dividido en cuatro bloques temáticos: “Lo bello es difícil”, “Fusión de Luces”, Pruebas de imprenta” y “Crónicas impacientes”, y consta de veinte y siete artículos -de magistrales lecciones diría yo-, que van puliendo en el lector las ideas obtusas sobre un buen número de materias, de hierbas malas, que enrarecen e incapacitan al ser humano para encontrar luz alguna entre el follaje extremo y atosigante que los medios escritos y audiovisuales, además de los nubarrones que aportan las redes sociales a todo cuanto tiene que ver hoy en día con la lucidez de los conceptos y la búsqueda de la belleza -ese sendero de sensatez que hemos perdido-, ante la infinita amalgama de mentiras, sandeces, medias verdades, efímeras manifestaciones, que no pueden producir nunca, jamás, semilla alguna para la posteridad del conocimiento racional, sensato y equilibrado del ser humano.
Dice Lledó: “Fue el asombro, la distancia, el no querer dar por hecho nada de lo que observábamos, lo que originó, decían los griegos, la filosofía, o sea, la curiosidad, el apego, la necesidad y la pasión por entender y entendernos.”
Un buen número de mujeres circulan por sus páginas, explicándose y explicándonos: Ifigenia, Helena, Calipso, Fedra, Antígona, Penélope, Electra, Dafne, Casandra…, pero, también, un buen número de voces masculinas que por su extensión no reproduciré.
Es necesario, más que nunca, en este mundo mediatizado y empobrecido en lo cultural, dejado llevar en volandas por pantallazos audiovisuales anacrónicos e insulsos, por irracionales consignas que nos están “asalvajando” de nuevo, encontrar los redaños para caminar a contracorriente, en dirección opuesta a quienes manejan los hilos del poder en este globalizado reino de lo absurdo en que estamos instalados, y encontrar de nuevo “la sorpresa, el asombro del arte, el amor a la vida, a la verdad, a la educación, a la sensibilidad de la mirada, a la reflexión, a la libertad.”
Leer “Fidelidad a Grecia” de Emilio Lledó, no solo es una aventura apasionante sobre el transitar del pensamiento esencial, sino también, reencontrarse con lo que nos distingue: la capacidad de pensar, discernir, rechazar o apuntalar, en su caso, con criterio propio, lo que a nuestro redor ocurre.
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