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Rafa García Jover
Rafa García Jover

“Introducción y notas”: la ópera prima de Rafa García Jover

Boria Ediciones, 2020
lunes 06 de julio de 2020, 21:00h
Introducción y notas
Introducción y notas

No hace mucho tuve ocasión de reseñar el primer poemario de María Jesús Mena, escritora madrileña que se estrenaba como poeta, y ahora hago lo propio con Introducción y notas, la génesis poética de Rafa García Jover (Alicante, 1971) y quiero poner en valor el hecho de que encontrar poetas nuevos, escritores que —rebasada la barrera de la cuarentena— deciden iniciarse en la escritura lírica, sea algo habitual o, por lo menos, no noticia por ser algo más o menos frecuente. Si en el primer caso debemos agradecer a la editorial Olé Libros su apuesta por autores noveles, con referencia a Introducción y notas hemos de hacer lo propio con Boria Ediciones, valiente sello que apuesta por valores jóvenes y sin experiencia basándose en el criterio de Luis Sánchez Martín, avezado lector y también poeta.

Prologado por Juan A. Olmedo, quien destaca como rasgo de estilo en García Jover su recurso a la intertextualidad, el poemario se divide en cuatro apartados: “Ars poética”, “Ser[es] marica[s]”, “Aproximación mimética” e “Y notas”. Como el propio título del libro indica, esta ópera prima bien puede considerarse una buena introducción, con sus correspondientes notas, a una obra lírica posterior que, a buen seguro, le sucederá. El despliegue de recursos y la madurez literaria de García Jover invitan a ser optimista en este sentido.

Tal como apunta Olmedo en su pórtico, y de la misma manera en que el poeta novísimo José María Álvarez emplea el paratexto, se convierte esencial en la literatura de García Jover atender a las innumerables citas y las notas a pie de página que acompañan a los poemas, pues a través de ellas se sitúan y contextualizan realidades e interpretaciones. Llevando a cabo una lectura de dichas didascalias, un tema troncal parece perfilarse como candidato a motivo principal de esta obra: el concepto de lo metapoético.

Pero entremos en materia. Una cita de Guillermo Carnero nos sitúa en la estética culturalista, en la fruición burguesa al hibridar en la contemplación el arte y la naturaleza. Pero tras eso, encontramos un breve poema compuesto por dos voces en el que se critica la ligereza humana a la hora de destruir algo tan importante como un mundo. La ironía la encontramos en el epígrafe “Domesticar al monstruo”, y la originalidad recae en su segunda y última estrofa, la cual está inscrita en un rectángulo en el que a modo de botones con tipografía mayúscula se ofrecen las opciones —como en un menú virtual— de crear o destruir.

Si en el primer poema existe ya una leve desactivación de la concepción lingüística y se utilizan elementos de poesía visual, en el segundo, titulado “Poeta acetábulo”, aunque de manera diferente, la tónica será la misma. La aposición formada por los sustantivos del título describe al creador como un nexo, una membrana que tal vez une dos mundos, dos realidades. De esta forma, el poeta desacraliza el don artístico y compara la inspiración con la culpa y el alumbramiento creativo con la eyaculación.

En el poema “Sueños” se constata lo que era ya una sospecha: García Jover se expresa en poemas en prosa. Tres estrofas separadas por las dos primeras y última letra del alfabeto griego componen una escalera temporal que conduce de la luz a la oscuridad: alfa (mañana), beta (tarde) y omega (noche). Alfa (motivo principal), beta (motivo secundario) y omega (conclusión negativa). Esta escala gradual también se corresponde con la etología, ciencia que estudia el comportamiento social de los animales, ya que el macho alfa es el dominante, el macho beta es su subordinado y el macho omega es el subordinado de ambos. A la tentativa de romper todo cristal que nos devuelva el reflejo del rostro se une el sosegado impulso de repararlo. La síntesis superadora es la muerte de la poesía: según el poeta, ni el pasado y futuro existen.

Hay en el estilema de García Jover una necesidad de ruptura formal, de indagación del lenguaje que encuentra en el eclecticismo una baza propicia para potenciar el acto comunicativo. El abanico de recursos empleados en los poemas es amplio. Encontramos —por ejemplo— irreverencia ortográfica en el poema titulado “Naturaleza muerta”, en él, prescinde de mayúsculas, comas y puntos, desnudando el verso e invitando al lector a introducirse en él. Este despojamiento representa la rebeldía que contraviene al mensaje del poema: el destino es algo inexorable que hemos de aceptar.

La tachadura de un verso, que en un manuscrito indicaría algo que se ha escrito de manera errónea y se pretende corregir, es utilizada en “Poema de la experiencia [denostado]” para suprimir metafóricamente une estrofa completa (12 versos) que corresponde a un pensamiento que aparentemente el hablante lírico no pretendía exclamar. Pero la tachadura no evita que los versos sean legibles y, por tanto, el mensaje queda dicho, aunque en la estrofa siguiente se trate de justificar ese tachón: «¡A la mierda ese pensamiento!». Más que velar u obstaculizar la lectura, estos tachones sirven para focalizar todavía más la atención del lector en un punto concreto.

El autor propone un juego a los lectores, un juego de artificios en el que utiliza sabiamente la tradición, dialoga con ella, y la sorpresa y el descubrimiento están garantizados. La ironía, el irracionalismo, la crítica, son rasgos que en el segundo bloque matizan un mensaje de igualdad entre los seres sin discriminación de sexo: «Sólo la sombra que a los demás también les rodea». El poeta se ubica en una realidad contemporánea y nos habla de ella y su problemática social. La exclusión y marginación social debido a la homosexualidad es algo lamentable y muy actual, es algo que los poemas denuncian, aunque al final del sufrimiento siempre quede espacio para la esperanza: «Seguiremos pensando en el límite / y nos quitaremos el miedo mientras / conversamos hasta que nadie se dé cuenta / del comienzo».

En el apartado “Aproximación mimética” se pronuncia más una velada crítica a las costumbres que la tecnología ha instaurado en nuestras vidas, a la par que cierta apología de las costumbres y procedimientos clásicos. “Teoría de grafos en la red social”, “Protocolos de actuación” o “Teoría de la evolución”, ahondan en esta premisa.

El último trazo del camino, titulado “Y notas”, posee varios poemas en los que los versos son literalmente acotaciones. El poema se resuelve originalmente en la didascalia y devela al mismo tiempo la posible naturaleza del supuesto texto al que debería acompañar: «Capítulo 3: / Ser espectador para jugar a la eternidad / (cobardía)». Llama la atención que en el poema titulado “Hipótesis de un cuadro robado a Jenny Saville”, el espacio reservado al poema lo marca un superíndice que conduce a una nota a pie de página, y es en ese enclave paratextual donde tras leer la aclaración comprendemos que hemos leído el poema.

La estrategia literaria de García Jover —como bien indica su prologuista— exige una lectura pausada y meditada. La vorágine de conceptos, imágenes, dobles sentidos y macguffin, condena a quedarse en la epidermis a aquellos que pasen de puntillas sobre sus artefactos.

Introducción y notas podría considerarse un libro de microrrelatos, un completo manual de escritura creativa. Su autor pone en práctica muchas de las técnicas que en los talleres de escritura se utilizan para conseguir que un texto cumpla una función concreta. Tal es su versatilidad retórica que me atrevería a decir que este libro no es para todos los lectores. Aunque, si por un lado, su liquidez formal puede empujar al extrañamiento incluso al avezado lector de poesía, por otro, su audacia le dota de un atractivo especial como objeto de estudio. Sin duda, el punto fuerte de este libro es su creatividad narrativa, la originalidad de un autor que conoce bien los resortes lingüísticos y literarios y no duda en imbricarlos, invertirlos o corromperlos para dotar a cada poema de la denotación y connotación que su mensaje demanda.

De esta ópera prima de Rafa García Jover no conviene anticipar ni interpretar mucho, pues, como es sabido, cada lector termina los poemas con base a su experiencia y erudición y, dado el carácter abierto de muchos poemas, no resulta conveniente ofrecer una lectura cerrada que coarte su libertad e ingenio. La poesía en prosa de García Jover da alas a la imaginación y ofrece una lectura múltiple, casi tan variada como su vocación multidisciplinar, algo que se agradece en un panorama en el que entre el canónico y el epígono no queda mucho espacio para la experimentación.

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