Con un interesante proemio del poeta y profesor universitario Antonio Jiménez Millán, que nos ofrece una perspicaz brújula de cómo navegar por el texto y sus entresijos, el poeta y crítico José Luis Morante nos entrega una antología de su quehacer lírico, en donde encontramos la evolución de su poética al correr de los años: “El reino de los mansos/ es un punto y aparte en la contienda/ que nos hace sentir infelices, mezquinos./ Prácticos en las aguas de la sabiduría,/ sortean los escollos del vivir cotidiano/ con pericia admirable/ y su certero rumbo siempre descubre puerto./ Si se lanzan al aire -cara o cruz-/ permanecen flotando en órbitas perfectas,/ y, por si fuera poco, son evanescentes,/ suaves, casi angélicos/ porque limpios de culpa/ hacen posible/ que otros arrojen la primera piedra./ (…) Con el estupor justificado/ del que no entiende nada,/ presencian el combate mientras nos reconvienen/ de la nefasta imagen que albergamos./ Su lánguida mirada nos confirma/ que hay que seguir luchando,/ para no ser jamás uno de ellos.”
El texto está dividido en nueve partes, una por cada poemario publicado, y, la última, versa sobre el acontecer actual: Rotonda con estatuas, Enemigo leal, Población activa, Causas y efectos, Un país lejano, Largo recorrido, La noche en blanco, Ninguna parte y Nadar en seco -sección ésta, que tiene ya que ver con el quehacer presente y esperemos que venidero, del vate nacido en El Bohodón (Ávila).
Hay rastros de sus lecturas y sus influencias en muchos poemas, como su pasión borgeana, que, a mi entender, subyace en El otro: “Le conozco muy bien, sé lo que piensa/ -por más que la certeza suene a pedantería-./ Ama cuando yo amo y a menudo acostumbra/ a confundir rutina y existencia;/ como yo justifica el razonable precio/ por encima del cual se vendería,/ como yo gesticula, como yo decepciona;/ si aparezco vencido él no oculta sus síntomas/ de claro agotamiento y he de anotar/ con cuánta diligencia/ acude a mi llamada silenciosa./ Hablaría del amigo perfecto para el viaje./ (…) Lo impide su manía de guardar la distancia./ Siempre está al otro lado.”
La ironía es parte consustancial de la mirada de José Luis Morante: “Enaltecido vate,/ inquilino perpetuo/ de acogedora torre de marfil,/ a todo gas consagrado poeta,/ varios informes -si confidenciales-/ permiten deducir que estás de moda/ entre las nuevas glebas/ de hacedores de rimas,/ y que son tus epígonos/ legión más exaltada y bulliciosa/ que aquellos Cien mil Hijos de San Luis./ Tienes salvoconducto/ para que raudo avances con tus versos/ al negro paraíso del tipógrafo/ y que sin más demora el municipio/ estudie ubicación de tu insigne escultura./ Más, ya clásico vivo, qué fastidio/ que en las Obras Completas no recojas/ tu sello personal definitorio:/ la perenne halitosis.”
Ahora que es tarde supone resumida memoria de un poeta que ha consagrado su vida a la reflexión, la escogida lectura y la escritura; que siempre se obstinó en rechazar la normalidad de las causas que se nos dan por sentadas, para, sin perderlas de vista, erguirse sobre lo esencial: abandonando al azar lo irrelevante y artificioso.
Un poemario que nos permite realizar el retrato vital de un escritor, cuidadoso en las formas, como se dijo, además de abrirnos la puerta a su presente y devenir: a las cuitas que pululan por sus entrañas en los días que transitan.
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