En un hotel suelen suceder cosas de todo tipo. Pero el hotel Eloísa, además, tiene un magnetismo especial para atraer a huéspedes muy singulares: hombres, mujeres, niños, niñas irán alojándose en este sorprendente lugar. Desde un hombre disfrazado de salchicha a un distinguido caballero dispuesto a alquilar todas las habitaciones, una para cada noche.
Daniel Nesquens nació en Zaragoza a finales del siglo pasado. Su primer libro, Diecisiete cuentos y dos pingüinos (Anaya) se publicó en el año 2000. Desde entonces viene publicando regularmente. A día de hoy, ha publicado más de ochenta títulos. El humor sutil, el absurdo y la ternura son la nota predominante en todos ellos. Con un lenguaje sencillo y un estilo muy cuidado, Nesquens sabe acercarse a la lógica disparatada de sus lectores.
De sus obras publicadas en Anaya destacamos: Hasta (casi) 100 bichos (White Ravens, 2002), Hasta (casi) 50 nombres, Días de clase, Puré de guisantes, Un deseo muy especial, Los loros no saben nadar y la serie Marcos Mostaza. En 2010 resultó ganador del VII Premio Anaya de Literatura Infantil y Juvenil con el libro El hombre con el pelo revuelto, ilustrado por Emilio Urberuaga. Diez años después repite galardón con Mi abuelo tenía un hotel.
Daniel Nesquens nos ha respondido a unas pocas preguntas para que podamos conocer mejor su libro.
Daniel, ¿tu abuelo tenía un hotel?
No, ninguno de los dos. Mi abuelo Antonio tenía una carpintería, y mi abuelo Daniel tenía una peca. Aquí.
¿Te has inspirado en las historias de tu familia?
No. Lo cierto es que pocas veces me inspiro en situaciones familiares.
¿Cómo surgió la idea de hacer una novela infantil sobre un hotel?
Un hotel como escenario da mucho juego para inventar personajes, peripecias… En la llamada «literatura adulta» hay cientos de ejemplos. La infantil no tiene por qué ser una excepción.
¿Puedes hacernos una sinopsis en tres líneas?
Creo que me sobra una. El libro es una suma de vidas ajenas en un hotel con vida propia. Lo que decía: me sobra una línea.
Por el hotel pasan varios huéspedes, ¿te has sentido identificado con alguno de ellos?
Puede ser que en algunos detalles, pero no. Y es que mis experiencias en hoteles no van más allá de ocupar una habitación. Bueno, una noche escuché unas voces raras, pero supongo que serían de la 222.
¿Cómo crees que Bea Enríquez completa la novela con sus ilustraciones?
Completa rasgos que no aparecen en la escritura y modela unos personajes que hasta ese momento no han sido más que palabras.
La idea de los versos que escribía el abuelo y que tanta importancia se le dan al final del libro, ¿cómo surge?
Porque, aunque no se diga, el abuelo es un buen lector. La lectura le lleva a la escritura de esos versos (si me lo permiten) tan chulos.
¿A un niño por qué le dirías que lo leyese? ¿Y a un profesor o padre? ¿por qué debe leerlo su hijo?
Yo no soy muy de decir. Se pierden una buena historia si no la leen. Y lo mismo ocurre con padres, maestros, bibliotecarios, enfermeras, cirujanos…
¿Qué importancia tiene para ti ganar un premio literario?
Pues es un reconocimiento del trabajo hecho. Además de una alegría y un algo de publicidad, que siempre viene bien.
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