Comenzaré por el final con respecto a este libro-monografía de interés paradigmático. El texto de la página-54 alusivo al historiador S. G. Payne no es de él más que en lo primigenio-(Stanley G. Payne (Hª de España y Portugal. Edad Media. Editorial Playor-1985: «El Reino de León concedió mayor reconocimiento legal a los intereses de sus distintas regiones, ciudades y clases sociales que cualquier otro sistema de libertades locales en la Europa de la Alta Edad Media»); el resto es mío, añadido e incrementado por un historiador leonesista riguroso como soy; y aparece tal cual en mi trabajo-monografía sobre: “el Rey Alfonso IX Fernández de León, un heterodoxo genial en la Edad Media hispana” (Anuario-2007. Instituto de Estudios Zamoranos “Florián de Ocampo”, pág.400. Capítulo-1, “La sucesión leonesa”). Todo sea por la identidad del País Leonés (Salamanca+Zamora+León). El 18 de junio de 2013, en la reunión plenaria de la UNESCO, celebrada en la capital de Corea del Sur, Seúl, se decidió la inscripción dentro del registro de “Memoria del mundo”, de los Decreta o Curiales referidos a la Curia Plena celebrada en el atrio de la iglesia de San Isidoro de León en 1188, convocada la mencionada por un monarca de ¡16 años de edad!, que no fue otro que Alfonso IX de León; quien tenía una altura física de 1’90 metros acorde a su nivel de inteligencia. Nacido el 15 de agosto de 1171 en la urbe leonesa de Zamora, y muerto en Sarria, dentro de la porción galaica del Reyno de León, el 23 de septiembre de 1230; con toda probabilidad de un IAM o Infarto Agudo de Miocardio. Sería el autor, Rogelio Blanco Martínez, de esta genial monografía quien lucharía y participaría activamente en la obtención de ese galardón. La decisión se justifica porque dicha Curia: “refleja un modelo de gobierno y de administración original en el marco de las instituciones españolas medievales, en las que la plebe participa por primera vez, tomando decisiones del más alto nivel, junto con el rey, la iglesia, y a través de representantes elegidos de pueblos y ciudades”. No obstante, el calvario no había hecho más que comenzar; ya que el propio gobierno Engendro Autonómico de León y Castilla, que debería defender a León, se posicionó a favor de la Curia Regia de Alfonso VIII, en San Esteban de Gormaz, donde no está demostrado que participase, en ninguna circunstancia, la plebe; y, sobre todo, porque no se legisló nada, sino que el soberano vencedor en Navas de Tolosa sometió a la consulta de sus magnates la conveniencia o no del matrimonio de su hija Berenguela con el futuro emperador Conrado III; y los enemigos de León perdieron la batalla. Otros pseudohistoriadores colocaron el inicio medieval en la Carta Magna del rey Juan I Plantagenêt Sin Tierra, que, desde el punto de vista cronológico es de 15 de junio de 1215, en la que no participaron los comunes, sino la nobleza, y donde no se trato de libertades, derechos y legislaciones; por el contrario el monarca Plantagenêt adjuraba de muchas de sus prerrogativas, y era forzado a la firma por estos magnates. Diversos historiadores no híspanos han prestado su apoyo a este hecho singular legionense; como por ejemplo: E. A. Kosminsky, W. Piskorski, J. F. O’Callaghan, S. J. Woolf, P. D. King, R. Walker, H. Karge y, sobre todo J. Keane, cuya obra poseo: “Vida y muerte de la democracia o The life and death of democracy” (editorial W. W. Norton). Es de destacar asimismo el esfuerzo del escritor leonés-leonesista riguroso Juan Pedro Aparicio quien se encargó de difundir fervientemente el hecho curial de 1188. De este autor en su obra, “Nuestro desamor a España”, citaré: “la historiografía moderna española, preocupada por justificar que el separatismo medieval de Castilla, ha procurado definir al León medieval como un tipo de estado arcaizante y bizantinizado, presto al compromiso con los moros. La evidencia de esto no es convincente. León llevó con éxito la ofensiva militar contra el Califato y parece haber sido el primer reino peninsular que desarrolló instituciones populares parlamentarias”. A partir de la declaración de la UNESCO de julio-2013, los intentos de descalificación o aminoramiento han seguido intentado acabar con el año-1188, y el concepto del Reyno de León que lo subraya y lo necesita; pero han perdido la ignominiosa batalla. ¡Ah!, por cierto, la estatua legionense, magnífica para mí, del rey Alfonso IX no representa al guaje de las Cortes sino al de la conquista de Cáceres (23 de abril de 1229). Y, por supuesto, hay que luchar denodadamente para tratar de evitar la fusión anhistórica deleznable de las instituciones curiales entre León y Castilla, cuyas Cortes se reunirán por separado casi hasta el rey Enrique II de Trastamara. Las ciudades participantes podrían haber sido: Oviedo, Llanes, Avilés, Cangas de Onís, León, Astorga, Villafranca del Bierzo, Toro, Benavente, Zamora, Ledesma, Ciudad Rodrigo, Salamanca y Coria. “En el nombre de Dios. Yo don Alfonso, rey de León y de Galicia, habiendo celebrado curia en León, con el arzobispo y los obispos y los magnates de mi reino y con los ciudadanos elegidos de cada una de las ciudades, establecí y confirmé bajo juramento que a todos los de mi reino, tanto clérigos como laicos, les respetaría las buenas costumbres que tienen establecidas por mis antecesores”. En suma, una obra extraordinaria de un gran leonés, como es Rogelio Blanco, que merece todos mis parabienes. Virtus et vitium sunt contraria! Puedes comprar el libro en:
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