En septiembre de 2019, la Asociación de Amigos de los Molinos de Mota del Cuervo me designó “Molinero Universal”. Antes de acudir, pregunté al Presidente de la Asociación, Enrique Tirado, si debía preparar algún discurso. Ingenuamente me creí sus palabras: “¡Nada, hombre! Tú sólo di cuatro palabras de agradecimiento”, y así, acudí con lo puesto, como suele decirse. ¡Error!
El Pregonero y don Quijote, manchegos ellos, sacaron de la chistera sendos discursos de varios folios. Dulcinea ni lo llevaba ni lo necesitaba, pues no era otra que la Boticaria García, manchega también, que contaba con el febril entusiasmo del populacho. Pero ¿y yo? Puesto en la rigurosa estacada, tuve que improvisar más de cuatro palabras (no sin antes dirigir una mirada asesina al malandrín de mi tocayo). Fue entonces cuando recordé aquellas de don Quijote: “modos hay de composición en la orden de caballería para todo”, y me autocalifiqué con el título que encabeza este artículo. Palabras sinceras que dije y mantengo.
Y es que no era la primera vez que los buenos manchegos me llevaban al huerto. En 2016, la para mí desconocida Sociedad Cervantina de Alcázar de San Juan me invitó a mantener con ellos un almuerzo y “breve charla” sobre asuntos cervantinos y quijotiles. Desplazamiento y alojamiento por mi cuenta, porque “como somos una Asociación muy modesta…”. La “breve charla” se prolongó horas y horas, y cuando regresé a Barcelona ya habían decidido nombrarme Socio de Honor para ya con todo derecho (y tantico de alevosía) hacerme partícipe de diversos eventos que desde entonces han organizado. ¡No escarmentaré nunca!
Pero no hay mal que por bien no venga. De entonces acá he granjeado un puñado de buenos amigos y conocido mejor un territorio que hasta aquel día sólo había sido para mí tierra de paso hacia Andalucía Occidental y Portugal. Y no sólo yo: también mi familia (que siempre me acompaña en esas romerías) conoce hoy aquel paisaje, aquella gastronomía y el talante de aquellas gentes. Hoy puedo entender perfectamente el aprecio que mis amigos manchegos sienten por su tierra y su interés en darle la visibilidad que merece. Sólo que hay que ganársela sobre el terreno de juego: no basta con lamentar su falta sentados cómodamente en la grada.
Saludo, pues, con entusiasmo su iniciativa respecto al “País del Quijote”.
Desde Barcelona sólo puedo desearles que consigan el mínimo apoyo institucional que les facilite poner en marcha sus ideas. Toda la Mancha puede salir beneficiada, especialmente si las asociaciones cervantinas de diversos municipios asumen que la Mancha del Quijote es la de todos, sin exclusividades.
Quien visite la Mancha ha de hacerlo con una hoja de ruta (así se dice ahora): no “a lo que surja”, que se lee en los anuncios de contactos. ¡Suerte, amigos!