No sé cómo ha llegado hasta mis manos, pero incluso lo estoy ojeando. Es el best seller de pseudo física cuántica más famoso de Deepak Chopra “Cuerpos sin edad, mentes sin tiempo”. ¡Qué miedo, colega, Vade Retro! Dicen que es un fenómeno paranormal que también les ocurría a los místicos del Siglo de Oro, nada por aquí, nada por allá y de pronto aparecía un libro o un manuscrito entre sus dedos. O en un lugar inverosímil de su celda, o más difícil todavía, en la cocina, entre los pucheros como a Teresa de Jesús. Ellos tenían la coartada de la “divinidad”, podían explicar con total aplomo que un santo cualquiera, al azar, del extensísimo santoral judeocatólico era el artífice de tal prodigio.
Yo lo tengo más crudo, lo del prodigio contigo no colaría. Tú estás muy bregado, muy bragado y muy de vuelta de todo y además sabes que si existiera ese Dios antropomorfo y absurdo que nos venden, estaría de nosotros hasta los mismísimos cojones y ni se molestaría en mirarnos. Además seguro que también sabes -y te consta- que el best seller de Deepak Chopra, el gurú más importante del milenio (antes y después de Cristo) lo he pillado en algún polvoriento rincón de mi biblioteca, con estos deditos que se va a tragar la tierra. Todos tenemos un pasado, tío y no te voy a mentir. Yo en la prehistoria de mi existencia leía ese tipo de chorradas. Y no sólo las leía sino que me jactaba de conocerlos a todos. ¡Qué vergüenza! Y en el fondo, también te digo, ¡qué inocencia! Pero que tire la primera piedra quien no haya sentido alguna vez una curiosidad morbosa y malsana por todos los gurús que en el mundo han sido. Maharishi, Krishnamurti, Osho, Chopra, y el resto de gurús tan idolatrados como millonarios de la lista Forbes. Hasta John Lennon con lo buen compositor y listo que era cayó en sus redes. Rectifico, Lennon sería buen compositor, la lista era su parienta, Yoko Ono. Por cierto la última parida de esta japonesa universal ha sido una exposición de arte ¿Arte? ¿Qué es eso? ¿Dónde? En el Guggenheim de Bilbao, of course. Pa qué vamos a andarnos con circunloquios. Todo lo que exhibió era una mierda pinchada en un palo y los gerifaltes del museo lo sabían. Si tú enseñas esa bazofia te largan con una patada en el culo, pero ella era quien era. ¡Qué asco! Estas cosas joden mucho. Ya no te puedes fiar de nada ni de nadie El arte está perfectamente representado en ese mausoleo de titanio que en realidad es una feria de muestras, un mercado, un negocio, un merchandising sin ninguna ambición de excelencia. Oteiza decía que el Guggenheim era una feria de quesos. Cuando quieras hablamos del despelote del mundo del arte. Pero hoy no es el tema.
A guisa de aclaración. No confundir judeocristiano con judeocatólico.
Y termino. Por supuesto soy creyente a saco y además “creacionista”. Por eso tengo tan mala hostia.
Puedes comprar los libros de Begoña Ameztoy en: