Estoy viajando en un barco de “mulas”. Buena parte de los pasajeros viene de vuelta de Manaus a Tabatinga porque la semana anterior fueron allí cargados de droga y consiguieron escapar al control de la Policía Federal. Esto me lo cuenta la mujer maltratada mientras intenta aliviar a su bebé, malito con fiebre. No es el único, hay otro niño más enfermo, con infección gastrointestinal, y espero que sea el último, porque les doy todas mis provisiones de suero oral. La mujer me dice que le han robado en el barco. Y ya van dos robos que yo sepa. Que tenga cuidado porque hay gente muy mala a bordo. Que hay de todo, incluso “mulas”, y me dice que ella misma es una de ellas».
Con esta anécdota de su travesía por el Amazonas, Elisabeth G. Iborra refleja el espíritu de esta segunda parte dedicada a sus andanzas en destinos como la India, Macao, Hong Kong, Vietnam, Ecuador y Bolivia, durante su viaje alrededor del mundo. La autora superventas aconseja a las lectoras sobre la mejor forma de visitar estos lugares cerrando su relato en su amada Argentina, donde considera que empezó y concluyó su periplo mundial y recomienda como destino encarecidante.
La prensa acogió muy favorablemente la primera parte de este viaje, que se publicó el año pasado. «Un libro divertidísimo, como su autora», declaró Beatriz Pérez en la COPE. «Habiendo visitado ya casi setenta países, la escritora y periodista Elisabeth G. Iborra puede ser considerada ya como una gran aventurera y toda una eminencia a la hora de hablar de literatura de viajes», Chechu Gómez, LA SER.
En su primer libro, la periodista y viajera anunció lo que estaba preparando para su segunda parte: «He querido reservar Vietnam para el libro de los destinos a los que nunca regresaré, al menos de la manera en que lo hice, ya que me sentí atracada como si fuera un cajero automático».
En esta segunda parte que sale publicada con el título La vuelta al mundo de Lizzy Fogg (II), se recogen las anécdotas y los muchos problemas a los que se enfrentó en países que «a pesar de lo interesantes y bellos que son, jamás recomendaría visitarlos de la manera en la que yo lo hice». Cada capítulo va encabezado por títulos sugerentes del estilo de: «Bolivia, entre la belleza y la sensación de ser una tarjeta de crédito ambulante», o «Galápagos, el paraíso convertido en Infierno».
Un estilo irreverente y ameno
«Cuando le pregunto por mi móvil, que ha desaparecido, el tipo del hostal saca la mano por la ventana a ver si llueve en un lugar donde no debe de llover en los 365 días del año, mientras hace tiempo para improvisar qué me responde. Y se hace el loco, como si no supiera lo que es un móvil. No es capaz de darme una respuesta sobre qué han hecho con él. Alega que la habitación está ocupada, como si hubieran sido los siguientes turistas alojados los que se hubieran quedado con el celular. En definitiva, me voy sin móvil. No sin antes advertirle que voy directamente a la oficina de Turismo a denunciarle por robarme el móvil, entre otras burradas. Qué personaje más profundamente imbécil, de veras. Si tiene cerebro, no sirve ni para comérselo asado en caso de hambruna».
Esta es tan solo una de las numerosas anécdotas que convierten el libro en una lectura amena y desenfadada, con un estilo propio de la autora que reconoce tener una pluma irreverente. De ahí el éxito de sus obras.
Un libro de aventuras y una guía práctica
Al igual que el primero, se trata de un libro de aventuras y de una guía que aporta datos de horarios, locales donde comer, precios, medios de transporte, alojamientos, alquiler de bicicletas, lugares poco seguros y visitas guiadas; así como una divertida crónica en primera persona de una viajera solitaria. «Es a las mujeres a quienes más les cuesta animarse a viajar solas, y eso hay que remediarlo». Un libro escrito por alguien que se autocalifica como «liberada, sin tapujos, sin hipocresías y sin pelos en la lengua, con una sorna de campeonato».
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