A Luis Eduardo Aute le conozco de toda la vida, he leído sus libros y canturreado sus canciones en voz en grito, sobre todo en el comienzo de nuestra democracia. “Al alba” fue un himno que se cantaba en las primeras manifestaciones autorizadas que se producían por nuestras calles o en los mítines de las facultades de la Universidad Complutense de Madrid, pero no fue hasta junio de 2015 cuando pude mantener una conversación tranquila.
Aquella noche del 19 de junio de 2015 se celebraba, como todos los años el homenaje a Vicente Aleixandre en su casa abandonada y sin luz de la calle Velintonia. Ese año el encuentro llevaba como título “Miguel Hernández vuelve a Velintonia” y allí estaba Aute para rendir homenaje al poeta sevillano y cantar tres canciones canciones con una voz rota y rasgada por la emoción, entre ellas la icónica “Al alba” con la que concluyó la velada. No sé si sería la última vez que interpretó en público dicha canción, pero si no fue así pocas veces más lo haría por motivos de salud.
Ni el ayuntamiento de Madrid, con diversos partidos en el poder, ni el gobierno han querido salvar la casa de Vicente Aleixandre, nuestro gran premio Nobel de Literatura, toda una lástima. Allí estaba Luis Eduardo Aute para reivindicar el legado del poeta de la generación del 27. Lamentablemente, ni a él ni a otros muchos poetas como Javier Lostalé, Juan Carlos Mestre, Vicente Molina Foix o el hijo de Luis Rosales, entre otros, les hicieron caso nuestra autoridades políticas. Sin embargo, pese al desasosiego y melancolía que produce el esfuerzo inútil de nuestra reivindicación, todos los años asistimos al encuentro que organiza el Ateneo madrileño encabezado por Alejandro Sanz (no confundir con el cantante) y Mari Luz Bravo. Esa sería la última vez que asistió Aute.
Meses después del acto reivindicativo, me llamó mi amigo y poeta Antonino Nieto para invitarme a participar en una antología de relatos y poesías que iba a llevar por título “Amor fou. Ebrio desván de amores locos”.
-Partiendo de la película La mujer de al lado, de Francois Truffaut, donde el director francés llevó a cabo unas de las más bellas declaraciones de amour fou y de la canción de Luis Eduardo Aute “L´amour avec toi” he pensado hacer una antología sobre amores locos o de desvaríos emocionales. Uno de los participantes será el propio Aute. ¿Te apuntas, Javi? -me dijo el rapsoda con su característica voz.
Le di un sí ilusionado y escribí el relato “Cuando llegué de Cuba”, lo mismo que el llegaría de Filipinas. El mismo Aute participaba en el libro con la letra de su canción que daba título al libro y otras como Mojándolo todo, Más allá del amor, El universo, Anda y Alevosía. En una de las presentaciones del libro pude hablar con él detenidamente y pude apreciar su bonhomía y calidez humana. Quedamos en que llamaría a Ana para invitarle al programa de radio en el que por aquel entonces colaboraba para realizarle una entrevista en profundidad y así lo hicimos. Poco después sabría de su enfermedad y ya pocas veces más participaría en eventos públicos.
Aute nació en Manila en 1943, además de poeta y cantautor fue pintor y cineasta. Publicó poemarios tan magníficos como La matemática del espejo, La liturgia del desorden, Templo de carne o su sensacional AnimaLhada, recopilación de cinco libros de poemigas. Hoy nos enteramos que se ha ido, probablemente caminando despacio por un nocturno Madrid solitario y confinado. Se habrá ido despacio, con el mismo ritmo que imprimía a sus canciones, en la primavera más triste de este siglo. Se ha ido, pero nos ha dejado sus dibujos, canciones y poemas. Le echaremos de menos, pero cuando la nostalgia cubra nuestro corazón tendremos sus muchos recuerdos que nos ha ido dejando. Como la canción que dio título al libro que compartimos:
Fue una primavera…
Arrancaban los sesenta con la vida en bandolera…
Yo tenía diecisiete y me decía: “ya eres muy mayor,
debes intentar vivir un gran amor…”
Y apareciste por un kiosco de Saint-Germain,
pedimos al unísono un “Salut les compains”
y entre canciones de Francoise Hardy
logré invitarte a un té en “Le Paradis”.
Y te hablé de poesía
de la carne y el placer…
Y tú, de la alevosía
que se oculta en la mujer…
Y me enseñaste a vivir…
Y me enseñaste a decir:
“J´aime j´aime, j´aime
faire l´amour avec toi”
Aute nos hizo la vida mejor y sin él, sin duda, será peor. Siempre le llevaré en mi mente y... en mi corazón. Descansa en paz, amigo. Dejo de escribir y me voy a oir tu música y poesía.