Carlos Pardo en una rara avis de nuestro panorama literario. Hay muchos narradores, escritores, pero lo que se dice literatos, al estilo del siglo XIX o principios del XX, yo sólo conozco a tres; dos colaboran en TodoLiteratura y el tercero es Carlos. “El éxito o el fracaso no me interesan. Yo escribo lo que quiero, para mí es una experiencia vital”, comienza diciendo nada más sentarnos para realizar la entrevista. Toda una declaración de principios de este escritor que lleva desde los 19 años publicando. “Me gusta jugar con mis apetitos. Mezclar géneros. Eso es lo que hago en Lejos de Kakania. Un género híbrido, que es donde mejor me lo paso”, expone sin titubeos. Para algunos, su libro se podría encuadrar en el género de autoficción, para otros en el autobiográfico. Pero para Carlos Pardo su libro es una novela, “testimonial, si se quiere. Aunque tengo dudas sobre la verdad testimonial, ya que siempre hay elementos de falsificación en el propio lenguaje”, apunta. Ese tipo de novela testimonial lo han utilizado escritores muy queridos para el autor, “Thomas Bernhard, Marcel Proust o Jean-Jaques Rousseau lo han hecho. Yo he querido narrar mi autobiografía, la de los peores años de mi vida, desde tres personajes y desde la poesía. No he querido que fuese desde la literatura del yo”, expone. A su manera de entender, “todavía no se ha dado con una forma mejor que la autobiografía”. “Lejos de Kakania se comenzó a gestar cuando escribí Vida de Pablo y El viaje a pie de Johann Sebastian. Las tres novelas se complementan. Ya hace diez años la idea rondaba por mi cabeza, pero no fue hasta hace cinco años, cuando me concedieron la beca del BBVA, que me puse a escribirla. Quería contar mi amistad con el poeta Virgilio López”, desgrana el escritor que afirma que su mejor trabajo ha sido el de librero. “Conoces a los lectores de primera mano. Ese trabajo me ayudó a descubrir que no hay un tipo de lector abstracto. Trabajar en librerías ha sido una maravilla y eso que ese trabajo si eres dueño de una librería vives angustiado y si trabajas como librero estás muy mal pagado. Si no hubiese sido librero, no hubiese sido crítico literario. Es una ocupación que te expone mucho”, subraya el reconocido crítico de Babelia que opina que la labor de crítico también es criticable. Nadie estamos a salvo de la crítica. Cuando realiza críticas, siempre tiene en cuenta la poética del autor. En su opinión, los mal llamados géneros menores tienen un potencial enorme para hacer literatura. “Ahora tengo cierta tendencia al ensayo y a la reflexión. De hecho, estoy con uno”, reconoce el escritor madrileño que ha tocado casi todos los géneros literarios. En cuanto a su forma de trabajar, dice que “tengo una gran capacidad de disciplina. Para producir, tengo que establecer mis rutinas; por eso, me levanto muy temprano y aparte de mi trabajo en el hotel, casi todos los días escribo unas cuatro horas, además siempre saco tiempo para leer, para poder hacer mis críticas y para investigar en mis nuevos proyectos”. Por supuesto, que también encuentra tiempo para socializar, aunque poco. “Un proyecto autobiográfico siempre es un proyecto acabado”Para escribir “Lejos de Kakania” ha tenido que inventar una voz propia que se superpone a los distintos momentos temporales del libro. “Un libro que narra experiencias del pasados tiene que dar cabida a esa voz de hace 20 años, pero también a la voz del autor de hoy mismo sin que una quede por encima de la otra. Creo que es un juego de ética. Y todo lo hace con un barniz irónico que da un tono de fino humor a la novela. “Todo proyecto autobiográfico siempre es un proyecto acabado”, afirma sin género de dudas y agrega “el pasado es una herida abierta que hay que cerrar. La piedra angular del libro es mi amistad con Virgilio López y es esa amistad la que cuento en el libro desde diversas perspectivas. Hago hincapié sobre unos elementos o sobre otros, siempre con la complicidad de la amistad. Las dos somos fundamentalmente hombres de la cultura”.
En opinión de Carlos Pardo, “ser un fracasado y un perdedor es la única manera de vivir una vida auténticamente rica”. En el libro cuenta sus años peores, que son también los de formación y crecimiento. “He intentado hacer lo que hacía Dostoievski, padecer en singular las desgracias de la humanidad que convierte sus padecimientos en una experiencia universal. La liberación que hay en el fracaso”, añade. En un libro que habla tanto y tan profundamente sobre la poesía, no podía por menos que incluir un poemario. “Es una poesía narrativa donde refleja la triste verdad testimonial de la verdad literaria. Es como una novela en verso, como hacia Espronceda. Creo que podría definir al libro como autobiografía, novela de formación y novela picaresca”, puntualiza el escritor acertadamente. En ese viaje a Kakania, Carlos Pardo se expone en exceso. “Cito a personajes reales y, en ocasiones, me meto con alguno, pero sobre todo muestro mis vulnerabilidades. Lo que no me hago es el harakiri. Hay que aceptar la mediocridad”, apunta con el mismo sentido del humor que despliega en la novela. Aun así, quiere dejar claro que “he escrito el libro que me apetecía escribir. Creo que el libro debería crear su propio modelo". Para terminar hablamos de sus escritores favoritos y demuestra tener un gusto exquisito. “Los monederos falsos” de André Gidé y “Las olas” de Virginia Woolf son sus novelas de cabeceras. Autores que siempre le acompañan son V. S. Naipul, Peter Handke y, sobre todo, la escritora argentina Hebe Uhart., “En la actualidad, la gente ya no se identifica con los protagonistas de las novelas, lo hacen con los de las series de televisión”, concluye Carlos Pardo, tan acertado como siempre. Puedes comprar el libro en:
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