En palabras de su autora: “la novela histórica, la novela negra, el perfume de la cultura, el humor y la superación, todo ello visto con ojos de mujer, son los ingredientes de este relato de España, en su compleja relación consigo misma e incluso con América.”
Una hermosa narración de vivencias de personajes magníficos en cuyos destinos se halla presente la mítica diosa de la vida, la Cibeles, testigo mudo de las vicisitudes que rodean la plaza y de la vida fantástica de un Palacio ficticio, el Morgana, enclavado enfrente, donde se esconden secretos, fantasmas e historias de mujeres fuertes, combativas, dignas, ejemplares y entrañables, en una trama trepidante que te va llevando a lo largo de los años de poco más de un siglo.
Mar de los Ríos sabe narrar, sabe contarte la historia, adornarla sin sobrecargarla, sin irse por las ramas; sabe dibujar el paisaje, el entorno con todos los detalles y el paisanaje, describir los personajes como si te fueran familiares, como si los conocieras de toda la vida, tan cercanos… porque también sabe ahondar en sus inquietudes y miedos, en sus sueños y anhelos más escondidos, desnudándolos para que los conozcas a fondo y todo ello, con palabras apenas.
Los personajes más importantes son mujeres y todas ellas tienen ingredientes que las hacen excepcionales y sobre todo, valiosas, necesarias y tan humanas a la vez. A lo largo de la historia, casi cien años, los hechos son ubicados en tiempo y espacio, los avatares económicos y las vicisitudes que vive España salen a la luz y también nos recuerda a Carmen de Burgos, a las mujeres de la Generación del 27 y a tantas otras pioneras, con hondo sentido feminista.
La novela está muy bien lograda, toca temas esenciales, existenciales y controvertidos, de validez atemporal y universales, que atañen indudablemente, a nuestra sociedad enferma y desquiciada que no se detiene a valorar las cosas importantes de la vida.
Casi todas nos reconocemos en esos personajes. Somos las que luchamos contra el modelo de nuestras madres y abuelas y el modelo de mujer de nuestros padres, que no siempre es el de nuestras madres y aquí cabe la pregunta ¿Dónde nos miramos? ¿En qué reflejo? ¿Cuál es nuestro modelo?
Por otro lado, confieso que me he sentido identificada con todas esas mujeres que rondan el medio siglo y que tenemos la sensación de estar a mitad de nuestra vida y que hoy, nos planteamos cosas que antes ni siquiera sospechábamos. Pero, ¿Cómo superamos nuestras crisis?
Según Rubi practicando sexo. Y en parte tiene razón, es importante incorporar todas las alternativas sexuales y liberarse de ataduras inútiles. Tan importante como tener una apertura mental y no ser unas reprimidas, vale romper las estructuras, tirar abajo los clichés, desprenderse de estereotipos y etiquetas y ser mujer, sin más, ser una misma, única e irrepetible. No es fácil pero es fascinante cuando se ven los resultados.
Según Ariadna, otro personaje muy bien logrado, las cosas se resuelven buscando en nuestro pensamiento y en nuestra capacidad de pensar, por ejemplo, un plan para cambiar la historia y salvar a todos, si es posible a la humanidad y dejar otro futuro a nuestros hijos, buscando una alternativa racional a la resolución de los conflictos.
O como Luna, que está en la constante búsqueda, intentando encontrar su lugar en el mundo y que no siente miedo cuando hay que dar el paso hacia adelante o regresar al origen para proyectarse. Quizás lo más sensato sea escuchar el corazón y dejarse llevar por esa voz interior que te guía. En fin, cada una sabrá qué hacer al respecto.
O como Marta, que a pesar de sus limitaciones de novata se embarca, se suma y apoya a otras mujeres que saben lo que hacen. Porque “todas las mujeres, tenemos que hacer entre todas una cadena de acero inoxidable. Cada una es un eslabón.” Tal y como le dice Rubi a Luna el primer día cuando se encuentran. Este es un ejemplo de sororidad como tantos otros que hay a lo largo de la trama.
Cada personaje tiene un lado con el que empatizas enseguida, pero también un lado oscuro, porque, como todo personaje que se aproxime a la vida real, tiene que estar hecho de luces y sombras y con sus ambigüedades, para ser más creíble.
La narrativa de Mar es profunda, de mujer inconformista, vital, rica, progresista, liberada, abierta, directa, sin remilgos, asertiva y ágil.
La autora invita a formar una cadena entre todas, no que nos ate y esclavice, sino que nos una, con fuerza regenerativa y constructiva, para siempre. En la unidad está la fuerza. “Que no se entere la Cibeles” nos convoca, nos toca el corazón, la fibra, porque quiere que salgamos a enfrentar el mundo, a vivir cada día como diosas que somos, como diosas de la vida, con un mensaje claramente esperanzador.
Mar de Los Ríos hace muy bien en no guardarse tanto talento y lo comparte generosa, nos hace partícipes de esta convocatoria, y nos propone entrar en el “Morgana” y ser parte de la historia. De nosotros depende, entrar y conocer esas historias o seguir nuestro camino mirando para otro lado. Siempre enganchan los proyectos pensados a lo grande y de gran contenido social, sobre todo, si se trata de la mujer y de posicionarla en el sitio donde tiene que estar. Porque las mujeres no son una figurita decorativa. Y esta vez, con más razón, porque esta novela tan coral, dice todo como hay que decirlo, bien claro... Eso sí, “Que no se entere la Cibeles” que si entera, puede que salga corriendo en su carro y nos eche a los leones.
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