María Iturbe: “No entiendo a qué viene tanto revuelo. Siempre ha habido acoso. Lo sufrí al comienzo de mi carrera, como otras compañeras de profesión. Si querías tener éxito, debías pasar antes por la cama.” La artista se sincera en su entrevista más personal.
ESTREMECEDORAS DECLARACIONES DE MARÍA ITURBE: “Fui violada a los quince años por un productor musical cuyo nombre jamás revelaré.”
La artista, aquejada últimamente de problemas de salud, nos recibe en su acogedor piso de Majadahonda y nos ofrece su lado más personal.
“Ya no me río cada vez que me preguntan que por qué no escapaba volando. No tengo tiempo ni paciencia para los tontos,” declara con su habitual sorna la artista sevillana, que se recupera de una delicada operación de garganta a la que fue sometida el pasado 12 de julio tras ingresar de urgencia en La Clínica Monte Fonte de la capital.
María Iturbe: “Lo más asqueroso que me ha pasado fue cuando me pidieron que echara a volar y les cagara y meara encima. Me llegaron a ofrecer una fortuna. Gente muy, muy importante. Me negué, por supuesto.” La artista sevillana nos recibe en su piso de Barcelona donde nos asombra con su lado más desconocido. “Les dije que si querían mierda de pájaro, que se fueran al Retiro,” nos cuenta con su habitual desparpajo.
María Iturbe en EXCLUSIVA para ¡MOLA!: “Llegué a temer por mi vida.”
La artista “se abre en canal” en su entrevista más esperada.
“Recibía llamadas telefónicas de madrugada. Al contestar, colgaban. Así durante meses. Tuve que cambiar de número. También me mandaban ramos de rosas. Sin tarjeta. Salvo una vez. Habían recortado letras y palabras de revistas, como hacen en las películas. “Vuela para mí,” decía. Agobiante. Tremendo. Llegó un momento en que temí por mi vida. Por suerte, poco después de la denuncia, se acabó todo. Nunca supe quién o quiénes estaban detrás.” La artista nos abre las puertas de su lujosa residencia en Palma. Presenta un aspecto inmejorable tras ser sometida, meses atrás, a una delicada operación de estómago. Madre de dos hijas, disfruta de una vida tranquila en compañía de su familia y, sobre todo, de Diego, su primer nieto, del que afirma que es “mi ojito derecho.”
“Haber nacido con este don ha sido mi condena. He tenido que pagar un precio muy alto,” declara. “Lloraba cada noche y le pedía a Dios que me lo quitara, que me dejara ser una mujer normal, pero no me hizo mucho caso. Ni entonces ni ahora. Debe estar muy ocupado allá arriba,” sentencia.