Este libro, de magnífica presentación, es una auténtica joya de la historiografía de la Media Edad Media, contiene toda la diplomatura de uno de los grandes monarcas del Reino de los bascones, baskunni regnum, es decir del ya Reino de Navarra, a saber Sancho VII el Fuerte [Tudela, 17 de abril de 1154- REY DE NAVARRA, Desde 1194, HASTA, Tudela, 7 de abril de 1234. Enterrado en la Colegiata de Santa María de Roncesvalles. Medía entre 2’10-2’13 metros de altura], su dinastía era la Jimena, y su esposa sería Constanza de Toulouse (H. 1180-REINA CONSORTE DE NAVARRA entre 1195 y 1200. Fallecimiento después del 12 de mayo de 1260), la cual sería repudiada y con la que no tuvo descendencia. El monarca navarro era un gigante corpulento, muy entregado a la vida militar y caballeresca. Como ocurre con su contemporáneo Rey Alfonso IX de León se ve coartado y perseguido con inquina por el Vaticano, encarnado en la persona del Papa del momento llamado Inocencio III. Tiene que hacer todo tipo de piruetas para poder conservar su reino, frente a Alfonso VIII de Castilla y Pedro II el Católico de Aragón; ya que ambos dos en comandita pretenden engullirse dicho reino. Navarra ya no tiene frontera con el Islam, cerrada a cal y canto por la expansión imperialista de Castilla, que en el occidente pretende la desaparición del Reino de León. Sancho VII se encargará de tener más que claro que hay que defender y aumentar el patrimonio de la corona. Incrementará la repoblación en diversos pueblos y ciudades navarras. Sus vasallos se obligaban hacia él por lazos de fidelidad y de homenaje. Perderá frente a Alfonso VIII las regiones de Álava, de Guipúzcoa y el Duranguesado, en el año 1200. Participará con 200 de sus caballeros, y los adláteres pertinentes y obligados, en la batalla de Navas de Tolosa en el año 1212. El autor y su hijo, Roldán Jimeno Aranguren, estudian 261 documentos diplomáticos del monarca, que proceden de Comptos y Cartularios Reales del Archivo General de Navarra. El prólogo lo ha realizado un profesor medievalista de la Universidad del País Vasco, Dr. José Ángel Lema Pueyo, quien publicó para Trea-La Olmeda una biografía sobre el Rey Alfonso I el Batallador de Aragón y de Pamplona, donde tenía algunas confusiones entre León y Castilla y sobre la titulación del atrabiliario rey como monarca de León, y que se definía como Emperador de León y Rey de Todas las Españas; pero ahora su prólogo es mejor y más riguroso. Para el medievalista francés Jacques Le Goff este monarca puede ser calificado como “rey abstracto”, en relación a que sus documentos son de carácter técnico y erudito. Por los mismos se puede definir al Rey Sancho VII como un auténtico gobernante pragmático, cuyo empirismo es admirable. La cancillería navarra los presenta según las rigurosas y rígidas normas establecidas en el momento histórico que vive el soberano. El monarca no olvida a todos los que le rodean, como por ejemplo esos Sumos Pontífices que tanto le han maltratado, desde Celestino III, Inocencio III, Honorio III, hasta Gregorio IX; la orden militar de los hospitalarios; los reyes de Aragón Pedro II el Católico y Jaime I el Conquistador, ambos gigantes humanos de dos metros de altura; los obispos y abades del Reino de Navarra; y los concejos ciudadanos de Estella-Izarra, de Pamplona-Iruña, de la Ribera y de los límites de las Bardenas. Un montante importante de los documentos recoge actos jurídicos entre ciudadanos privados navarros, sin que el Rey se vea implicado en sus acuerdos. Si se estudian analíticamente los textos, se observa paladinamente que sirven para realizar un estudio más que pormenorizado de cómo se comportaba la sociedad navarra en los estertores del siglo XII y casi la primera mitad del XIII. Los fueros de protección frente a la nobleza, que los monarcas otorgaban a las urbes para evitar al magnate de turno, son numerosos. Destacaré uno que sorprende, a pesar del tiempo transcurrido, y que es del año 1233, 7 de junio, y en el que el Papa Gregorio IX exhorta el soberano para que exija a los judíos navarros que porten signos externos que los identifiquen, podría ser la famosa rodela bermeja; en este caso la Santa Sede va a evolucionar ya hacia la intolerancia; precisamente sería en León y en Navarra donde los judíos solían ser bien tratados. El 23 de abril de 1196 el maestre de los hospitalarios, Gaufrido, notifica al rey la acción destructora de Cefedino, el hermano de Saladino, el cautiverio jerosolomitano de los cristianos y la destrucción de fortalezas e iglesias. El 29 de marzo de 1196, Celestino III exhorta el monarca navarro, para que rompa sus pactos con los almohades y se confedere con los reyes cristianos de Castilla y de Aragón. El 2 de febrero de 1231 se producirá un prohijamiento mutuo entre Jaime I de Aragón y Sancho VII de Navarra, pero el monarca aragonés no estaba dispuesto a cumplir los acuerdos, y solo tuvo un comportamiento oportunista. En el último documento Pedro Lópiz y su esposa Imperia venden al Rey unas casas y un huerto en la Juderìa Vieja de Tudela, estamos en febrero de 1234, menos de dos meses después el Rey de Navarra pasaba a mejor vida, sub altare Dei. En suma, recomiendo vivamente esta obra de 453 hojas, para conocer toda la evolución política de un gran monarca, para mí, hombre y obra, merecen el cum laude. Et hoc est quod Comites! Puedes comprar el libro en:
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