Con un estilo ágil, pero minucioso y atractivo, Begoña Elorrieta describe de manera certera los sucesos de ese 1937 y la derrota del ejército vasco, desde la perspectiva de un joven soldado recién salido de la adolescencia. El triunfo franquista afectó a la manera de vivir y costumbres de Bermeo y sus gentes. En la entrevista, la escritora nos cuenta algunas de las motivaciones que la impulsaron a escribir el libro y alguna que otra experiencia real de sus antepasados. ¿Cómo surgió la idea de "Fuego amigo"? Pienso que fui muy afortunada, porque Fuego amigo nació de una forma sencilla y, en cierto modo, inesperada. Coincidieron dos cosas en el tiempo; por un lado, tras dos años escribiendo relatos en el taller de escritura de Álex Oviedo, éste nos propuso emprender un proyecto mucho más amplio y ambicioso: una novela. Pero para escribir una novela, se requiere una idea, un punto de partida o un hilo del que tirar para construir una historia. Este se presentó en una visita familiar a Teruel, en la que mi padre nos desveló que su tío Santos había luchado en el bando sublevado en la batalla de Teruel. Para mí fue un shock, porque siempre había oído que se alistó como gudari en el Eusko Gudarosteak al inicio de la Guerra Civil. Aquí me surgió la pregunta, ¿por qué gudaris y milicianos republicanos lucharon a favor de los sublevados? Y pensé que era un buen tema para una novela. De modo que podría decirse que, de alguna manera, la historia vino a mí. ¿Se ha basado en alguna experiencia de algún conocido o familiar (suyo)? Efectivamente, en parte es una experiencia real que nace de la vida de mi tío-abuelo Santos; de hecho, el protagonista se llama así. Aunque no todo lo que ocurre en la novela le sucedió a él, hay acontecimientos que vivió en primera persona, lo que para mí, además, es entrañable. Creé personajes de ficción en torno a él y novelé acontecimientos históricos, tras una ardua documentación y una vez de haberlos contrastado. Espero no haber cometido ningún error. La novela se titula "Fuego amigo". ¿Cuántas clases de fuego amigo hay en ella? La expresión “fuego amigo”, por un lado, puede referirse a algo amistoso como “El leño que arde en la chimenea expandiendo su fuego amigo”, del primer capítulo del libro, o la cerilla de un compañero que te ayuda a fumar un cigarro antes del combate. Pero, por otro, puede aludir a comportamientos que conllevan malas consecuencias, como por ejemplo, las balas de tus propios camaradas en el fragor de la batalla o la traición de alguien que no esperas. En el libro existen ambas: amistad y traición. Los hechos de la novela suceden en Bermeo, durante prácticamente un año. ¿Por qué ha limitado temporalmente la trama a ese tiempo? Efectivamente, el periodo es de un año. Pero, ¡qué año!: 1937. Aquel año fue clave en el destino de Bizkaia y su población, y quería centrarme en lo que allí ocurrió. A pesar de que la ofensiva sublevada apenas duró tres meses, fue de extrema dureza. Así mismo, tras la caída de Bilbao el 19 de junio, seis meses fueron suficientes para comprobar lo que la ocupación traía consigo. Además, quería que la vida y los mundos en los que se mueven los hermanos Lastagarai, Santos en el frente y Eufemi en la retaguardia o en un Bermeo ocupado, tuviesen el mismo peso y alargar la trama de la retaguardia hubiese supuesto cambiar el foco de Bizkaia a otras provincias. Comienza en la Nochebuena de 1937 y termina en la misma fecha. Avanza y retrocede en el tiempo dando una sensación de cerrar un círculo. ¿Le gusta jugar con los tiempos? Sí, me atraen las historias circulares en las que te preguntas desde el primer capítulo cómo el protagonista ha llegado a esa situación y pasas el resto de la novela intentando entender qué le ha pasado. Creo que es introducir al lector en un juego de pistas hasta llegar a la solución final. Los protagonistas son la familia Lastagarai. ¿Es una típica familia vasca del campo? No sabría qué decirte. Su vida se desarrolla en un caserío y el padre, Martin, es un hombre que ha pasado toda su vida en él. Sin embargo, sus hijos no son simples aldeanos. Santos está estudiando comercio y Eufemi costura, aunque tiene que dejarlo. Es decir, que dentro de ser unas personas apegadas a la tierra y que sienten el caserío como parte de su vida, no están cerradas al mundo que existe más allá de los límites de su pueblo. Creo que son una familia vasca típica de aquella época en la que ya se veía que el futuro estaba asociado al conocimiento. La hija de la familia, Eufemi(a), es una mujer que continúa el saber ancestral de las sanadoras de la tierra. ¿Cómo la definiría? Me encanta Eufemi. Sufre un gran cambio a lo largo de la novela. Es una luchadora, pero ella no lo sabe hasta que la guerra le pasa por encima. En los primeros capítulos es una joven de diecisiete años que confía en la vida. Pero madura de repente y, como dice su padre Martin, se convierte en una “mujer sabia”. Pasa de ser una hija obediente a una mujer que rompe esquemas, capaz de enfrentarse a su propio padre con tal de ayudar a su bando, los vencidos. Criada con su abuela, toma conciencia de sus habilidades cuando se ve obligada a hacer uso de ellas. Su aguda mirada le hace percibir la importancia de los niños de cara al futuro y al mantenimiento de sus raíces. Se endurece a medida que avanza el conflicto bélico; sin embargo, observa el interior de las personas hasta tal punto que hace amistad con un faccioso.
Su hermano Santos tiene que luchar en ambos frentes. ¿Ha habido más casos como ese? Si, asombrosamente ha habido muchísimos casos como el suyo. A lo largo del proceso de documentación, descubrí que un porcentaje muy alto de soldados republicanos se vistieron con el uniforme nacional. Hay que tener en cuenta que gran parte de los combatientes no eran militares, sino hombres obligados a luchar en un bando o en otro, dependiendo más de la geografía que de su ideología. Al ser reclutados tenían que ir; de lo contrario, eran perseguidos por desertores. Por otro lado, la represión franquista sobre los republicanos fue terrible y miles de personas salvaron la vida cambiando de bando. Unos lo hicieron de forma voluntaria y otros no tanto. Todo esto se describe muy bien en el libro Soldados a la fuerza, de James Matthews, que me ha servido de referente. La relación entre el padre Martín y su hermano de leche Faustino está llena de luces y sombras. ¿Han sido los personajes más difíciles de crear? La verdad es que sí, porque la familiaridad entre Martin y Faustino se degrada de forma notable a medida que la contienda avanza y ambos se posicionan en facciones encontradas. Además, Martin es un personaje difuso. En apariencia, se deja llevar por los acontecimientos y se resigna. Sin embargo, lleva toda la vida peleando en la sombra por mantener su identidad. Que alguien así sea tan valioso para una persona como Faustino, que ya era alguien influyente antes de la guerra, es complicado de reflejar. Por otro lado, Faustino se debate entre las enseñanzas de su padre, miembro activo del frente antinacionalista, y lo vivido con los Lastagarai, su familia adoptiva. Al final, se alinea con sus genes. Se va encalleciendo a medida que comprueba las ventajas de su decisión (matrimonio, influencias, más poder). Sin embargo, no puede evitar la soledad que le produce el alejamiento de los que, a pesar de todo, considera su familia. Quería que esta relación fuese un reflejo de la crudeza de la guerra y de la división de la sociedad en bandos, con el sufrimiento añadido que esto trae consigo. Aunque, al contrario que en la sociedad, ellos hacen un último esfuerzo: no desean un enfrentamiento abierto, se tienen lealtad. ¿Se rompieron muchas familias por temas políticos? Pienso que si, al menos, muchas se resquebrajaron. Ten en cuenta que hermanos pelearon contra hermanos, y esto es literal. Porque, dependiendo de la parte de la península en la que se encontraban, acabaron en un bando o en otro. Muchas veces, la diferencia la marcaban unos pocos kilómetros. Independientemente de que cada persona va tomando en la vida las opciones que considera mejores y no siempre coinciden con las del grupo del que forma parte. En el caso de la Guerra Civil, por un lado, el miedo y, por otro, la posibilidad de acceder a status sociales que nunca se hubieran imaginado tuvieron una gran influencia en las opciones personales. Y, por supuesto, la gran labor de adoctrinamiento de los sublevados. ¿Cómo fue la supervivencia en pueblos como Bermeo después de la ocupación fascista? Muy complicada La ocupación y la represión sacaron a la luz lo peor de las personas. Las envidias añejas se hicieron presentes y el “sálvese quien pueda” también. De modo que, como reflexiona Martin, “Nadie volvió a mirar a su vecino de la misma manera, el recelo mutuo convirtió a todos en sospechosos. Soplones o insurgentes: no había término medio”. En Euskadi a esto hay que añadir el odio hacia todo lo que olía a “nacionalista”: se prohibió el euskera y la represión hacia ese idioma fue tal que se temió que desapareciera. Simplemente, con eso hicieron imposible la vida de muchas personas que no tenían otra forma de comunicarse y, por ejemplo, a la hora de acceder a un trabajo, las empresas preferían a un obrero que venía del resto de la península que a uno autóctono. La represión, que no fue tan sangrienta como en otros lugares –como Badajoz, por ejemplo–, fue económica y social y puso en grandes apuros a muchas familias. Se requisaron bienes y negocios, se multó a todo aquel que había tenido algo que ver con organizaciones políticas de la República. Se creó la red de informantes-represores en todos los barrios, que funcionaban como los tentáculos de las comisarías. Todo el mundo fue investigado, se instauró un miedo que tardó más de cuarenta años en desaparecer. “Los italianos, a pesar de que algún mando destacó por su maldad, se comportaron como caballeros”Y, ¿cuál fue el comportamiento de las tropas italianas? Sobre la forma de actuar de los italianos con respecto a los habitantes de Bermeo, he de decir que me he basado en la información que me han facilitado personas que vivieron la ocupación de niños o que les ha llegado a través de familiares ya fallecidos. El sentimiento general es de que, a pesar de algún mando destacó por su maldad, el resto se comportaron “como caballeros”. Las frases que más he oído han sido las siguientes: Había que obedecer, eso sí, pero eran amables… En el pueblo había hambre y ellos nos daban de comer. Qué piropos decían a las chavalas. Jugaban con los niños… Nada que ver con los que vinieron después. ¿Ya se dieron casos de tráfico de niños en aquellos años? La verdad es que sí. El tiempo de guerra, en el que los registros se han quemado o desaparecido, es propicio para todo tipo de tropelías. Hay que tener en cuenta que hubo miles de huérfanos de ambos bandos y también que había familias que no podían tener hijos. Evidentemente, las que se beneficiaron fueron las adeptas al régimen y criaron a aquellos niños como propios. La novela está escrita en capítulos alternos en primera persona, cuando habla Santos, y en tercera cuando cuenta la historia de la familia. ¿Por qué decidió utilizar esas dos voces? La voz en primera persona, hace que todo suceda bajo el prisma del protagonista. Me pareció una buena forma de que quien leyese Fuego amigo conectara con Santos. Así, las escaramuzas, las carreras, el entusiasmo, el placer y la desesperación se convierten en algo personal. Creo que se palpa mejor la evolución del muchacho idealista del primer capítulo al joven reclutado a la fuerza para luchar, precisamente, en contra de todos esos ideales. De esta forma, se lee a Santos como persona, no como soldado. Sin embargo, para la historia familiar elegí la tercera porque me permitía abarcar detalles de la vida de Bermeo, sus habitantes, e invasores que de otro modo no habría podido. El universo que se contempla en estos capítulos es muy amplio y las visones cambian dependiendo del personaje que se vea afectado y este narrador, al ser un “Dios que todo lo ve”, permite ese juego. ¿Le resultó difícil meterse en la cabeza de un hombre que cuenta muchos pasajes bélicos? Al principio, sí. Me daba miedo que no sonase creíble. Pero creo realmente que los personajes tienen vida propia y que, salvados esos momentos de pánico inicial, Santos emergió con sus cualidades y defectos y su manera particular de ver el mundo. En toda la narrativa bélica, el vocabulario y las expresiones fluyeron con facilidad. Sin embargo, en los pasajes en los que nos deja ver sus sentimientos, le costó más expresarse. Los capítulos finales son los más enigmáticos y ocultos. Con muchas esencias de la tradición vasca. ¿Por qué ese cambio de registro de novela realista pura a mágica? Si, es cierto que existe ese cambio. En principio puede parecer extraño, pero esa tradición formaba parte de la idiosincrasia del caserío en esos años y quería reflejarlo. Eufemi es una gran sanadora con todo lo que ello conlleva y lo demuestra en esos capítulos Además, de algún modo, ese registro mágico da esperanza y humaniza la crueldad de la guerra y todo lo que ella acarrea. ¿Ha quedado satisfecha con su primera novela? La verdad es que sí. Desde que tuve claro que iba a escribir la historia de Santos, fui consciente de que realmente, más allá de la batalla de Matxitxako y del bombardeo de Gernika, no sabía nada de la Guerra Civil. Y como yo, gran parte de mi generación, ya que fue un tema tabú en las familias y nunca se llegaba a esas lecciones en las clases de Historia del instituto. "Fuego amigo" ha sido muy enriquecedora a nivel personal, ya que el trabajo de documentación ha sido largo y muy interesante y creo que he trasladado ese conocimiento de forma amena a las 262 páginas del libro. He disfrutado mucho con el proceso creativo y confío en haber aportado un poco de luz sobre esos años oscuros de nuestro pasado inmediato. ¿Piensa repetir? No sabría qué decir a esa pregunta. Tengo un proyecto en mente en otro registro diferente, pero la novela histórica me atrae mucho, así que, ¿por qué no? Puedes comprar el libro en:
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