Si tuviéramos que expresar en números qué es un bosque, se podría sintetizar que, aproximadamente, los bosques ocupan unos 4.000 millones de hectáreas, alrededor del 31% de la superficie del planeta. Según datos de la ONU, unos 1.600 millones de personas dependen de un bosque para vivir y se calcula que los bosques albergan cerca del 80% de la biodiversidad terrestre.
Desde un punto de vista puramente ecológico, los bosques sanos regulan el ciclo del agua, estabilizan los suelos protegiéndolos de la erosión y moderan el clima al absorber y almacenar dióxido de carbono. En definitiva, mitigan el cambio climático. Como ecosistema, los bosques albergan una diversa flora y fauna, proporcionan usos industriales y de ocio, son una fuente natural de alimentos y, solo los bosques de la cuenca del Amazonas disponen de más de 1.300 especies que se usan con fines medicinales.
Pero, también, los bosques son una materia prima inagotable de inspiración para la cultura. La literatura, el cine o la pintura dan testimonio de ello porque "los bosques nos transportan por paisajes frondosos y llenos de vida y, en mi caso, sus luces y sombras me conducen más allá del dibujo para expresar en mi obra su inmensidad, la soledad, el silencio o la paz que despiertan y transmiten sus claros de sol o sus espacios umbríos", asegura la pintora madrileña Begoña Ramos que presenta a partir del 8 de febrero y hasta el 13 de abril su obra artística en el Real Jardín Botánico (RJB-CSIC) de Madrid en una exposición que lleva por título El bosque, un lugar.
De ahí que, según se apunta desde The Art Gallery, "cada pincelada está perfectamente dirigida a captar y mostrar la exuberante naturaleza. Sus volúmenes, casi táctiles, aúnan el virtuosismo y la perfección de los detalles con la abstracción que recrea las atmósferas. Begoña Ramos es una pintora que desmaterializa el realismo para colmarlo de poesía".
Óleo, acrílico y barniz, con óxidos y fundidos, recrean un mundo mágico en el Real Jardín Botánico. La inmensidad de la naturaleza que cabe en un cuadro. Y es que como señala la artista, "la finalidad de la exposición El bosque, un lugar es aunar arte, botánica y entomología para el mejor disfrute, conocimiento y defensa de la naturaleza. El arte es un arma poderosa para la protección del medio ambiente".
Todos los sentidos se darán cita en esta muestra, ya que la aromatóloga y experta en biocosmética, Yolanda Muñoz del Águila, ha creado un perfume exclusivo para la exposición. Esta esencia, basada en la psicoaromaterapia y realizada con aceites esenciales puros y naturales, introducirá al visitante en el bosque siguiendo su olfato, detrás del fresco que evoca el aire puro y las resinas de los árboles, o con solo el recuerdo de los olores de la tierra mojada y de las plantas. De este modo, a través de unos difusores, le ayudará a sumergirse en el bosque soñado y creado por la pintora.
Además, coincidiendo con el acto de inauguración de la exposición, se estrena una pieza compuesta para el Real Jardín Botánico por Luis Miguel Carazo, y su grupo de música de cámara, 'Rara Avis' (clave, viola de gamba y dos violines barrocos), ofrecerá un concierto en el Invernadero de los Bonsáis.
Begoña Ramos empezó a pintar desde muy pequeña. Con nueve años ya utilizaba óleo y manejaba técnicas complejas. Matriculada en distintas clases de dibujo, su profesora de arte del colegio durante la preadolescencia recomendó a sus padres por escrito que, "dada su capacidad de ejecución y creación, y teniendo en cuenta su habilidad, Begoña debería dedicarse exclusivamente a pintar interrumpiendo sus otros estudios". Aunque sus padres no quisieron seguir esa recomendación, sí le asignaron un profesor particular y la inscribieron en distintos cursos monográficos de escultura y pintura en la Escuela de Artes y Oficios.
Pepe Espinós fue su padre artístico. Él fue quien la llevó a la clase de Pedro Mozos, por aquel entonces presidente del Tribunal de Dibujo, para acceder a la Facultad de Bellas Artes, y con sólo dieciocho años la animaron a apuntarse al Círculo de Bellas Artes para dibujar allí. Desde las clases de socios del Círculo entró sin dificultad en Bellas Artes y compaginó ambos estudios.
Sus cuadros han sido siempre el reflejo de la libertad expresiva con que plasma lo intangible en el volumen de sus trazos llenos de fortaleza. En la pintura de Begoña Ramos cada pincelada está perfectamente dirigida a captar y mostrar la naturaleza y la vida. Ha participado en casi medio centenar de exposiciones y ha recibido varios premios en distintos certámenes.