Entonces, me temo, se encenderá de nuevo el fuego de la polémica que se extenderá rápido como el Halcón Milenario: ¿Ha estado El Ascenso de Skywalker a la altura de las circunstancias? ¿Ha respondido a todas las preguntas? ¿Ha cerrado el círculo que se abrió con el Episodio IV hace ahora cuatro décadas? ¿El nieto del mejor malo de la historia del cine ha sido digno sucesor?
Y así podríamos estar todo el día. La película será atomizada para estudiarse en profundidad y se crearán dos bandos opuestos: los sith y los jedis, los que echen sapos y culebras contra el cierre de la saga y los que vean en ella una obra de arte. Todo entendido que, entre ambos polos opuestos, habrá una enorme mayoría que se tome la película como lo que es: un espectáculo.
Porque, seamos serios. ¿Cómo podría nadie rematar al gusto de todos una película que comenzó como una aventura solitaria hace casi medio siglo? ¿Alguien cree que existe algún tipo de fórmula alquímica que consiga poner de acuerdo a los millones de espectadores que durante años han soñado con esta saga, la han hecho suya poniéndose el traje de soldado imperial o tomando el sable luz, y se han montado su propia aventura?
No es un reto. Es un imposible. Los espectadores hemos tenido durante todos estos años tiempo de sobra para dejar volar nuestra imaginación sobre quién era uno y otro, de dónde venían, porqué eran buenos o malos… Y claro, hemos salido escaldados con las continuaciones.
¿Cómo podría un juvenil Darth Vader no defraudar? Vale que la precuela quizás no fue digna de ser recordada, pero resulta imposible no desmitificar a un héroe cuando compruebas que sus pies son de barro. Darth Vader imponía porque era un personaje oscuro, embutido en un casco que de por sí ya daba pavor, al que se le oía más tiempo la respiración asistida que sus palabras. ¿Cómo seguir endiosándolo cuando sabes que de joven era un rebelde sin causa y ponía morritos cuando no le hacían casito?
Sirva esto de ejemplo para entender porqué, suceda lo que suceda en la última de las entregas, inevitablemente habrá un amplio sector que saldrá defraudado y renegando. Y es que no podrá llover a gusto de todos ya que habrá tantos finales alternativos como fans de la saga galáctica.
No quisiera estar en la piel de J.J. Abrams en la madrugada del día de Santo Tomás, cuando miles de seguidores del imperio y de la resistencia hagan vudú con él. Yo también me posicionaré, faltaría más y departiré vivamente con mis compañeros con los que suelo acudir a los estrenos de Star Wars pero sin que llegue la sangre al río. Porqué Abrams no concluirá esta impactante aventura que comenzó hace mucho tiempo en una galaxia muy muy lejana, con el mismo final que he imaginado yo, ni falta que hace.
Leia, Han, Luke… y sobre todo Lord Vader, pero también George Lucas, John Williams, y todos los que habéis colaborado con este regalo que nos ha acompañado en nuestros sueños durante una buena parte de la vida: Gracias y que la Fuerza os acompañe.
I. Biggi es autor de la novela histórica "Valkirias"