Mira, yo esto me lo creo. Tengo un matamoscas en cada habitación y cuando las voy persiguiendo, ellas lo saben y huyen despavoridas intentando engañarme, pero no les sirve de nada. Soy una killer implacable.
No tendrá la inteligencia artificial nada mejor que estudiar que el cerebro de una mosca. Lo siguiente será proteger la especie y el lenguaje inclusivo: Moscos, moscas, mosques. No sé si las moscas son tan listas como dicen los neurobiólogos. Pero el cerebro humano involuciona a toda leche, “exponencialmente” como les gusta decir a los “expertos” que andan sueltos por el mundo. Nunca ha habido tantos expertos por metro cuadrado. Sobre todo, pululando por los organismos internacionales, árbitros y protectores de la paz: ONU, OTAN y sus terminales mediáticas. No me fío de ellos. Son mercenarios a sueldo del mejor postor. No arreglan nada cuando no les interesa que se arregle. No les gusta que la plebe se adocene. Cuando el hormiguero está tranquilo, el petróleo está barato. No recuerdo quién dijo “Nos conviene que haya tensión” No problem. Se pone un avispero enfrente y que la chusma se vaya sacudiendo estopa.
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