"Oselito escribe sus crónicas con humor e inteligencia: en primera persona, relata su llegada a Jaén y a Castuera, sus contraste con Madrid, un mitin donde interviene Pasionaria, un recitado de Miguel Hernández, los viajespor el frente, los pueblos por los que pasa y las escaramuzas bélicas", escribe Rafael Alarcón Sierra en el estudio introductorio del libro. En la entrevista, nos desvela las vicisitudes y los anhelos que tuvo que superar para ver esta joya literaria editada en una edición crítica publicada por la editorial de Guillermo Escolar.
La primera cuestión sería saber ¿quién es Andrés Martínez de León?
Un periodista, dibujante, ilustrador y escritor excepcional (también pintor), que merecería ser mucho más conocido de lo que es. Un creador multidisciplinar que fue muy importante en la primera mitad del siglo XX.
Y la segunda, ¿quién es Oselito?
La creación más original y perdurable de Martínez de León, su alter ego y su hijo, como lo definió él mismo. Un personaje muy popular en las décadas de los años veinte a la de los sesenta, tan famoso como el ratón Mickey (según escribe un periodista de la época), protagonista de la mayoría de las viñetas, las crónicas periodísticas y los libros de Martínez de León (y viajó muy lejos, como se puede leer en Oselito en Rusia, de 1936). Es un “sevillano fino” de Triana, senequista e irónico, crítico cuando hay que serlo, alegre, amigo de tabernas y de gitanos (su apostura no le hace olvidar sus orígenes humildes), enemigo del trabajo y el esfuerzo, “aficionao” a los toros y al Betis, que transmite un fondo de sabiduría popular en su habla y en su pensamiento.
¿Cómo y cuando decidió hacer una antología de las crónicas protagonizadas por Oselito?
Trabajando sobre Miguel Hernández descubrí sus crónicas en el periódico Frente Sur, de Jaén, y en Frente Extremeño, de Castuera, y me pareció un material que había que recuperar, porque nunca se había ocupado nadie de recogerlas, editarlas y analizarlas como se mecerían. Luego supe que había publicado unas pocas más en Frente Rojo, de Valencia, y también decidí incluirlas, porque forman parte del mismo conjunto. Me puse en contacto con la Fundación Martínez de León, que está llena de personas generosas que me han ayudado en todo lo que han podido: no solo me dieron el permiso para la publicación, sino que incluso me dejaron consultar materiales inéditos.
Se ha centrado en las crónicas que realizó para Martínez de León en la Guerra Civil. ¿Ha sido difícil encontrar las citadas crónicas?
No ha sido difícil, porque estoy acostumbrado a trabajar en hemerotecas con prensa periódica, pero había que hacer el esfuerzo de encontrar las crónicas, teniendo en cuenta además que muchos diarios republicanos del frente en los años de la guerra civil se encuentran en malas condiciones, incompletos y, por eso mismo, sin escanear. En ese sentido, no es un material que esté al alcance de cualquier persona, y por eso me parece útil haber publicado este libro.
Las crónicas de Martínez de León se centran, sobre todo, en el Frente Sur (Jaén) y en el Frente Extremeño (Castuera). ¿Qué diferencias aprecia entre unas y otras?
La mayor diferencia es cronológica y de cantidad: trece crónicas se publicaron en Frente Sur y solo cuatro tanto en Frente Extremeño como en Frente Rojo. De hecho, las últimas publicadas en Frente Sur las envía desde Extremadura. Una diferencia importante es que, en los dos primeros periódicos, las crónicas van encabezadas por una viñeta de Oselito, mientras que en Frente Rojo cada artículo se ilustra con tres viñetas intercaladas. En las que publica fuera su tierra quizá haya menos sobreentendidos: de hecho, no se presenta en Frente Sur, pero sí lo hace en Frente Extremeño, con un autorretrato muy gracioso.
El personaje de Oselito es el de una persona llana y sencilla, con una peculiar forma de expresarse muy andaluza. ¿Ayuda ese gracejo para añadir humor a situaciones dramáticas?
Sí, porque demuestra ser un personaje humilde y popular, que no reniega de sus orígenes y que siempre está del lado de los de abajo, de los campesinos y soldados rasos, quienes son los que lo van a leer, a entretenerse y a reírse con él. Hay empatía y una mirada cómplice hacia ellos.
"El humor en los medios escritos durante la guerra civil es constante: toda la prensa dedica un espacio para la viñeta de humor"
Oselito demuestra que en medio de la tragedia puede haber humor. ¿Existe realmente el humor en la guerra?
Sí, el humor en los medios escritos durante la guerra civil es constante: toda la prensa dedica un espacio para la viñeta de humor o para la tira cómica. El uso del humor para combatir las mayores tragedias es un remedio conocido desde la antigüedad. La risa es una estrategia popular y cotidiana de resistencia contra el miedo, la guerra y la muerte, sobre todo para los más humildes. Además, la risa en común hace sentir al individuo parte de un grupo y lo protege. No es raro, por tanto, que las crónicas y viñetas de Oselito, que son de este tipo, sean útiles y hasta terapéuticas durante la guerra civil.
También se jugaban partidos de fútbol en las treguas de los combates. ¿El deporte como el humor ayudan a mantener alta la moral?
Sí, ambos ayudan a descargar colectivamente la tensión, el miedo y el dolor de la guerra, y a evadirse un poco de la realidad. Ayudan a mantener el cuerpo y la mente sanos en medio de una tragedia.
¿Ayuda ese humor a hacer más humana la tragedia?
Exactamente. La risa es algo que caracteriza a los seres humanos. El humor convierte la tragedia en otra cosa, al menos en tragicomedia. Ayuda a disfrutar un poco de la vida, cosa que el hombre intenta hacer siempre, incluso en las situaciones más difíciles.
La risa es algo que caracteriza a los seres humanos. El humor convierte la tragedia en otra cosa, al menos en tragicomedia
¿Se le podría considerar un pionero en este campo?
No es el primero que lo hace en la historia ni en nuestro país, pero sí es uno de los que lo hacen con más eficacia y con más calidad en los años de la guerra civil. Sí fue uno de los pioneros en publicar un libro de tiras gráficas fuera de Cataluña: su Álbum de historietas sevillanas, de 1926.
A Martínez de León le gustaban espectáculos como los toros o el fútbol. ¿Estaría bien visto hoy en día sus gustos?
Tenemos que tener en cuenta, para no caer en anacronismos, que en la primera mitad del siglo XX eran los dos grandes espectáculos populares y de masas en España (junto con el teatro y, poco después, el cine, pero estos eran entretenimientos más "cultos"). Toda la prensa dedicaba buena parte de sus páginas a los mismos, y ahí estaba Oselito, en los principales diarios de la época. No obstante, también hoy sigue habiendo grandes aficionados a los toros y, sobre todo, al fútbol.
¿Periodista o humorista gráfico?
Ambas cosas; él se definía como "periodista del dibujo", aunque cada vez fue soltando más su pluma, porque su escritura es tan ligera, fresca, dinámica e inteligente como sus viñetas. Y con una levedad aparente que en ocasiones está cargada de profundidad. Era un creador multidisciplinar, como diríamos hoy.
Conoció a personalidades como Miguel Hernández y Manuel Chaves Nogales, dos grandes humanistas, ¿se le podría considerar uno de ellos?
Sus objetivos eran más modestos: no lo compararía con un poeta de la talla de Miguel Hernández, pero sí que se puede comparar con cualquier periodista de la época, incluso con Manuel Chaves Nogales, aunque su escritura sea distinta, y más extensa en el caso del segundo. No obstante, su papel en la cultura de la primera mitad del siglo XX es central, sobre todo en los medios periodísticos y populares, que son los que acaba compartiendo todo el mundo.
Después de la guerra y tras pasar por lo que llamaban “turismo presidiario” fue indultado. ¿Cómo fue su vida durante la dictadura?
La dictadura tenía motivos de sobra para haberlo fusilarlo (bastarían sus viñetas y escritos caricaturescos sobre Franco y Queipo de Llano), al igual que hizo con otros dibujantes, periodistas y escritores. Pero la protección de figuras importantes del "nuevo régimen", relacionados con el mundo taurino sobre todo, le salvó la vida. Tras unos años de prisión (en conde de Toreno coincidió de nuevo con Miguel Hernández e intercambiaron poemas y dibujos), poco a poco pudo volver a tener una "vida civil" y volvió a colaborar en los principales medios escritos de la época, aunque cercenando los márgenes de su libertad creadora. Eso hizo que, paradójicamente, se dedicara mucho más a la pintura.
¿Llegó a rehabilitar su vida durante la dictadura de Franco?
En cierto modo: tuvo que esconder su ideología y padecer la dictadura y la censura, pero, una vez "depurado" (aunque durante el franquismo alguien que había sido "rojo" siempre tenía el estigma de este pecado original), pudo incorporarse paulatinamente a su trabajo como ilustrador y cronista (obviamente, no con la libertad de antes de la guerra), principalmente costumbrista, taurino y deportivo. También es cierto que la escritura humorística permitía expresar oblicuamente ciertas cosas que podían pasar desapercibidas a la censura. Incluso volvió a hacer carteles y publicidad para grandes marcas, como antes de la guerra.
En Martínez de León apreciamos dos estilos diferentes de dibujar. Por un lado, más parecido a la viñeta clásica con trazo ágil y, por otro, pintaba parecido a las pinturas negras de Goya. ¿Cuál de los dos estilos es su preferido?
Ambos son magníficos. Sus viñetas tienen una levedad, un dinamismo, una gracia y una limpieza prodigiosa. Como ilustrador y dibujante, en efecto, alcanza unas calidades expresionistas y emocionales que lo aproximan a las pinturas negras de Goya y a su estela, es decir, a la modernidad plástica.
Si hubiese tenido que escribir el epitafio de Martínez de León, ¿cuál habría sido?
Es algo delicado, pero si me permite la nota de humor, que a él le hubiera gustado, diría simplemente: "Aquí yace el padre de Oselito".
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