Asimismo, el prólogo firmado por la periodista Elena Merino proporciona algunas claves y rasgos del autor. ‘Es un náufrago crononauta -asevera Merino- de una época dorada y negra, […] un tiempo, sin embargo, de supervivencia y de mejor postor’. Para desvelarnos lo que, en su opinión, mueve la vocación literaria de Cardoso: ‘escribe para regresar a casa, a ese tiempo y lugar perdido que él nunca ha conocido, salvo a través de la memoria de sus mayores…’
Destacar también que en "Relatos aciagos de la calle" la literatura se une al arte, en primer lugar con la fotografía de la cubierta (me aventuro a pensar que es una imagen de La Habana Vieja) de Elisa Bravo Orozco y, una vez en el interior, a través de las ilustraciones que acompañan a los cuentos, obras de la ya citada Elisa Bravo Orozco, José Miguel Jordán Alonso, Pedro Ángel Ruíz Antón, Ana Isabel Vives López, María Dolores Campos Pérez, Daniela Zapata Romero, Bárbara Albors, Rocío Moreno, Luis Jahir Rodríguez Cedeño y Luis Martínez Hernando.
La obra de Cardoso comienza con una intensidad narrativa que el autor sabe mantener a lo largo de estos cuentos colmados de desventura. Por un lado, el primero de estos relatos (Desde el otro lado) va a conducirnos, como sucede en otros momentos del libro, hacia la frontera de lo sobrenatural. Dando a este tipo de narración un enfoque que recuerda a las míticas series de televisión The Twilight Zone (Dimensión desconocida) o The Outer Limits (Más allá del límite). Por otro, en las páginas iniciales una literatura propia del género negro hace acto de presencia. Vidas inmersas en la fatalidad dan paso a la venganza, el crimen, la lujuria, la tragedia, el dolor,… y lo inesperado. En los cuentos que vienen inmediatamente después, La doncella de la muerte y Romeo, Julieta y doscientos dólares, Cardoso nos introduce en ambientes duros, ásperos, oscuros,… ‘fábricas negras’, ‘calles violentas’, en los que sus personajes han quedado atrapados, donde prospera el abuso, el miedo, la pedofilia, el suicidio, el desamparo o los celos, donde la única respuesta parece ser la violencia o el asesinato.
De esta forma, en Relatos aciagos de la calle se entrelazan lo violento y lo inexplicable. Cuentos como La aparición o La quemaita se narran con un estilo ágil e inquieto, similar al que observamos en Guy de Maupassant, pues, al igual que sucede en varios cuentos del autor francés, la manifestación de lo sobrenatural condiciona el desarrollo de la trama. Igualmente, la adversidad marca el destino de los personajes en relatos como La chica del saxofón o La Maligna. La brutalidad y los más bajos instintos o un ambiente escabroso y la práctica del boxeo ilegal son el escenario donde el autor juega con una realidad abrupta, donde el concepto del mal hace de nuevo su aparición, entreverándose incluso con la imagen misma del diablo. Podría decirse que a lo largo de estos Relatos aciagos de la calle hay un estudio de la maldad humana que está en permanente actividad. Esa constante dinámica del mal que ya señaló el filósofo rumano Emil Cioran.
La cuestión de la revolución cubana y el desencanto que cundió después, a lo largo de décadas, en muchas personas que al principio se sumaron a ella sin fisuras, sirve al autor en el cuento El Viaje para desarrollar un tema de candente actualidad: las mafias que hacen negocio con la desgracia ajena, con quienes desean escapar del infortunio, por arriesgada que sea una huida que puede costarles la vida.
Desde una perspectiva diferente, pero también desgarradora, surge Cuba en estas páginas. Esa espléndida isla de las Antillas que impregna las páginas del libro. El relato Cenicienta cubana nos describe el mundo de esas jóvenes cubanas que queriendo escapar de una sociedad que las asfixia, terminan por caer en la prostitución, frente a la cual el sistema mira con hipocresía hacia otro lado. Cenicienta cubana es la breve y aciaga historia de cómo una niña mulata se transforma ‘sin transiciones’ en mujer y… jinetera. No digo más.
Relato tras relato, Alex Cardoso va construyendo un universo narrativo repleto de fuerza expresiva y argumental. Por ejemplo, en La hora de los gallos nos plantea el autor un interesante dilema, cómo alguien en apariencia pacifico (cualquiera de nosotros) ante una circunstancia extrema e insoportable podría llegar a emplear la violencia para resolver un conflicto. En otro cuento, Secuestro, aborda con buen hacer literario el desasosiego de la incertidumbre.
Antes de concluir la lectura de estos aciagos relatos volvemos a encontrar el tema de la violencia en El pistolero 313, un cuento que nos traslada a La Habana de mediados del siglo XX y, como ocurre también en otros cuentos, nos sumerge en escenas de corte cinematográfico que el autor sabe construir con acierto. Secuencias, por decir así, que bien podrían pertenecer a una película de Tarantino o Scorsese. El asesinato como respuesta, la tensión dramática de una pelea que no llega a producirse y matar como única alternativa para salvar la vida respectivamente, son cuestiones que plantea Cardoso en El hijoputa de la confronta, Te cazaron y El viejo casero. Una muestra más de lo dicho es su relato Truco o trato, donde refiere hasta qué punto puede llegar un ser humano para sobrevivir.
Antes de finalizar, comentar de nuevo que entre estos relatos de Alex Cardoso hallamos una invitación a entrar en lo desconocido. Ahí están sus cuentos El callejón del marinero muerto, Aviso, Frente al espejo,… o El Ángel, un relato con cierto acento poético en el que su autor parece querer ir más allá del enigma, imprimiendo a la narración un carácter simbólico y alegórico.
En definitiva, "Relatos aciagos de la calle" no les dejará indiferentes. En sus páginas descubrirán historias inquietantes e intensas, contadas con dinamismo y habilidad literaria, de las que sin duda querrán conocer el desenlace. Pero tengan cuidado,… nunca se sabe quién puede estar esperando en el otro lado.
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