Es de noche y reina la calma en el bosque que rodea el pueblo. Cuando los vivos duermen, el bosque se despierta. Ihjãc, un joven indígena Krahô que vive en el norte de Brasil, tiene pesadillas desde que perdió a su padre. Camina en la oscuridad, su cuerpo sudoroso se mueve con cautela. Cuando se escucha una canción distante a través de las palmeras, es la voz de su padre desaparecido que llama a su hijo desde la cascada, pues ha llegado el momento de organizar la ceremonia fúnebre que concluye el duelo y permite que su espíritu llegue al pueblo de los muertos. Ihjãc decide huir a la ciudad para escapar a su deber y no convertirse en chamán. Lejos de su gente y su cultura, se enfrenta a la dura realidad que es suya, ser un aborigen en el Brasil de hoy.
La película
Salaviza y Messora, premiados en el Festival de Cannes y en el Festival de mar de Plata, nos adentran en la selva amazónica a través de una mirada pausada que se integra en la cosmovisión de esta comunidad. Este viaje sensorial entre lo místico y lo antropológico, con su confrontación entre la apacible y misteriosa selva y la alienante y ruidosa ciudad, nos recuerda al cine del gran Apichatpong Weerasethakul.
En 2009, Renée viajó al norte de Brasil, donde visitó una aldea Krahô. Este pueblo indígena habita una zona de terreno árido, a miles de kilómetros de Brasilia, en el estado de Tolcatins. En este viaje acompañó a un amigo que registró la fiesta de fin de luto de un importante líder del pueblo. Desde entonces, Renée no se alejó de sus habitantes. A lo largo de sus viajes al pueblo fue desarrollando una tela de afectos, compartiendo ideas y films, con foco en la imagen como forma de pensar la resistencia indígena. Se formó un grupo de operadores de cámara: los guardianes de la cultura Mentuwajê, compuesto por jóvenes krahôs que aún hoy usan sus cámaras como armas al servicio de la autodeterminación y la reafirmación de su identidad. Unos años más tarde, João se juntó a esta relación. La pareja de directores, en la actualidad, sigue trabajando junto a la comunidad.
Los Krahô son un pueblo Timbira que pertenece a la familia Jê y a la estructura lingüística Macro-Jê. Tal como los demás Timbira, se autodenominan “mehi”. Son los habitantes originales del Cerrado y, debido a su vivencia prolongada en este medio, desarrollan conocimientos ecológicos sofisticados, que van pasando de generación en generación.
La tierra indígena Krahô se localiza en el noreste del estado de Tolcatins y se extiende a lo largo de 3200 kilómetros cuadrados. Es considerada una de las áreas más importantes de la Savana preservada (Cerrado) de Brasil. Más allá de su biodiversidad considerable, el Cerrado es conocido como “la cuna de las aguas”, ya que ahí se encuentran las nacientes de las mayores reservas hidrográficas de Brasil. Aun así, el área ha sufrido una degradación progresiva provocada por la expansión de las fronteras de la agricultura y cría de ganado. Innumerables especies de animales y plantas se encuentran en riesgo de extinción. Este bioma es actualmente considerado como uno de los más grandes focos de biodiversidad del mundo.
Ficha técnica
Dirección: Joao Salaviza y Renée Nader Messora
Guion: Joao Salaviza y Renée Nader Messora
Reparto: Ihjãc (Henrique Ihjãc Krahô); Kôtô (Raene Kôtô Krahô)
Producción: Joao Salaviza y Renée Nader Messora, Ricardo, Alves Jr y Thiago Macêdo Correia
Director de fotografía: Renée Nader Messora
Dirección artística: Marjorie Rhéaume
Sonido: Vitor Aratanha, Pablo Lamar y Ariel Henrique
Año: 2018
Duración: 114 min.
Paises: Portugal/Brasil
Género: Drama documental
Distribuidora: Surtsey Films
Fecha de estreno en España: 9 de agosto de 2019