El poemario es un canto a la soledad, a la reflexión y a la vejez. Posiblemente, esa tercera etapa de todo ser humano conduzca a la soledad. La viudez o el vuelo de los hijos del nido familiar hace que las personas de cierta edad queden solas en sus casas familiares. Algunas caen en la desazón que la soledad conlleva, otras procuran cumplir sus deseos soñados y que no pudieron realizar en horas más tempranas de su vida. La poesía no sólo es un refugio, es una manera de vivir de muchas personas que les gusta encontrar un sentido a su vida.
El título del poemario ya nos indica el camino que va a seguir Isabel, el de las calles solitarias que se alumbran con tristes farolas, el peregrinaje diario del paseante huraño que anticipa el ocaso de la vida. Su poemario es, a la vez urbanita y bucólico. El campo también está presente en estos breve poemas llenos de sentimiento y desamparo. La autora, gran conocedora de la biología y de la botánica, se encuentra en medio de la naturaleza con más armas que la persona ajena a estos mundos.
Su poesía está llena de metáforas y de lloros, que tienen como centro la soledad
Su poesía está llena de metáforas y de lloros, que tienen como centro la soledad. La casa se convierte en un páramo, vacío de la vida que años atrás se producía en ella. Los hijos abandonan el hogar para fundar otras familias y los nietos no visitan el nido primigenio por diversos aconteceres. Las agendas familiares son cada día más difíciles de cuadrar y la poeta sufre en sus propias carnes, y así lo refleja, como la soledad y la oscuridad van llenando su mundo, antes lleno de gritos, de alegrías y de penas. Las ausencias cada vez se van dejando notar más.
El poemario se divide en cuatro partes. Los títulos de los mismos son poemas en sí. En el primero, la autora recoge poemas muy personales que tienen como eje esa soledad de la que ya hemos hablado, pero se centran en la búsqueda que todas personas realizamos a lo largo de la vida, donde el viento de la misma nos ha llevado queramos o no. La segunda parte es la más agreste del libro. Es la parte donde la escritora se reconcilia con la naturaleza, un aire pastoril y campero inunda estos poemas que están llenos de vida.
En la tercera parte, la escritora de Mieres nos conduce hasta el mar, hacia los horizontes de la vida, que pueden ser cada vez más pequeños. Para finalizar, la cuarta parte es un canto a la esperanza, Isabel parece que nos quiere invitar a que sigamos soñando. Todos tenemos nuestros sueños que a veces olvidamos y no lo deberíamos de hacer. Hay que perseguir los sueños como hace Isabel Fernández Bernaldo de Quirós. ¡Que mejor sueño que el que nos proporciona un poema con sentido y sentimiento! Como el que tiene nuestra autora.
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