A propósito de El fotomatón.
En la actualidad, existe cierta propensión al aforismo, al microrrelato, en definitiva, a la literatura de lo breve. En una ocasión, le oí decir al escritor Atilano Sevillano que si un libro tenía más de 200 páginas no le interesaba para nada… Sin embargo, tu fotomatón tiene muchas más de esas páginas…
Sí, me ha salido una novela de más de trescientas páginas. Lo cierto es que no era lo previsto. Empecé escribiendo un relato policiaco y cuando más o menos lo tenía acabado mis personajes reclamaron mi atención, buscando el protagonismo que merecían. Ellos me hicieron plantear la posibilidad de darle un giro a la historia y que cobrara la importancia que ellos consideraran. Les di la palabra y ellos se lo tomaron al pie de la letra. Interactuaron y transformaron el relato en una novela compleja, henchida de trampas y sorpresas. Pero eso es mérito suyo. Al fin de cuentas ellos son los que sufren, aman y penan en unas páginas que fueron surgiendo a merced de sus necesidades.
Creo que es una cuestión de tiempo. Parece que hoy en día todo ha de hacerse deprisa y, como escritores, debemos ser capaces de ir acorde con los gustos de la sociedad, pero también es importante saber parar a tiempo. Saborear el instante, dedicarle a las cosas el tiempo que se merecen…
Estoy totalmente de acuerdo. La sociedad se ha convertido en un “Grand Prix” en dónde lo importante es llegar a la meta, sin percatarse del cómo. Yo siempre he dicho que reniego un pelín de la época que me ha tocado vivir. No caso mucho con las nuevas tecnologías y la inmediatez. Me gusta más lo reposado, el papel de los libros, su olor, un buen paseo, una buena conversación…
Intuyo que detrás de tu novela hay mucho trabajo de documentación. En una ocasión, escuché a un escritor decir que llevaba más de diez años documentándose…
Bueno, la verdad es que tengo pavor a cometer errores en cuanto a contextos históricos y aspectos técnicos. Mi literatura se ha basado siempre más en la imaginación y la invención, pero cuando tienes que dotar de credibilidad a una narración hay que atar bien todos los cabos. En este caso si me documenté bastante profusamente sobre armamento, sustancias químicas, entorno forense, organigrama policial, etc…
También tengo que decir que mi pasión por el cine me ha ayudado bastante a recrear ambientes que tenía registrados en mi memoria cinéfila.
¿Y por qué precisamente ahora has decidido escribir una novela policiaca? Examinando tu ficha policial, en tus “antecedentes literarios” no he encontrado nada parecido.
Tenía muchas ganas de hacerlo. Siempre lo he tenido en mente pero se le anteponían otros proyectos que lo relegaban en el tiempo. Pero mis antecedentes policiales se puede decir que datan de la época de “Los cinco” de Enid Blyton, de mis lecturas de Agatha Christie o del cine negro de Hollywood.
Tu anterior obra fue una obra de teatro, ¿qué pasó? ¿Qué nadie lee teatro y te has pasado a la novela de acción que tiene más público?
No, nada de eso. Puedo decir que he sido muy afortunado con las ventas de mi obra de teatro. Jamás pensé que pudiera llegar a tanta gente cuando todos los colegas me decían que los libros de teatro son muy difíciles de vender. Además el germen de la novela policiaca es anterior a mi “Erasmus”.
¿Qué tienes contra los fotógrafos? ¿Es que te han hecho algo? ¿Alguna novia fotógrafa te dejó una huella indeleble en tu alma de escritor y te has querido vengar de ese gremio?
No, ciertamente no tengo nada o sí tengo es envidia. Es una de mis profesiones frustradas. Desde joven me ha encantado el obturador y el visor. Yo era de los que salían a hacer reportajes fotográficos en blanco negro, y luego revelábamos las instantáneas en nuestro laboratorio casero.
Creo que es más interesante hacer avanzar la acción con unos diálogos vivaces, satíricos, humorísticos o pasionales
Y hablando de los fotógrafos, ¿qué es más importante para ti la trama o los personajes? ¿Se puede decir que El fotomatón es una novela de trama o de personajes?
Aquí he tenido sentimientos encontrados. En un principio, cuando escribí el relato en el que se basa la novela, entendí que debía cuidar la trama, como en la novela inglesa de Christie o Conan Doyle, pero luego como he dicho los propios personajes me hicieron cambiar de opinión. Creo que es más interesante hacer avanzar la acción con unos diálogos vivaces, satíricos, humorísticos o pasionales. En definitiva, me alineo más con la novela de Hammett o Chandler, pero sin olvidar que se debe tejer una buena tela de araña para atrapar la atención del lector.
¿Cuál es tu personaje favorito? ¿Es Mario tu alter ego?
No, Mario sólo tiene que ver conmigo en su halo romántico, en su amor incondicional por su pareja.
Mi personaje favorito es Juanma, el compañero de Mario, aspirante a inspector; que por cierto es uno de los personajes que se incorporó más tarde a la trama. Me parece un hombre leal, amante de la verdad y del deber; y gran compañero.
¿Tuviste claro desde un inicio el desenlace de la historia?
Sí y no. Supe desde un inicio quien pertenecía al lado oscuro, pero el modo de resolver el caso no lo tuve claro hasta el final, en una de las múltiples correcciones y vueltas de tuerca que lleve a cabo durante el proceso final.
¿De dónde te vino la idea para escribir la novela? Al releerla, seguro que has visto influencias que no habías detectado antes… ¿Te has creado, como quería Borges, tus propios precursores?
Realmente la idea subyace en mis recuerdos cinematográficos, en mi afición por la fotografía y en mi pasión por Agatha Christie. Al sedimentar la novela si me acordé de una película inglesa de los años 60 que ha podido ser el germen primigenio, se titulaba “El fotógrafo del pánico”.
Como precursores puedo aludir además de a la gran escritora inglesa, al inefable “mago del suspense”. A los dos les hago varios guiños a lo largo de la novela. También puedo acordarme del gran Vázquez Montalbán y de mi admirado Lorenzo Silva.
¿Qué te gustaría que los lectores encontraran en tu novela? ¿Pasar un buen rato o paladear buena literatura?
Desde luego como escritor me encantaría una conjunción de ambos deseos. Me haría feliz que el lector se evadiera de lo circundante y quedara atrapado por el suspense y la intriga; pero que también disfrutara de una elaborada literatura, pensada para distraer, emocionar y cavilar.
Y por último, ¿qué proyectos tiene en ciernes? ¿Va a seguir por el camino de la novela negra o nos sorprenderás con otros asuntos?
No, me gusta cambiar de géneros. He escrito novela de aventuras, familiar e intimista, fantástica, teatro y ahora policiaca. Lo siguiente si consigo robar tiempo al tiempo será una novela sobre la vida de un bailarín en la época dorada de Hollywood, junto al gran Fred Astaire, que estoy transcribiendo al ordenador (yo escribo en papel), una novela histórica y otra de ciencia ficción con ciertos tintes, ahora sí, policiacos.
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