Divinas Palabras es una de las obras más conocidas de Valle-Inclán. Publicada por primera vez en 1919, no fue representada hasta 1933. Supuso la culminación de un ciclo mítico, con una estética muy cercana al esperpento. Escrita para ser leída más que para ser representada, su acción transcurre en una Galicia rural detenida por el tiempo, llena de mendigos y romeros que muestran lo peor de la condición humana.
Para David Acebes Sampedro (Valladolid, 1976), encargado de esta nueva edición crítica, Divinas palabras “se construye a partir de una dualidad sostenida entre el Bien, que representa la figura de Pedro Gailo, y el Mal, representado por Lucero. Lo curioso de este conflicto es que no solo Lucero/Lucifer es el que comete todos los pecados, sino que su acusador Pedro Gailo también los comete, sobre todo los pecados de soberbia, avaricia y lujuria, que son ante todo pecados humanos”.
Ramón del Valle-Inclán (Villanueva de Arosa, 1866 - Santiago de Compostela, 1936) fue novelista, dramaturgo y cuentista. Autor de obras teatrales como El marqués de Bradomín, Romance de lobos, Los cuernos de don Friolera o Luces de Bohemia, fue el creador del esperpento, género literario que se caracterizó por la presentación de una realidad deformada y grotesca y la degradación de los valores consagrados a una situación ridícula.
Divinas palabras supone el nº 106 de la Colección de Teatro de Ediciones Irreverentes, que cuenta entre sus títulos publicados con obras como El jardín de los cerezos, de Chéjov o Tartufo de Molière.
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