El hoy almirante en la reserva Manuel Guerreiro es un hombre sencillo, esto es, con perspectiva de un destino constructivo. Y su sencillez es humildad y comprensión, lo he podido comprobar personalmente luego de largas y nocturnas charlas donde, aunque el trasfondo de la conversación fueren la política, o la guerra, o la actitud ante una realidad social concreta, lo eran de esa voluntad constructiva a la que quiero referirme, de la importancia de la palabra, de la importancia civil de la libertad.
Él sostiene, a modo de un sabio (siempre sencillo, no pretencioso, pues le sale de natural como el agua de la fuente) que en la matemática, curiosamente, está una forma casi perfecta de verdad, entendiendo en ello que la matemática pura, abstracta, se basa en una convención. Pero, ¿acaso las leyes no son una convención? Él se ocupó, y entregó mucho en la empresa, de la importancia de la verdad en el devenir cívico, social, de su país, Portugal; algo que atañe a la práctica política, a la forma política. Y por esto casi le hacen un héroe sin pretenderlo. Él fue unos de los hombres que contribuyó, a partir de un mes de abril para el recuerdo, a que Portugal recuperase el bien de la democracia, el destino de la libertad. Él fue uno de los nombres significados que propiciaron el desarrollo efectivo de la Revolución de los claveles.
Mi voluntad, no obstante, aquí, no es interesarme tanto por el protagonista histórico (que sí le cabe, como atributo personal efectivo) sino por el hombre, por su sentimiento democrático pero también por la importancia del comportamiento moral; incluso por el sentido inherente al hombre libre cual es el de la soledad. Un marino acreditado como él, que orientó el rumbo de grandes barcos de vela por los caminos de la extensa mar, me dijo un día que allí, en ese escenario inacabado de la mar, lo humano está muy presente por ese sentimiento convocador de la soledad, por la percepción que se percibe cuando, en un día desventado, hay que aprender a esperar, a percibir el silencio, la pequeñez del hombre ante los elementos. Y uno, así, se hace solidario. Algo se le confiesa al mar como atento y sobrio interlocutor que es, y el mar le escucha y corrobora, a su modo, la necesidad de tal sentimiento solidario. Construir pues, elegir un destino, entregarse a él.
-¿Cómo se hizo el hombre? ¿Y el ser comprometido?: ¿qué razones hubo para ello?
-Habré de referir en síntesis lo que ha sido mi infancia y adolescencia, junto a algunas circunstancias relevantes en mi biografía, como el curso en la Escuela Naval de la Marina entre 1959 y 1962. Más tarde una comisión en Guinea (1962-64) en el inicio de la guerra colonial y, posteriormente, el curso de Ingeniería Naval en la Universidad de Génova, de 1965 a 1969.
Retomando el origen, diré que nací en octubre de 1940 en la región del Algarve, en el lugar de Sao Brás de Alportel, a medio camino entre el mar y la sierra. Allí crecí en completa libertad de movimientos, en amplios horizontes, con un vínculo muy estrecho con la naturaleza y el campo. Me percaté desde muy joven de las dificultades y dureza del trabajo agrícola y de la vida de los trabajadores en el campo. Cursé la escuela primaria en ese espacio rural, allí donde las diferencias sociales se establecían por vía de la propiedad, más donde prácticamente las diferencias no existían: ni diferencias culturales ni de clase.Más adelante, cuando hube de frecuentar el Instituto de Enseñanza en Faro, percibí claramente la diferencia social y cultural entre el campesino y el trabajador rural, vinculados a la tierra, y el habitante de la ciudad, vinculado a los servicios, al comercio o a la industria. Quiero decir que la diferencia pueblo-ciudad estaba muy marcada. Y lo sentí con intensidad, más si cabe que la diferencia entre clases sociales.
Es ahí donde se desarrolla mi sentido de solidaridad para con los otros, en ese tránsito de la infancia y el Instituto, que se tradujo en el apoyo que procuro prestar a aquellos compañeros que tenían dificultades en los estudios. Por eso a los 18 años de edad, cuando accedo a la Escuela Naval, ya tengo una clara conciencia social, que se ha de fortalecer cuando entro en contacto con nuevos amigos empeñados en la consecución de un mundo mejor, un pensamiento ligado a la Iglesia Católica. Allí tendré acceso a nuevas formas culturales, nuevas lecturas y nuevos contactos sociales. Y comienzo a percibir que el régimen político portugués es antidemocrático, pues reprime fuertemente a quien defiende otras vías políticas o alternativas culturales.
En la Escuela Naval, por medio de los colegas ligados al Movimiento Para Un Mundo Mejor, tengo acceso a la lectura de libros prohibidos. Así comienza a despuntar en mí una conciencia política iniciada en 1958 con motivo de la campaña electoral a elecciones para Presidente de la República. Se acrecienta el espíritu crítico e de dudas sobre las enseñanzas recibidas en la escuela primaria y secundaria respecto del significado del imperio colonial portugués (un país pluricontinental y multirracial) y al régimen dictatorial, disimulado en una pseudo defensa de los intereses del pueblo portugués y la nación portuguesa.
Guerreiro en Abril de 1974
-¿Cómo?, ¿por qué eligió su profesión pública? ¿qué destacaría de ello?
-Mi opción de ingresar en la Escuela Naval fue en primer lugar por razones de independencia económica; con ello dejaba de depender económicamente de mis padres, algo que no hubiera ocurrido de optar por cursar Ingeniería en la Universidad, materia para lo que me sentía, es cierto, con voluntad y capacidad de realizar. Por medio de un compañero de Instituto que tenía familiares oficiales en la Marina, me informé mejor sobre los diferentes cursos en la Escuela Naval y decidí que era una buena opción para adquirir conocimientos científicos en varios dominios. Junto a ello, se me ofrecía la posibilidad de viajar y conocer mundo sin costo alguno para mi familia.
Concursé a la Escuela Naval, donde el número de plazas era limitado para el curso de Marina que escogí. Tenía mis dudas porque el número de aspirantes era elevado. Las pruebas de selección eran de diferente naturaleza: aptitud física y natación, académicas, sanitarias y psicológicas. Para mi sorpresa, resulté el primer clasificado. Y ese hecho habría de influenciar toda mi vida en adelante. Supuso para mí la asunción de crecientes obligaciones y responsabilidades. Por mi condición asumida de jefe de curso, y por las consecuencias de ello, desarrollé un acusado sentido de justicia para con los otros, sobre todo los más débiles, así como un enorme rechazo por los castigos injustos que en ocasiones se daban; cuando algo malo ocurría y los jefes no sabían qué hacer, quien lo pagaba inevitablemente era el jefe de curso. A la vez, la Escuela Naval me proporcionó una sólida formación técnica, científica, cultural y marinera. Ello me convirtió en un profesional poseedor de una nueva cultura, un nuevo lenguaje, una forma de estar, con una actitud de apertura a los otros y al mundo, con capacidad y espíritu críticos y con sentido de responsabilidad y justicia en el ejercicio de la autoridad y de mando
-¿Cómo definiría hoy la Revolución desde su condición de ciudadano?
-El 25 de Abril y la Revolución Portuguesa que le siguió son casos muy especiales de participación de los militares en un proceso revolucionario y de instauración de la Democracia en un país, luego de la pervivencia de un régimen beato-fascista-corporativo y de una guerra colonial librada en tres frentes durante once años consecutivos.
La dictadura portuguesa mantenía al país en un gran aislamiento y atraso cultural. Reprimía violentamente cualquier oposición. La guerra colonial agotaba los recursos y las capacidades de la nación. La emigración de los jóvenes era una forma de huir de la guerra y de la pobreza. En la década de 1960 más de un millón de portugueses emigraron a Francia, Alemania y otros países de Europa; casi otro millón participó en la guerra colonial.
En los pueblos eran las mujeres las responsables de la familia, quienes llevaban a cabo la mayor parte de las tareas agrícolas. El pueblo deseaba paz, libertad y mejores condiciones de vida. Una aspiración profunda para la inmensa mayoría de los portugueses.De ahí que el 25 de Abril fuese recibido con alegría por la gente. La generosidad, el espíritu de sacrificio y el desapego del poder por parte de los militares jóvenes se fundió pronto con la idea de libertad y el descubrimiento de un presente distinto y la esperanza de un nuevo futuro para la mayoría de los ciudadanos.
El 25 de Abril hizo Historia en Portugal y su proceso de instauración de la democracia hizo Historia e inspiró nuevas democracias en Europa y en todo el Mundo. Por eso hoy el 25 de Abril constituye el factor más reciente de la identidad portuguesa y es visto con orgullo por la inmensa mayoría de los portugueses tanto dentro como por parte de las comunidades de emigrantes en el extranjero. Desde luego, hay un antes y un después del 25 de Abril en nuestra historia y en nuestra identidad.
En mi condición de ciudadano estoy orgulloso porque haya tenido lugar ese 25 de Abril en Portugal y porque el país haya reconquistado su dignidad y el respeto de la comunidad internacional. Ahora bien, si me preguntan si ya estoy satisfecho, diré que no. Aspiro a más, sobre todo pensando en los más desfavorecidos y frágiles de la sociedad portuguesa. Afortunadamente el ser humano es un ser esencialmente insatisfecho, lo que le lleva a procurar siempre una mayor libertad, mejores realizaciones. La revolución portuguesa, como todas las revoluciones, no se puede decir que haya realizado todos sus objetivos y sueños. La Libertad y la Democracia se alimentan y construyen todos los días, las consecuciones nunca se concretan completamente de manera definitiva. De ahí que los ciudadanos portugueses tienen la oportunidad de continuar ese Abril bajo nuevas fórmulas, de fortalecer las instituciones de la República, de mejorar la calidad de la Democracia y de sus vidas
-¿En qué medida se siente todavía vinculado a ese gesto, a esa idea?
-Mi vinculación con el 25 de Abril como protagonista y como ciudadano es completa. No significa eso, con todo, que si tuviese de nuevo la oportunidad repetiría mi actuación de la misma forma. Claro que no. Trataría de evitar los errores y reducir el sufrimiento que supusieron múltiples rupturas: políticas, sociales, económicas, culturales y de costumbres que se producen siempre en determinadas personas o entidades sociales. Y aún así he de decir que desde el punto de vista de la revolución portuguesa, tales hechos constituyeron un caso raro y benigno
-¿Qué es hoy el nuevo Portugal? ¿Cómo es?
-Es un país mucho más desarrollado, más culto, más libre. Es cierto a la vez que, después de 44 años transcurridos, el progreso técnico y económico hubiera de tener lugar de un modo u otro aunque el régimen político hubiese sido otro. Hoy Portugal es un país integrado en la Unión Europea, que tiene buenas relaciones con todos los países del mundo, que es respetado en el marco de la comunidad internacional. Los portugueses han podido demostrar su capacidad para entender otras culturas y son, en general, muy aceptados en las organizaciones internacionales donde desempeñan, en ocasiones, funciones de alta responsabilidad. Y aun así, si nos preguntamos si estamos satisfechos, habrá que decir que no. La libertad y la democracia están en riesgo ante la globalización, la crisis y la relativa inestabilidad del sistema financiero que castiga a la mayoría de los ciudadanos en los países más o menos desarrollados como Portugal. No estamos satisfechos con una sociedad de mercado donde todo se compra o se vende, donde el dinero es el dios, los bancos sus templos, y la ley del mercado su credo; donde las personas son reducidas a cosas o números al servicio del capital y del mercado. En este sistema global Portugal y los portugueses son una parte del sistema, integrado en la Unión Europea más o menos en crisis, por lo que el nuevo Portugal no es muy diferente de otros países de la U.E. a pesar de tener características propias: situación geográfica privilegiada, identidad, lengua y cultura específicas. Y más allá de esta Europa en crisis, las propias dificultades financieras y sociales no están enteramente vencidas, a pesar de lo cual tenemos una relativa estabilidad política y de gobierno
-¿Cómo observa, o piensa, el futuro?
Martínez-Conde y Guerreiro
-Con perspectiva positiva. A pesar de la naturaleza de los riesgos y de los derroteros de riesgo en que estamos, procuro continuar a ofrecer mi colaboración de ciudadano responsable y activo en pro de soluciones políticas, sociales y económicas respetuosas con la dignidad humana, con la libertad y los Derechos Humanos, garantizando la satisfacción de las necesidades básicas de las personas, de modo que puedan desarrollar sus potencialidades y realizar sus sueños de felicidad, que puedan ser ciudadanos libres, informados y críticos, capaces de asumir opciones arriesgadas y tomar decisiones responsables. Pienso que el futuro nos traerá enormes progresos técnicos, científicos y de información, pero a la vez el mundo y la sociedad serán más complejos y difíciles de interpretar para muchos de los ciudadanos menos adaptados e informados. La marginalización, la exclusión y la desigualdad aumentarán en muchos países de continuar esta lógica del poseer, de la imagen y de lo inmediato, esta lógica de recudir al mínimo el factor social. Tengo la esperanza de que el lado luminoso de los seres humanos se consiga afirmar a través de la cooperación, inclusión y colaboración, no sucumbiendo a un individualismo de disputa feroz en la lucha por el poder y por el tener. Tengo la esperanza de que un mayor número de personas con acceso a la cultura y las artes creen obras, elaboren pensamientos e ideas que condicionen positivamente el pequeño grupo que lidere el sistema mundial; tengo esperanza de que un gran número de ciudadanos aporte su contribución, dé lugar a una nueva cultura, para que el mundo de mañana sea mejor que el de hoy.
-¿Tiene conciencia de haber dejado un legado teórico, didáctico, de compromiso social, político?
-Sí. Nuestro legado como militares del 25 de Abril, de ciudadanos comprometidos y responsables, de personas abiertas al mundo y a otros fue de carácter práctico y teórico. Sin duda que ha sido didáctico y pedagógico, que puede inspirar a nuevas generaciones, que refleja nuestro compromiso con la sociedad, la libertad y la democracia. A partir de nuestro caso concreto, de nuestro ejemplo de vida, de empeño moral y social, de lucha constante por la dignidad y los derechos humanos, por las prácticas democráticas a diferentes niveles, es posible elaborar un legado teórico. Algunos de nosotros han avanzado mucho en este dominio. Por mi parte estoy vinculado y entregado a favor de que las transformaciones políticas, democráticas y sociales sean sustentables, lo que significa la difusión y práctica de una cultura humanista de colaboración, integración y cooperación, no permitiendo que el Poder y sus gentes usen y abusen de una cultura competitiva, individualista y rentable a cualquier precio, como una forma de controlar y subyugar a la sociedad. Para construir un mundo más sustentable, libre y justo, necesitamos difundir una cultura humanista de respeto por los otros, sobre la cual puedan apoyarse sistemas políticos y económicos democráticos respetuosos con las personas y su dignidad individual. Sin una cultura positiva y humanista de base, los sistemas de poder y de dominio más o menos autoritarios reaparecerán a la primera oportunidad.
-A tenor de lo que ha venido siendo la realidad histórica, ¿por qué cree que las revoluciones no piensan también en la fugacidad, en la transformación de las ideas, en el transcurso del tiempo? (1) ¿Tal es el peligro de la deriva de toda revolución?; ¿ha sido este el caso de Portugal a su entender?
-Pienso que las revoluciones son momentos muy intensos en la vida de las sociedades y de enorme aceleración para la historia. Son momentos de ruptura para sociedades más o menos bloqueadas que viabilizan el salto hacia nuevos estadios de desarrollo. En un tiempo relativamente breve se suceden numerosos acontecimientos que suponen grandes mudanzas en la organización del Estado y de la vida en Sociedad. En toda revolución existe siempre un mayor o menor factor de violencia que encerraba esa sociedad.
Una de las singularidades del caso portugués (25 de Abril de 1974) fue poner fin a una sociedad represiva y autoritaria sin derramamiento de sangre, prácticamente sin violencia. Y fue así porque los militares saben administrar la violencia. En el caso portugués habíamos decidido usarla solamente en caso necesario y como última posibilidad para obtener la rendición del Gobierno.
La aceleración del tiempo en las revoluciones es debida a la ruptura de la situación anterior y la aplicación de nuevos métodos, nuevas ideas, nuevos procesos con nuevos actores
No hay mucho tiempo para la evolución y transformación de las ideas, más esa transformación ocurre, y es que los procesos revolucionarios también producen nuevas ideas y nuevos actores. Los propios iniciadores de las revoluciones son muchas veces sobrepasados o hasta devorados por las mismas. La transformación de las ideas tiene lugar generalmente por saltos y rupturas mayores o menores conforme el proceso revolucionario adquiere el dinamismo suficiente hasta su consolidación o éste se agota por falta de energía y apoyo.
Puede ocurrir que la revolución consolide apenas algunos de los objetivos iniciales o de los que fue adquiriendo en el proceso de mayor impetuosidad y energía; pudiera incluso acontecer que el proceso contra-revolucionario que se desarrolla en paralelo anule completamente la revolución. En una revolución todas las luchas y enfrentamientos son muy intensos, incluyendo las luchas y enfrentamientos de las ideas
-¿Qué diría usted?, ¿que lo prioritario es la acción o la idea?
-Para mí la acción y la idea no han de considerarse en términos de prioridad o alternativa. Son las dos prioritarias: sin acción no hay ruptura, más sin ideas debidamente asimiladas, aprehendidas y explicadas a los actores de la ruptura no hay revolución, aunque pueda haber rebelión o revuelta.
La acción para una ruptura con la vieja situación y el orden es indispensable; sin acción que transforme los mecanismos de gobierno y de los gobernantes no existe revolución.
Mayo del 68 no fue propiamente una revolución, aunque haya habido una fuerte rebelión contra el viejo orden social, cultural y de costumbres; provocó rupturas en este dominio, sobre todo entre los jóvenes estudiantes y la élite política y social dominante, pero no fue más allá de ahí, no consiguió crear una convergencia social y política capaz de asumir el poder.
Como en Mayo del 68 no hubo una toma del poder y la rebelión se produjo sobre todo en el campo de las ideas, la deriva hacia el maximalismo fue una forma de mantener la ilusión revolucionaria por algún tiempo. En el caso portugués sin embargo hubo una aceleración del proceso revolucionario más por razones de las tentativas contra-revolucionarias por invertir el proceso que por razones de ideas más avanzadas o de presiones reivindicativas del movimiento popular.
En Portugal no se produjo una deriva revolucionaria o un proceso fuera del control del MFA (Movimiento de las Fuerzas Armadas), aunque algunos sectores del MFA y de las fuerzas de oposición al régimen de la dictadura dejaron de hegemonizar los centros de decisión del proceso revolucionario. De ahí que acabó por triunfar parcialmente el proceso contra-revolucionario, que refrenó parcialmente la revolución e impidió que fuese sobrepasado el límite de la democracia representativa y de los intereses de Occidente. De hecho la acción de las fuerzas externas en Portugal fue determinante para que el proceso revolucionario no avanzase suficientemente
-Al final, como humanos, se nos impone una forma de regreso, una reflexión personal, propia. ¿Hacia dónde lo hace usted: al lugar, a la familia, a la dialogante soledad del mar...
-Tal vez aún no inicié el regreso. En el transcurso de mi vida he sentido la necesidad, en ocasiones, de volver a mirar hacia adentro de mí propio, de repensar y profundizar en las ideas y motivaciones; de permanecer más cerca de la familia. De otra parte, siempre me sedujo, desde joven, el sentir una relación directa con la naturaleza y con el mar, con los horizontes amplios y distantes en un gran espacio de libertad, algo que me otorgaría también la realidad de mi flaqueza y pequeñez en cuanto ser humano, frente a la tierra o al espacio cósmico que se puede sentir desde el mar en las noches de calma.
Tener la noción de ese pequeño grano de arena que somos en la tierra y de la mínima cantidad de polvo que somos en el cosmos nunca me desmotivó o desinteresó en pro de la realización de las ideas de justicia y felicidad hacia todos los seres humanos, antes bien me ayudó a relativizar las injusticias e incomprensiones que hube de afrontar en mi relación con los otros.
La soledad desde el mar o desde la cima de una montaña se transforma en comunicación, comunión y unión sentida con todos los seres que viven en la Tierra y con el universo, del que somos una parte importante.
Considero que la soledad nos otorga un sentimiento de presencia y unidad de todo y con todos
Post Scriptum
A día de hoy, el ciudadano Manuel Guerreiro es el director de la revista Asociación 25 de Abril, después de haber ostentado hasta hace dos años la presidencia, en su sección portuguesa, de la Asamblea de Amnistía Internacional.
Fiel y honroso destino para un hombre que, a modo de postura personal, ha venido a rememorar con su vida, de algún modo, lo que el poeta T.S.Eliot cantó para todos nosotros en su día:
El alba ya despunta y otro día/ se dispone al silencio y al calor. El viento de la aurora mar adentro/ ondula y se desliza. Estoy aquí/ o allá o en otra parte. En mi principio
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Nota (1): El profesor Le Goff, participante activo en un principio en la Revolución del 68 en París, a propósito del 50 aniversario de su celebración ha escrito: 'El movimiento derivó hacia un modelo maximalista y convirtió sus reivindicaciones en valores absolutos'. Ese fue el motivo de su alejamiento en lo que había sido, en principio, su entusiasta vinculación a la causa.
* Ricardo Martínez-Conde es escritor, web del autor