El discurso poético del murciano, cercano a los poetas de los cincuenta, se basa en desmitificar mediante el mecanismo irónico y humorístico lo que nos viene dado, los convencionalismos sociales, culturales, lingüísticos y poéticos, pues, anestesiados, nos aparta del asombro, por lo que es necesario apartarse de un mundo que aliena al ser convirtiéndolo en una soledad colectiva o en un fragmento solitario. Poesía del ser y poesía de la conciencia. Reflexiones líricas sobre la identidad de ser en nuestros días.
El título de este libro viene dado por un poema y a su vez suministrado por una cita del poeta Javier Figuereido donde se recoge el sintagma: “Amanecer es una ventana de emergencias”. El conjunto recoge una treintena de composiciones de desigual extensión, acompañadas por un amplio aparato textual, donde resalta Luis Felipe Comendador y algunos de los poetas actuales en los que bebe, tales como Ana Pérez Cañamares, David Trashumante, Itziar Mínguez Arnáiz o Andrés García Cerdán, además de textos extraídos de canciones de La cabra mecánica o de los Pixies.
En los primeros poemas Ángel Manuel se apresura en dejar claro la concepción de la poesía sin descartar las llamadas palabras antipoéticas, porque “después de muchas vueltas” busca conformarse con “las tres o cuatro verdades del día”. Se muestra la capacidad personal de oponerse a lo sobrevenido y a lo tradicional. Sobre el momento en que se nos aparece la inspiración, uno de los conceptos más animados por la crítica desde el Romanticismo, aunque no sea del todo bienvenida nos habla en el primero (“Hoy no tengo cuerpo para la poesía”). Ya pronosticaba en el poema “La última de mi madre” que de la poesía no sería medio de vida (“que serás un perfecto inútil / y que no ganarás un chavo con eso de la poesía”). Sobre la labor del poeta en la actualidad en el poema “Carta abierta a Jaime Gil de Biedma” y su crítica al entorno y encumbramiento del poeta actual (funcionario, concursos, público) y de los desmentidos que hubo que hacer sobre su poder. No deja de tener su gracia, pues el sujeto se dirige al diplomático burgués. Sin embargo, más adelante, en el poema “La tierra que nos prometieron”, la rabia y el tono burlón quevedesco contra el liberalismo actúa como salvaguarda “un poema nos salva”, pues es considerada “la única arma eficaz para matar dragones”.
En “Veinte años en el futuro”, el sujeto busca ser individual en el futuro (“Hace veinte años / el futuro era metalúrgico. / Desde luego, no era esta ciudad) porque el trabajo aliena al ser (“este trabajo que me abochorna y aletarga”), desmentida de tratamientos evanescentes (“por muy cenicienta que se nos presente, / agazapada entre nieblas y dudas”), por ello busca, al final, lejos de la labor doméstica, el amor, salvador, como en Dante, por Beatrice (“La vida es tu mano mostrándome el futuro, / semilla y certidumbre”). Pero el poeta murciano se aparta de toda tradición neorromántica y convención social, como puede leerse en “Encuentros en la tercera fase”, pues confiesa su amor hiperbólico a todas las mujeres. Tal es el embobamiento y asombro del sujeto que parece que “Venían de otro planeta”. Rompe con ese ideal tanto en el poema sin título que comienza “AMO a la mujer / barbuda del circo” para concluir en la reflexión que olvidamos “amar sin compromisos”; como en “You know Baudelaire?”, donde, antes de quitarse de la vista la imagen de carne y hueso, parece asomarse la “donna angelicata”: “Antes de que se convierta en semidiosa / en pasado, en sueño, en verso / giras la cabeza para repasarle el culo”. Incluso la percepción de los días laborables no es la misma, como se deduce de la lectura del poeam “Rendez-Vous”. Es elevado a rango erótico como rezan los versos finales de “Hazañas del superhérope cotidiano”: “Hoy, de un solo toque certero, / los corchetes de tu sostén cedieron”.
El ciclo en el que se mueve el sujeto está lleno de incertidumbres y de frialdad contemporánea lo que le conduce a la ciudad por un recorrido laberíntico como muestran los poemas “Apnea”, “En la cinta de correr”, “Fe”, “A un amigo que encontró en la cola del paro el amor repentino”, “Terminal 2” o en el poema cuyos primeros versos devuelve el sujeto al pasado “HACÍAMOS equilibrios sobre cráteres”. En este caso, toma conciencia de la gran derrota de los jóvenes, la visión pesimista de la actualidad por el desempleo al que condena a cientos de miles de españoles (“la cola del paro que nos aguardaba / al final del precipicio”). La relación con el poder aparece en varios poemas: “De los idiotas se aprende”, “Spam”, “Sugerencias del chef” o “Poema que sale republicano sin querer”, donde el poema puede concebirse en un medio sucio “Pero con un rey, nada de nada”.
En Ventana de emergencias el sujeto busca su identidad dialogando consigo mismo, de ahí que el monólogo interior se empleado con asiduidad. El estilo es predominantemente narrativo y enfático: muchos de los versos se alargan o se condensan, en cambio, para resaltar un hecho. La crítica moral sobrevuela la poesía, el amor, el poder y los convencionalismos sociales. La expresión para buscar salida a tantos laberintos La ironía se muestra como procedimiento poético. Su voz está en contra de la seriedad en el tratamiento poético de los temas, del mismo modo repele el tono demasiado sentimental, y ocasionalmente cursi, que se observa en la lírica romántica.
En síntesis, Ángel Manuel Gómez Espada resuelve en Ventana de emergencias su malestar ante la tendencia conservadora de la realidad, reflexionando sobre lo que somete al ser a titubeos, a recorrer un camino con múltiples posibilidades; un poemario que desmitifica el exterior para construir una identidad futura válida, acaso una ventana con que podamos ver el futuro.
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