Quedo con José Luis Gil Soto en un conocido restaurante madrileño con claro sabor amazónico, que tiene recubiertas sus paredes con madera ¿de savia? No sabría decirlo, pero da la impresión de que sí. La madera da al local un ambiente cálido y tropical. La madera es un elemento fundamental en su nueva novela del autor nacido en Badajoz porque el personaje principal es carpintero. Un profesional en crear estructuras de madera para diversos edificios de una edad indeterminada, pero que el autor localiza en una Edad Media mágica y legendaria.
Para Gil Soto, su novela “no tiene género. Habla de las pasiones humanas. Quería reencontrarme con la novela de aventuras”, señala el escritor pacense gran lector de novelas decimonónicas, algo que se nota a lo largo de todo su libro. Por supuesto, su novela está llena de aventuras y de grandes dramas como la protagonizada por el carpintero Bertrand de Lis y su pequeño hijo desaparecido.
“Si tuviese que escoger un género para mi novela sería el de fantasía histórica, una narración épica en la que he recreado una Edad Media inventada, pero que podría haber sido posible”, expone el autor al comienzo de nuestra conversación. “Lo que les ocurre a los personajes les podría haber pasado a algún personaje real del siglo XVI, pero he querido hacerlo en un ambiente imaginado. Es verdad, que en un primer momento pensé en imbricar la historia a un acontecimiento histórico, pero preferí abstraerlo de un periodo histórico puro para tener más libertad”, explica en tono pausado este extremeño polifacético.
Para documentarse utilizó diferentes libros sobre construcciones en madera, pero fue el de Diego López de Arena su principal fuente. “Bertrand no es un constructor en madera como los que hicieron las iglesias en la península escandinava o las del Lejano Oriente, es un constructor de interiores de edificios, de las vigas de madera que sostienen los tejados de diferentes edificaciones. Él se especializa en estructuras de techos, algo que ya hacían los constructores musulmanes en sus edificios”, puntualiza el escritor nacido en la década de los setenta.
“Sin los personajes femeninos la novela no podría existir”
José Luis Gil Soto sostiene que “sin los personajes femeninos su novela no podría existir. Astrid, una joven viuda, es depositaria de dos secretos que afectan al protagonista y su hijo, y se encuentra en un dilema que dependiendo de su decisión podría influir en la vida de uno o de otro. Es una persona en la que prima el bien común”.
El autor, que es un gran viajero, emprenderá un viaje a la Isla de Pascua próximamente. En novelas como “La dama de Saigón” muestra su gusto por culturas exóticas y lejanas. Aunque “Madera de savia azul” no se circunscribe a un lugar tan remoto, aunque sí se aprecia un cierto orientalismo como denota que los protagonistas tomen café. “El primer café se abrió en Constantinopla en el siglo XV, ahora se cree que vino de América, pero no es cierto”, afirma con rotundidad.
En el recorrido de la novela siempre me abro a posibles golpes de suerte
Gil Soto me confiesa que "escribo lo que me gustaría leer. Y mis gustos tienen como eje la literatura de Tolstoi, un escritor que le gusta que el lector se identifique con los protagonistas de sus obras. Eso es lo que he pretendido en mi novela”. La cual transcurre en dos tiempos diferentes en el reino de Ariok. “Un lugar lleno de héroes anónimos, donde sus habitantes hacen más por el reino que sus gobernantes, aunque también hay ciertos personajes perversos que dan contrapunto a la trama principal ”, asevera. ¡Vamos como en la actualidad!
“La historia está narrada desde el punto de vista de un niño, algo que tenía muchas ganas de hacer. Desde el principio, sabía cómo eran mis personajes y la historia me fluyó de una manera muy rápida. La tenía en la cabeza y en el corazón antes de comenzar a escribirla”, apunta el escritor extremeño que no es, precisamente muy disciplinado escribiendo. “Suelo hacerlo los fines de semana y entre semana, algunas veces, me levanto temprano para escribir y otras veces lo hago por la noche. No me fuerzo a escribir, lo hago cuando me apetece”, nos descubre y añade “escribo mejor por las noches, que es cuando tengo más ideas y corrijo por las mañanas lo que he escrito la noche anterior”.
El autor tenía muy claro, antes de ponerse a redactar, el principio y el final de su historia. “En el recorrido de la novela siempre me abro a posibles golpes de suerte. Éstos son los que te cambian la vida. Al final, terminas teniendo la vida que tiene que tener después de haber tomado diferentes decisiones a lo largo de la vida o, en este caso, a lo largo de una novela”, relata sin un ápice de duda. Lo que sí reconoce es que ha quedado muy satisfecho con el resultado final de su nueva obra.
Para Gil Soto, “toda novela tiene que tener una cierta relación con el presente, al fin y al cabo, la humanidad ha cambiado muy poco desde el medievo, lo que si ha cambiado es la sociedad”. En gran parte, gracias a los avances tecnológicos. Para terminar, apunta que le gustaría que su novela “fuese leída por jóvenes lectores. Ya que son el futuro y sin lectores no hay literatura”. Probablemente, nos encontraremos con una continuación de la novela, ya que lo difícil está hecho, que es crear un universo diferente. Algo que sólo los grandes autores han realizado.
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