Los dos personajes principales de la obra se conocen en un pequeño pueblo del sur de los Estados Unidos, se enamoran, comienzan una vida juntos, tienen eso que algunos llaman éxito: una casa, una carrera, un buen trabajo, un buen coche. Ella ha dejado atrás a su familia, sus amigos y su vida en Euskadi; y se ha lanzado a una intensa carrera universitaria, él ha alcanzado esa forma de felicidad estable que crean las rutinas derivadas de un trabajo administrativo en un banco. Pero poco a poco se irán desvelando las mentiras y perversiones que se esconden detrás de la vida perfecta, también las múltiples maneras en las que el amor se confunde con sus imposturas. Como es el caso en el que Alicia ve rota su intimidad por la lectura de su diario por parte de Matty.
Alicia viven en un mundo de soledades, ha dejado atrás a su familia y solo algunos pocos amigos la entienden lejos de su casa. En su nuevo entorno familiar, la violencia y el abuso se disimulan en silencio y se producen en espacios supuestamente seguros como la propia casa o la universidad. Alicia intenta adaptarse, encontrar su hueco en este mundo y llevar una vida feliz con Matty, pero el precio que paga es demasiado alto. En la distancia entre la realidad y el deseo de Alicia van creciendo nuevas violencias, que quizá no siempre estallan en violencia propiamente dicha, pero que van colonizando su vida, desgastándola paulatinamente. Llega el día, sin embargo, en que Alicia no se reconoce en esa realidad y se atreve a cambiarla, asumiendo las consecuencias.
“La novela se basa en el conocimiento que tengo tanto del norte como del sur de Estados Unidos donde he trabajado en sendas universidades y cuento como es la vida allí y lo que realmente ocurre. El tipo de vida que lleva mucha gente en USA”, cuenta la escritora nada más comenzar nuestra charla y añade “los vínculos de amistad son muy volátiles y frágiles en ese país”. Esa soledad que existe en ese tipo de relaciones sin arraigo y que van cambiando con el tiempo, contribuyen a no tener unos anclajes emocionales sólidos.
La relación de la pareja, “no funciona casi desde el principio, las expectativas de una y otro no se cumplen y no encuentran una relación afectiva estable. Es Matty el que lleva las de ganar porque va aislando a Alicia de un entorno de amistad que la proteja. Es una forma de control que aplica él sobre ella”, analiza Edurne con precisión. “Quizá sea porque Matty es demasiado vulnerable e inseguro. Sin embargo, Alicia tienen una ambición profesional que no tiene su pareja”, lo que provocará enfrentamientos como, por ejemplo, el del deseo que tiene Matty por ser padre.
Para Edurne Portela, en nuestra sociedad “hemos normalizado comportamientos abusivos que cuesta identificar y que tienen que ver con el control. Alicia no se da cuenta de que ese control es algo dañino y que afecta a su individualidad como persona”. De ahí, que la convivencia de pareja se vaya deteriorando paulatinamente y ambos busquen otros entornos en los que sentirse más cómodos. La familia y amigos en caso de Alicia, los amigotes del pub en el caso de él.
“He querido hacer una novela con una perspectiva polifónica”
El juego de narradores es otro de los aciertos de Edurne Portela en “Formas de estar lejos”. “Al principio pensé en que la novela iba a ser un monólogo de Alicia, pero sentía que tenía que probar otra forma narrativa. Quería tener la perspectiva de Matty para contrarrestar la voz de Alicia”, explica la escritora y ensayista de Santurce. De ahí que en la primera parte de la novela se vayan alternando ambas voces hasta que confluyen en un narrador en tercera persona.
En el conflicto vasco, ser neutral no se puede
“Quise que la novela tuviese una visión lo más completa posible vista desde una perspectiva polifónica y ver como se relacionaban entre sí”, señala la escritora. “Alicia tiene una visión más amplía del contexto en el que vive, sin embargo, Matty tiene una visión de la vida más esquemática y simple. Todo controlador suele ser más vulnerable y en Matty se junta con una visión conservadora de la vida”, expone con fluidez la autora vasca.
Otro de los temas que trata Edurne Portela de manera tangencial en la novela es el conflicto vasco, en este caso encarnado por Gorka, preso en un centro penitenciario andaluz. “Es un tema que siempre voy a tener presente. Aun nos queda mucho por trabajar, por hacer y por asumir las responsabilidades. En este caso ser neutral no se puede”, sentencia.
“Ahora, se está empezando a contar desde una perspectiva diferente que tiene que ver con la experiencia personal de cómo ha afectado a nuestra convivencia. Hay personas que están contando sus historias de primera mano, como testigos de una realidad. Por eso, creo que es bueno contarlo desde la ficción”, concluye la escritora que desde que se ha pasado a la ficción está consiguiendo unas cifras de venta realmente muy abultadas.
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