Santiago Lorenzo, "Los asquerosos": tan lejos del mundo y tan cerca de todo
sábado 23 de febrero de 2019, 18:59h
La soledad, ese bien tan preciado en la sociedad actual, y a la vez tan maltratado; o el ruido que rellena nuestras vidas y apenas nos deja pensar, y mucho menos contemplar eso que las almas tecnológicas que transitan nuestras vidas tiempo, son sólo dos de las características de esta novela que la recorren como el agua clara lo hace en los arroyos de las montañas.
No es de extrañar que siempre digamos lo rápido que se nos pasan los días cuando ya cumplimos una cierta edad, sobre todo, porque perdemos sin apenas darnos cuenta la ociosidad de la infancia. Entonces es cuando caemos de lleno en el precipicio del día a día. Un maligno, el de la cotidianeidad, que nos impide ser aquello que soñamos en nuestra adolescencia o juventud. Esa falta de objetivos claros es lo que nos provoca la sempiterna infelicidad que adorna nuestras horas, nuestras experiencias y nuestros días, sin ser conscientes de ellos. Es como si estuviésemos siempre lejos de ese mundo soñado y cerca de todo aquello que nunca quisimos.
De ese modo, el sonido del silencio pasa a ser un maná que nunca somos capaces de encontrar. La cara oculta de esa vida es la que, Manuel, protagonista de "Los asquerosos", encuentra de una forma accidental y luego no quiere abandonar. Siempre nos dijeron que se vive en sociedad, pero nada nos anunciaron acerca de esa anhelada soledad que de vez en cuando se deposita en nuestra mirada; una soledad que transita tan lejos del mundo y tan cerca de todo. Una soledad a modo de leitmotiv que, en esta novela, transcurre en una aldea abandonada sin llegar a trasponerse en una novela rural. Una novela que habla de buscarse la vida en tono de sátira y humor negro para ponernos delante de la vista aquello en lo que nos hemos convertido: unos mochuflas. El lirismo léxico de Santiago Lorenzo es cuando menos exacerbado, cuando no irónico, mordaz y original. Su destreza a la hora de narrar en tono cómico algunas de las peripecias que pasa Manuel en voz de otro —la elección de la segunda persona a lo hora de narrar esta historia es otro de sus aciertos, pues le da la distancia suficiente para hacerla más verídica— nos produce risa o un sonrojo de tristeza, pues en la vida no todo es descubrir belleza donde antes no la encontrábamos, sino también, poder de resistencia por comparación, tal y como le pasa a Manuel cuando su nuevo espacio vital es invadido por unos inútiles urbanitas que no saben hacer nada y, de ahí, que necesiten encargarlo todo. Ahí también reside una de las más mordaces críticas que esta novela vierte sobre la sociedad actual. Sociedad de inadaptados o de idiotas, podríamos apuntillar a pesar de correr el riesgo de insultarnos a nosotros mismos.
"Los asquerosos" de Santiago Lorenzo es también es una crítica atroz y sin disimulo hacia todo aquello que le chirría a su autor: el Estado, el orden, la policía, los antidisturbios, la policía o la ley mordaza, que cercena más de lo lógicamente deseable nuestra libertad. Todo ello es susceptible de ser abordado por un escritor que apunta al mundo con una escopeta de madera cargada con pinzas de ídem, y con ello, poner en el disparadero a una sociedad dominada y enfervorizada por el control total de todos y cada uno de nuestros actos. En este sentido, un negocio seguro en esta época es el de las empresa de seguridad, pues todas ellas se muestran más que dispuestas a instalarnos cámaras en todos y cada uno de los espacios que antes pertenecían al ámbito privado. Esa huida inicialmente no consciente, pero luego deseada, es en la que se refugia Manuel.
De ese modo, Zarzahuriel pasa a convertirse en uno de los estandartes de esa España vacía que cada día crece más que los aullidos de los lobos en las sierras perdidas de nuestra geografía. En esa dificultad ante lo cotidiano es donde surge el heroísmo de un joven de 25 años que es capaz de apoderarse de su propio destino y, a la vez, reírse de él. Aquí cabe apuntar que la historia de Los asquerosos surge de un hecho sorprendente e inesperado y, que junto a la parte final de la novela, es lo mejor de una historia única, tanto en su planteamiento como en su final. La única pega a todo ello sea, quizá, la profusión en las artes de buscarse la vida, la hondura en sus artes del bricolaje y la originalidad sobrevenida que puebla muchas de su páginas, demasiadas quizá, pues en ocasiones, a pesar de que no rompan el ritmo de la misma por la inusual capacidad de su autor de inventar situaciones y neologismo que, como él mismo nos dice, se explican por sí mismos sin necesidad de buscarles un significado en el diccionario, aíslan a la novela de en cuanto a la oportunida de darle a la novela un cuerpo más compacto, pues el mensaje está suficientemente enviado y entendido, lo que sin embargo no desdeña el valor de la misma, pues no se nos debería olvidar que en los tiempos que corren no es fácil estar tan lejos del mundo y tan cerca de todo.
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Últimos comentarios de los lectores (6)
1071 | Eduardo Alonso - 28/07/2020 @ 21:20:34 (GMT)
Coincido con lo dicho en la mayoría de los comentarios precedentes: esto no es una novela, ni tan siquiera es una mala novela. Es una (buena) ocurrencia narrada con la destreza de un colegial prometedor. Es un amontonamiento de palabras que, sin perjuicio de la eventual ingeniosidad, chirrían en su conjunto. Repetir las mismas tres cosas durante decenas de páginas dista mucho de ser literatura, y si encima la carencia de talento literario se intenta suplir mediante la hiperinflación léxica y la alternancia de la más estomagante pedantería con la jerga inspirada en el diccionario cheli de Ramoncin, la indignacíión que produce el resultado es considerable.
La reseña de Ángel Silvelo, que se une al coro de loas que inexplicablemente este libro ha provocado, nos da cuenta casi exclusivamente de lo que menos importa en crítica literaria: el argumento. El mejor argumento no sirve de nada si no se sabe narrar. Además, su único comentario acerca de algún asunto verdaderamente literario es errado: el autor no usa la narración en segunda persona como dice Silvelo, sino que utiliza la más facilona de las técnicas: el narrador ominisciente que, para más desdoro de Santiago Lorenzo, se confunde de manera absolutamente implausible con uno de los protagonistas.
Hagan caso a los lectores que aquí comentan esta obra y no presten mucha atención a la pseudocrítica de Silvelo.
845 | Rick - 23/02/2020 @ 17:17:47 (GMT)
He leído este libro recomendado por un colega que lo ponía como una gran novela que te puede cambiar la forma de ver la vida, todo lo contrario me ha parecido un coñazo de principio a fin, la historia es simple a mas no poder, con unos personajes y situaciones nada creíbles, muy mal escrito, usando continuamente una jerga ridícula entre un estilo kinki y pedante, se pasa paginas criticando situaciones y personajes para rellenar hueco, me atrevería a decir que es el peor libro que he leído entero (ganas me dieron de dejarlo), otro detalle es que parece que el autor tenga acciones en el supermercado Lidl ya que lo menciona continuamente en casi todos los capítulos.
Lo gracioso es que el librito cuesta 21 € nada barato para la porquería que es, no lo recomendaría en absoluto
786 | María - 29/01/2020 @ 07:45:57 (GMT)
Final descafeinado,demasiada búsqueda del remate d la historia. Me gustaría q hubiese tenido una concesión a la churrera en las últimas páginas. El retiro deseado en zarzahuriel con su churrera.
728 | Quique - 26/12/2019 @ 01:33:10 (GMT)
Sobrevaloradísima novela.
La idea es buena, su intención didáctica encomiable, pero no la sostiene una estructura muy deficiente (amontonamiento de capítulos que no hacen avanzar la narración, obstinándose en descripciones repetitivas hasta el hartazgo), ni una trama demasiado obvia y simple, ni un lenguaje cargante (artificioso casticismo culto), ni las numerosas incoherencias e inverosimilitudes que existen en la historia.
Pase porque Santiago Lorenzo nos pueda parecer un tipo simpático y porque Manuel, el protagonista de "Los asquerosos", apunte a modelo alternativo de ciudadano (¿héroe o villano?), con lo que ello conlleva de filias y fobias, pero de ahí a considerar esta novela como buena va un mundo, o dos.
Si esta es una de las novelas más leídas (y mejor valoradas) en España este año debe ser porque no andamos demasiado bien de lo nuestro.
561 | juan pablo - 22/08/2019 @ 18:39:07 (GMT)
Este libro para mí ha sido como realizar un crucigrama, es decir me ha producido el mismo placer que rellenar uno, o casar un rompecabezas. El placer literario lo he obtenido en el estilo, la riqueza de los términos, los giros originales en la forma. No se me malinterprete : No es un libro complicado , tipo Rayuela. Todo lo contrario, es taxativamente simple. A más no poder. Apenas tres ideas gobiernan el relato. Interesantes , actuales, incluso existenciales , tratadas con humor, ironía, sarcasmo y cabreo.
¿El problema? Puede resultar cargante. Muy cargante para sus poco más de doscientas páginas. La historia no daba para más que un relato corto. Sin embargo Lorenzo se dedica en demasiadas páginas a decir una y otra vez las mismas ideas, cada vez con palabras, comparaciones, analogías y metáforas más variadas y diferentes. El problema de eta novela es que en doscientas páginas apenas pasa nada, no hay historia , o la que hay , al estirarla hasta el límite se queda sin sustancia, solo vestida de estilo literario.
Lo he acabado subrayando ( con un lápiz) porque me gustaba la sensación de ir por una mina coleccionando piedras bellas, "al César lo que es del César" ( otro lugar común que tanto desprecia Lorenzo) . Pero además porque era la única manera de continuar leyendo y no abandonarlo , como un pueblo castellano deshabitado, a mitad de lectura .
Me llama la atención que siendo Lorenzo, también, director de cine , no haya solicitado una revisión crítica a algunos de sus allegados, a modo de "premiere" o test que le dijeran ... "por Dios que no es un largometraje, usa la tijera y deja de mirarte tanto en el espejo de tu capacidad narcisista del lenguaje": ¡ Por favor corta , siega, modera, afina !
Este es un relato corto disfrazado de novela y, dada la forma en que está escrita, parece que estás leyendo a veces textos clásicos del Siglo de Oro español. Hay que releer muchas frases más de una vez.
Desde luego ha enriquecido mi lenguaje. Pero de ahí a poner este texto tan por las nubes como muchos lectores ... no puedo coincidir demasiado.
474 | santiago lorenzo - 23/02/2019 @ 20:04:25 (GMT)
Muchísimas gracias por su crítica, muy bien compuesta. ¡Un abrazo!
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