El personaje de Lewis Carroll siempre le ha atraído al autor argentino. “decidí leer alguna cosa sobre la vida de Carroll y me topé con dos descubrimientos que me gustaron mucho: la obsesión de él por la fotografía, de la que fue un pionero y su gusto malsano por fotografiar niñas pequeñas, y el episodio en que la familia decidió arrancar muchas páginas de los trece cuadernos de los diarios del escritor. Desaparecieron un total de cuatro cuadernos que destruyeron sus sobrinos-nietos”, cuenta el escritor con un halo de misterio. El autor británico llegó a realizar unas 2.500 instantáneas de niños donde reflejaba su desnudez, en algunos casos demasiado explícito.
La novela comienza en el año 1994. Apenas un año ha pasado en la pequeña ciudad universitaria británica desde que una serie de muertes sigilosas y casi abstractas sacudieron a la comunidad. Muertes que la prensa local bautizó como Crímenes imperceptibles. Los protagonistas de aquella desconcertante intriga, el reputado profesor de Lógica Arthur Seldom y su joven discípulo argentino G –de nombre impronunciable para los británicos–, se topan con un nuevo misterio. En esta ocasión nadie parece estar a salvo del peligro, porque la serie de crímenes que amenaza a la comunidad universitaria no sigue ninguna lógica descifrable. O quizás sí, pero en este caso no responde al exacto rigor matemático de los anteriores asesinatos, sino a las oníricas o fantásticas leyes del nonsense que gobiernan el País de las Maravillas de Lewis Carroll.
Para Guillermo Martínez, Lewis Carroll “era una persona extremadamente lógica, he querido reflejar su idiosincrasia y crear un mundo que tenga sus propias leyes”. Por eso, su novela se desarrolla en un plano simbólico, lo auténtico queda como falso y se necesitan muchos ejemplos para entender los conceptos que manejaba Carroll. Siguiendo su tradición, el protagonista principal vuelve a no tener nombre. Siempre hay un halo de misterio en todas sus novelas.
“La novela tiene ediciones diferentes para España y Argentina. Hay palabras que no sé en una u otra orilla del Atlántico, de ahí la adaptación”, confiesa el escritor de Bahía Blanca. Con ágiles diálogos, escenas memorables y un ritmo vertiginoso, Guillermo Martínez se supera así mismo y vuelve a sorprender. En la mejor tradición del policial de misterio, tal y como lo concibió Jorge Luis Borges, o la novela de enigma que consagró a Umberto Eco, el reciente Premio Nadal de Novela construye, con una prosa cristalina y tersa, un thriller que aúna lo libresco y las referencias literarias con el relato policial clásico.
“No me da miedo imaginarme nada”
Guillermo Martínez es un escritor arriesgado que afronta tramas difíciles y temas polémicos como la posible pedofilia del escritor victoriano. “No me da miedo enfrentarme a nada e imaginarme nada”, asevera rotundo el escritor. Cree que el conseguir hacerse con el premio Nadal va a servir para que “la novela se lea mucho más y en diferentes sitios. Va a tener mucha mayor visibilidad”, dice con razón y añade que “en el género de thriller me encuentro muy a gusto pero siempre manteniendo una lógica en el final de la novela, hay muchos libros de este género que no tienen un final como es debido”.
Martínez toma como punto de partida el hallazgo real, por parte de la dramaturga Karoline Leach, de un documento que resume las páginas arrancadas del diario de Carroll, y se inspira además en la publicación del diario auténtico en nueve volúmenes llevada a cabo por la también existente Sociedad Lewis Carroll, para tramar a partir de allí una ficción que atrapa al lector desde la primera página.
Un enigma policíaco condenadamente inteligente, abonado con paradojas del sentido, acertijos carrollianos y problemas filosóficos de gran calado, que va mucho más allá de la confortable lógica matemática. Una aguda reflexión sobre aquellos ingredientes dislocados, con sus posibles facetas siniestras, con los que Carroll construyó su País de las Maravillas, y que también pueden emerger en nuestra vida cotidiana.
Escribir la novela le ha llevado tres años y en un principio le salió más larga de lo que quería. “He tenido que reducirla bastante para dejarla como quería. Para que el lector pueda leerla en un par de sentadas y no se pierda en la trama”, concluye Guillermo Martínez un encuentro tan entretenido como apasionante.
Guillermo Martínez (Bahía Blanca, Argentina, 1962) reside desde 1985 en Buenos Aires, donde se doctoró en Ciencias Matemáticas. Posteriormente residió dos años en Oxford. En 1982 obtuvo el Premio del Fondo Nacional de las Artes con el libro de cuentos Infierno grande. A su primera novela, Acerca de Roderer, traducida a varios idiomas, la siguieron La mujer del maestro y el ensayo Borges y la matemática. En 2003 publicó Crímenes imperceptibles, novela traducida a 40 idiomas y llevada al cine por Álex de la Iglesia, con el título Los crímenes de Oxford, el mismo con el que fue publicada en España en 2004 por Destino. En 2007 publicó La muerte lenta de Luciana B, elegida por El Cultural entre los diez libros de ese año. En 2011 publicó su última novela, Yo también tuve una novia bisexual. En 2015 ganó el I Premio Hispanoamericano de Cuento Gabriel García Márquez con Una felicidad repulsiva. Publicó también los libros de ensayos La fórmula de la inmortalidad, Gödel para todos (en colaboración con Gustavo Piñeiro) y La razón literaria.
Puedes comprar el libro en: