Por este motivo, en este libro ha sabido volcar, a la perfección, los conocimientos y saberes que posee sobre la Grecia Antigua aunándolos a la vez a su propia vida. Y es que, de alguna manera, después de tanto tiempo y dedicación a los Clásicos, ha ido haciendo suyos también estos episodios helénicos hasta el punto de que ahora forman parte también intrínseca de su ser, puesto que no en vano le han acompañado siempre, por lo que ha decidido rendirles un merecido homenaje en esta obra y dedicarle algunos de estos poemas a antiguos profesores y compañeros de profesión que le han marcado, de una forma o de otra, en lo personal y en lo profesional como Martín S. Rupiérez, Luis Gil o Vicente Cristóbal.
Escrita con verdadera pasión, como cualquiera de sus obras, a través de los 17 largos y extensos poemas que podremos leer en este libro redescubriremos a muchas figuras de la Antigüedad Clásica (Meránides, Mnamón, Belerofonte, Epiménides, Caronte…) y las haremos también un poco nuestras como ha hecho el poeta en cada uno de sus poemas.
Y es que a través de un lenguaje intimista, lírico, claro, rítmico y bello nos aproximaremos a temas, muy recurrentes en la obra de Siles, como son el paso del tiempo sobre nosotros y la historia que conocemos. Este aspecto podemos verlo reflejado, por ejemplo, en los siguientes versos extraídos de su poema “La cuestión homérica: a vueltas con la Ilíada”, que es el que inaugura el libro: “No: no mueren los héroes de la Ilíada / sino nosotros, sus lectores, que, a diferencia de ellos, / somos lo que somos pero sólo una vez. / Sólo como ficción el ser perdura. Pero nuestra epopeya / no es el combate en las playas de Troya/ sino otro más humilde, condenado/ a un oscuro y anónimo morir”. Y con este último verso Siles nos introduce a su vez en otro de sus temas preferidos, la muerte: (…) Por eso mismo / siguen teniendo su sentido Héctor y Aquiles, / Patroclo, Príamo, Helena, Agamenón. / Ellos ni morirán ni han muerto. Pero nosotros sí.
Y la belleza y el erotismo que esta belleza consigue transmitirnos también será otro ítem recurrente como podremos apreciar en los siguientes versos del poema “Sobre un instante griego”: ¿hay un momento más hermoso y único en la historia / que aquel en que los griegos de la Anábasis, dakruoentes, / “con lágrimas en los ojos”, pudieron ver por fin el mar? / Pienso que no, aunque quiero creer que hubo, / hay y habrá muchos otros instantes como aquel. / Estos momentos son los que / con entusiasmo / y pasión, debemos recordar. Aprendemos de ellos tantas cosas.
Libro lírico, elegíaco allí donde los haya, que con un lenguaje claro, elegante y sencillo nos hará recordar las eternas enseñanzas del mundo Clásico que como bien nos recuerda el poeta son eternas, no como nosotros, que no lo somos, idea que también nos acompañará constantemente a lo largo de toda la lectura de esta obra.
Y para finalizar os transcribo unos versos del poema final titulado “Examen”, que actúa a modo de conclusión de todo lo dicho anteriormente: “Vida y muerte son un solo y mismo texto. / Nosotros lo leemos sin saber para qué. / Pero él sí lo sabe y nos lee a nosotros / que somos un texto no menos difícil para él. Y con estos reflexivos a la par que hermosos versos pongo el punto final a esta reseña no sin antes recomendaros, como no podría ser de otra forma, la lectura de este poemario, ganador del XXVIII Premio de Poesía Jaime Gil de Biedma, que, además, contiene un prólogo del propio autor.
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