-El valor es cosa de mujeres era un proyecto pendiente desde que falleció tu marido, nuestro añorado Juan Antonio Cebrián. ¿Cuándo y por qué decidiste retomar en solitario este trabajo que había quedado inconcluso y detenido en el tiempo?
-En 2009 la editorial [Temas de hoy] se puso en contacto conmigo para saber si tenía intención de acabar el libro. Por esas fechas había finalizado otro, Fuerza y Honor, en homenaje a Juan Antonio, un libro en el que como sabes tuve la ayuda inestimable de Fernando Rueda. A mí la idea de acabar El valor es cosa de mujeres me causaba en ese momento cierto vértigo. Continuar un trabajo que habíamos empezado juntos no era fácil. Yo ayudaba a Juan Antonio con la documentación, mientras él iba creando las historias en su cabeza, luego me las dictaba y yo las escribía en el ordenador. Claro, una cosa es eso y otra muy distinta era ponerme yo a escribir.
-Pero tú habías escrito antes otras cosas,…
-En algún momento había escrito diversos textos a título personal, pero no pensando en un libro. Ahora el reto era bastante importante, porque en el caso de Fuerza y honor se trataba de nuestra trayectoria, de nuestra vida, de nuestra relación personal y profesional, lo que habíamos vivido, lo que habíamos hecho, era algo que lo tenías ahí dentro y, en ese sentido, más fácil. Pero hablar de personajes históricos femeninos y, sobre todo, retomar algo que él había escrito era arriesgado. No quería estropear el maravilloso trabajo que Juan Antonio había realizado como escritor a lo largo de tantos años. No quería meterme como elefante en cacharrería y que los lectores pudieran preguntarse si el libro era de verdad la última obra de Cebrían. Por eso lo fui dilatando en el tiempo, hasta que me sentí con suficientes fuerzas para hacer una labor digna y él desde arriba pudiera decir ‘esta es mi chica’. Ahora sí, ahora puede decirse que el libro ha sido terminado y escrito a cuatro manos.
-¿Entonces estás satisfecha de cómo ha quedado el libro…?
-En estos momentos te digo que sí. Dentro de un tiempo, si vuelvo a escribir otro libro, a lo mejor pienso que podría haberlo hecho mejor. Pero ahora mismo estoy satisfecha, sobre todo cuando la gente que lo lee no termina de saber que parte escribió Juan y cual he escrito yo. Eso para mí es indicativo de no haberlo hecho mal.
-Juan Antonio publicó varios libros de divulgación histórica en los que había escrito sobre numerosas figuras de la Historia. ¿Qué le llevó a escribir un libro dedicado exclusivamente a personajes históricos femeninos?
-En los Pasajes de la Historia de la radio había escrito perfiles de mujeres relevantes, era algo que ya había tocado. Pero el libro fue una idea original de la editorial, pensado en las mujeres que siempre han estado más olvidadas o denostadas. La editorial consideró que Juan iba a tratar con mucho respeto a los personajes y que él podría hacer muy bien esa labor de divulgación. Entonces le propusieron este libro sobre mujeres españolas.
-¿Todas españolas…?
- Sí. En principio fueron unas trece. Luego se incluyeron dos más y así empezó el proyecto. La cuestión es que cuando comienzas a documentarte siempre encuentras algún personaje nuevo que merece la pena incluir. Personalmente disfruté mucho cuando hice la labor de documentación para Juan y, con posterioridad, cuando terminé de escribir el libro.
-Tú has tenido que asimilar el texto que estaba escrito y desarrollar la parte de faltaba. ¿Qué mujer ha resultado más difícil de abordar y cuál más fascinante?
- Más que fascinación, con la que figura que yo más me he identificado ha sido con María Pacheco. Tuvo una relación con su pareja que fue creciendo, conociendo a su marido hasta enamorarse de él y asumir su ideología. De tal manera que ella se mete de lleno en todos los proyectos que estaba realizando su esposo y se hace muy cómplice de todo ello. En ese punto de complicidad es con el que yo más me identifico con ella. Hasta el punto que cuando su marido, Juan de Padilla, es ejecutado, por ser un líder comunero en la Guerra de las Comunidades de Castilla, da un paso al frente, asume la empresa ideológica de su marido, lucha con los comuneros poniendo en jaque a Carlos V y se convierte en una revolucionaria más.
Juan Antonio Cebrián y Silvia Casasola-¿Y la más difícil de abordar?
-Bueno, el personaje que me gusta menos es Ana de Mendoza, la princesa de Éboli. Yo no sé si al final la Historia realmente la ha hecho justicia, pero a mí lo que me queda de ella es una mujer que lo tuvo todo, que mientras estuvo protegida por su marido Ruy Gómez de Silva llevó una vida muy placentera, era muy ‘gastona’, y cuando debería haber caminado sola, luchado por sus hijos y defender sus intereses es cuando comienza a salir su verdadera personalidad. En ese momento comenzó a hacer amistades peligrosas, sobre todo con Antonio Pérez que luego hizo un ‘puigdemont’ y se fue a Inglaterra. En este sentido, me parece un personaje débil. Se dejó llevar, quizá mal asesorada, o tenía muchas ambiciones que no pudo cumplir, el caso es que tras la muerte de su marido ella cae y al final no termina de levantar cabeza.
-En tu libro hay figuras lejanas en el tiempo y otras, como Concepción Arenal o Clara Campoamor, que el público lector las tiene más recientes en su memoria por lo que significaron a principios del siglo XX. Sin embargo, en las páginas de "El valor es cosa de mujeres" sacas a la luz personajes de nuestro Siglo de Oro para rescatar a varias mujeres que en aquellos días tuvieron un protagonismo que aún está por descubrir y que a buen seguro necesita ser divulgado con mayor intensidad. ¿Qué te han sugerido esas mujeres fundamentales de nuestra Historia, cuando España era una gran potencia mundial, que durante tanto tiempo han permanecido ensombrecidas, cuando no olvidadas?
-Hay un momento que me parece interesante. Algunas de estas mujeres tuvieron la opción de marcharse al continente americano, al Nuevo Mundo, y apostaron por construir allí una nueva vida. Aquí en la península apenas tenían opciones. Si eras ‘una niña bien’ podías acceder a la cultura o estudiar, pero con muchas limitaciones. Salvo alguna excepción. Podían comprometerte en matrimonio sin que contara tu opinión para nada. La gente normal tenía pocas oportunidades y si una mujer se quedaba embarazada sin estar casada era poco menos que una apestada. Sin embargo, en América podías empezar de cero. En el libro se cuenta, por ejemplo, la historia de Inés Suárez que tras casarse y estar un año sin noticias de su marido viajaría al nuevo continente en su busca. Intentando labrar para ellos un futuro diferente su esposo había muerto en Perú. En vez de regresar a España, Inés Suárez se quedará en aquellas tierras para terminar convirtiéndose en conquistadora de Chile junto al que sería su amante, Pedro de Valdivia.
-Inés Suárez fue una de esas mujeres cuyo perfil responde al valor es cosa de mujeres que plasmas en este libro…
-En efecto, fue una mujer que no se conformó con lo que le deparaba el destino. Ella vio la oportunidad de hacer lo que quería. No solo siguió a Valdivia como amante, también se puso una armadura y batalló como cualquiera de los hombres que estaban allí. Pero incluso así tuvo mala suerte, porque de las distintas causas que Pedro de Valdivia tuvo con la justicia le perdonarían todo menos que fuera adultero, ya que estaba casado en España. Por ello, tuvo que dejarla e Inés terminaría casándose con uno de los hombres de Valdivia. En cualquier caso, esta mujer inconformista pasó a la posteridad como una guerrera que conquistó Chile. De haberse quedado en España su vida hubiera sido muy distinta.
-¿Por qué las mujeres que aparecen en tu libro cayeron en olvido para el gran público? ¿Por qué, con alguna excepción, han sido más conocidas casi como ‘señoras de’ que por ellas mismas?
- Retomado la puntualización que haces. Para muchos ha sido más fácil hablar de ‘señoras de’, porque en el fondo han contado la historia de los hombres y, en segundo plano, han puntualizado o significado algo que hicieron ellas. Lo que nosotros contamos en este libro es la historia de mujeres que se han distinguido por ellas mismas, no por ser ‘hija de’, ‘novia de’ o ‘esposa de’. Se han distinguido por estar en primera fila en un momento crítico de la historia, como Agustina de Aragón, o por luchar a favor del derecho a la educación para la mujer o el sufragio femenino, incluso por su propia supervivencia. Por lo general los que han escrito la historia han sido hombres y si muchos de ellos han sido olvidados siendo hombres, como Blas de Lezo, imagínate en lo que se refiere a las mujeres, a quienes la religión y muchos pensadores nos han tenido siempre relegadas.
-En este libro aparece una mujer, Gala Placidia, a la que Juan Antonio ya dedicó varias páginas en su libro La aventura de los Godos. Un personaje que en su día debió atraerle bastante. Una mujer con una historia sobresaliente a sus espaldas…
-Sí, ella fue una mujer que tuvo una gran influencia en su momento. Reina de Hispania con los Godos como esposa de Ataulfo, tuvo un hijo, Teodosio, que muere pronto. Más tarde llegó a ser emperatriz en Roma, cuando tiene que defender los intereses de su hijo Valentiniano III. Aun así, en la época en que fue princesa romana estaban también sus hermanos por delante, Arcadio y Honorio. Ella era moneda de cambio, viendo a ver con quien la casaban. Al final, por circunstancias de destino, consiguió reinar primero en Hispania y luego en Roma.
-Otras dos mujeres relevantes que aparecen en el libro son María Pita, menos conocida, y Agustina de Aragón un icono de la Guerra de la Independencia contra los ejércitos napoleónicos...
- Agustina de Aragón tiene para mí varios rasgos destacables y curiosos, algunos de los cuales no se conocen bien. El primero es que era catalana, no mucha gente lo sabe. Fue una mujer famosa en su momento gracias al reconocimiento del general Palafox. De no haber sido así hubiera pasado sin pena ni gloria. Pero de esta figura lo que más me gusta es el después del célebre suceso de la Puerta del Portillo durante el sitio de Zaragoza. Los franceses intentaron llevársela presa en dos ocasiones y las dos se escapa. Más tarde muere su hijo por un brote de peste del que ella se salva. Luego se hace guerrillera para luchar en las filas de Francisco Abad, un guerrillero que luchaba contra los invasores. Después entra en el ejército real para seguir peleando contra Napoleón. Al final dará con sus huesos en Ceuta, porque acabada la guerra y tras la muerte de su marido, Joan Roca, se volverá a casar con un médico, Juan Bustos, con quien tendrá una hija. Además, se la nombrará Alférez con derecho a una pensión. Morirá en Ceuta, aunque está enterrada en Zaragoza. Por eso digo que tras el hecho heroico que todo el mundo conoce hay una historia fascinante.
-¿Y María Pita…?
-María Pita fue una gallega con una vida sentimental muy agitada, pero siempre resurgía como el ave fénix. Se enfrentó con valentía a los ingleses cuando comandados por Francis Drake quisieron invadir La Coruña. Esta mujer, al grito de ‘quien tenga honra que me siga’, consiguió frenar con su arrojo a los ingleses.
-Casi todas las mujeres de este libro fueron mujeres que lucharon contra sus circunstancias personales y contra las circunstancias sociales, políticas,… que las rodearon. Mujeres emblemáticas de cada una de las épocas que les tocó vivir, cuyas historias han vencido al tiempo y no pocos obstáculos para llegar hasta nosotros.
-Se terminaron convirtiendo en iconos. No creo desde luego que fuera su intención, cuando esas circunstancias les llevaron a ser protagonistas en esos momentos críticos, pero es ahí cuando dan un paso al frente y luchan por lo que quieren o por lo que creen justo. Hicieron algo que no era lo habitual, algo excepcional.
-Y sus figuras tienen vigencia en el mundo de hoy…
- Sí, incluso me atrevería a decir que no sé hasta qué punto hoy podrían hacer algunas de las cosas que hicieron en su día estas mujeres. Por ejemplo, la reina doña Urraca. Imaginemos hoy una reina que se quedara viuda y tuviera amantes e hijos de esos amantes. Te pregunto yo ahora ¿crees que hoy se admitiría eso como algo normal? Otro caso similar podría ser el de la mora Zaida. En el pasado estas situaciones eran muy complicadas, pero hoy también lo serían. Quizá hubo una excepción, la reina Isabel II, pero nunca estuvo exenta de crítica.
-¿Tras este libro tienes algún proyecto en el horizonte que puedas contar?
- Ya sabes que a mí el tema de las mujeres me interesa mucho. Me atrae poder rescatar del olvido personajes desconocidos o poco divulgados. También tengo un proyecto personal sobre un familiar mío que hizo las Américas, que no se le conoce pero fue muy importante…hasta ahí te puedo decir….
*Francisco J. Castañón es colaborador de TodoLiteratura y director de la prestigiosa revista digital Entreletras
Puedes comprar el libro en: