Siendo muy joven comenzó a sentir la necesidad de viajar para conocer nuevas culturas y pueblos diferentes al nuestro. En su imaginación nuestro autor Francesc Bailón Trueba (Barcelona- 1968) no paraba de soñar y de imaginarse rodeado de unos hombres y mujeres totalmente desconocidos.
Comenzó estudiando como un hobby Antropología Cultural como si en ella encontrase una nueva forma de aumentar su Vocabulario y sus Conocimientos. Desde que llegó a sus manos “El antropólogo inocente” (Anagrama) hasta las obras de Bromislaw Malinowski (1884-1942) Bailón no ha parado de estudiar. Pero aún así a esa teoría le faltaba algo… Se planteó realizar un trabajo sobre los nativos de la isla de Baffin (Ártico Canadiense) Pero en medio de sus charlas y foros continuamente aparecía la palabra inuit, así era como se conocía a esas mujeres y hombres vestidos con pieles denominados esquimales. Se preguntaba cosas que en ocasiones no tenía respuesta. “¿Por qué la mayoría de la gente en España seguía utilizando la palabra esquimal cuando este pueblo se designa a sí mismo con el termino genérico inuit? En la Universidad nadie me enseñó a encontrar “mi cultura.” ¿Realmente esto se aprende? se preguntaba una y otra vez”. Tras 21 expediciones al Ártico centrando su trabajo de campo en Kalaallit Nunaat (Groenlandia) y siendo Profesor y conferenciante de temas relacionados con este pueblo quiso volcar todos sus estudios en dos obras completamente complementarias. La primera una introducción “Los poetas del Ártico. Historias de Groenlandia” un estudio que nos hace darnos cuenta de que no somos los únicos habitantes del mundo que ven nuestros ojos.
Y en donde relata minuciosamente como fueron los encuentros y encontronazos y como se preparan estos viajes y las satisfacciones que surgen. ¿Sabían ustedes que en 1818 una expedición británica comandada por el Capitán John Ross y el Teniente William Edward Parry que iba en busca del Paso del Noroeste contacta por primera vez con un grupo inuit del Norte de Groenlandia que había permanecido completamente aislado durante 400 años y casi dos siglos después nuestro autor viaja hasta está región remota en busca de los Poetas del Ártico? Y en un segundo volumen en donde se centra mucho más en esos hombres que le perseguían desde sus catorce años: “Los inuit. Cazadores del Gran Norte” ambas publicadas por Nova Casa Editorial y esta segunda obra con un prólogo sentimental de Javier Cacho, científico y escritor, especialista en temas polares que según sus palabras nos hallamos ante, “Un ensayo que con todo derecho puede considerarse el primer tratado escrito por un español sobre los inuit, en donde nos sorprende la adaptación de este pueblo a un medio tan carente de recursos en un entorno dominado por el hielo y la nieve donde el mundo vegetal apenas es capaz de hacer acto de presencia durante unos meses del año” a lo que añade: “donde la madera es un bien escasísimo y donde los minerales más concretamente el hierro, son inexistentes. Este pueblo ha tenido que depender, para su alimentación, vestimenta y utillaje únicamente de los animales que capturaba. Caza que en el caso de los osos, ballenas y morsas, representaba un auténtico peligro mortal. Y todo ello en un entorno helado y cruel que no perdona la más mínima equivocación” Dos volúmenes sumamente recomendables sobre todo por la humildad del autor que por una vez no utiliza el término “diferentes” sino que parece cambiarlo por el de seres humanos. En ambas cuenta de una manera muy pormenorizada dos biografías la suya y la de estos pueblos. Hasta la cineasta Isabel Coixet en “Nadie quiere la noche” (2015) contó con el asesoramiento de nuestro autor que nos dice: “Nos adentramos en una cultura que, en muchos aspectos ha permanecido inalterable a lo largo de los siglos y que ha seguido respetando su entorno natural como estrategia principal de subsistencia” Quizás nos quedan muchas dudas y preguntas en el aire pero sin querer nos deja caer: “¿Sabían ustedes que la supervivencia de esta cultura condiciona también la nuestra y que Groenlandia como país emergente, actualmente está en vías de conseguir su independencia de Dinamarca?” obras que van acompañadas de imágenes muchas de ellas sacadas por su autor en donde hace suya esa máxima de “donde vayas haz lo que vieres” y que mejor para conocer una cultura que convivir en casas diferentes pero sumamente acogedoras en donde no podemos olvidar las veces que Bailón ha tenido que dormir en aeropuertos por distintos cambios horarios o por qué simplemente no pudo llegar a tiempo. Y los inuit creían que cada objeto o fenómeno – según sus palabras-, de la Naturaleza, animal, persona, o lugar tenía su anua o inua, un término que puede traducirse como señor, persona o espíritu. “Desde el siglo XVI buena parte de las gentes que vivían en las regiones árticas y subárticas del Planeta eran conocidas en Europa como “esquimales No se sabe si este término originalmente significaba ‘los que comen carne cruda’ o bien ‘constructores de raquetas de nieve’ En todo caso hoy se considera una denominación despectiva y se prefiere utilizar el término inuit que significa en lengua inuktitut personas o seres humanos” añade. Y también ha podido documentar como estos pueblos han sido diezmados por las enfermedades europeas cuando a finales del siglo XV el hombre blanco empezó a frecuentar el Gran Norte en busca del mítico paso del Noroeste que debía de comunicar directamente Europa con Asia. Así se produjeron los primeros contactos de los inuit con exploradores, comerciantes y misioneros occidentales que según Bailón no fueron precisamente amistosos. Las obras de Bailón se suman a las de esos grandes exploradores desde Alexandra David Neel o Cristina Morató hasta Javier Reverte que con otros medios y en otras épocas a través de sus obras nos han puesto en nuestras manos a otras personas y otras culturas que por vestir diferente y en ocasiones no tener costumbres o simplemente vivir historias no parecidas a las nuestras han producido en nosotros una cierta indiferencia. También nos encontramos con dos obras desmitificadores en donde su autor llama a las cosas por su nombre después de haber viajado y omitiendo los nombres de las personas que a través de sus distintos viajes han dado datos e informaciones. Groenlandia, los Poetas del Ártico o los inuit quedan a muchos kilómetros de distancia. De hecho a la hora de escribir sobre nuestro autor nos dicen que estará durante cinco semanas en Groenlandia pero gracias a éstas y al trabajo realizado las tenemos al alcance de nuestra mano. Ver como los inuit utilizan varios tipos de abrigos, entre ellos los conocidos anoraks y parkas o como las mujeres llevan uno denominado amauit hecho de piel de foca o caribú pensado para que las madres lleven consigo a sus bebés y así darles calor y protegerles del frio. Y las tareas estaban distribuidas por sexos y los hombres se dedicaban básicamente a la caza y a la pesca o aportar los alimentos necesarios para la subsistencia familiar. Y al final cuando acabamos de leer la última página nos quedan esas palabras del autor quien puntualiza: “¡Constituye uno de los últimos soplos de humanidad que le quedan a este Planeta!” Es como si estuviéramos mirándonos a un gran espejo y al final nos queda una pregunta que intentamos resolver. ¿Cuál es la diferencia?
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