Por sus manos han pasado escritores como Joan Didion, Philip Roth, J. M. Coetze, David Foster Wallace, Colson Whitehead y, últimamente, Daniel Pennac, Paolo Cognetti o Virginia Despentes. Su labor se notó, sobre todo, con García Márquez y con J. M. Coetze, del que publicó su último libro “Siete cuentos morales” antes de que se hiciese para el mercado anglosajón, debido a su estrecha relación con el premio Nobel sudafricano.
Yo no era amigo de Claudio, pero sí conocido y nos habíamos encontrado en varias presentaciones de sus autores a los medios de comunicación. Siempre acompañaba en esas presentaciones a su querido Javier Cercas que, en mi opinión, creció muchísimo al lado de Claudio y, también, en la última visita de unos de mis escritores favoritos, James Ellroy. En la misma tuve ocasión de hablar largo y tendido con él, pero fue en otra ocasión donde compartimos gustos literarios y musicales; de edades similares, ambos teníamos las mismas influencias culturales.
Salía de entrevistar a una conocida escritora en el Hotel de las Letras cuando me topé con él de casualidad. Estaba esperando a un escritor latinoamericano que quería sumar a su editorial, como se retrasaba, nos tomamos un café y estivimos un buen rato charlamos de literatura y de ciertas anécdotas del mundo editorial. En los primeros compases apareció el nombre de James Ellroy del que acababa de publicar “Perfidia”, el primer volumen del “Segundo Cuarteto de los Ángeles”, algo así como la precuela del primer Cuarteto. Me consta que estaba trabajando en la segunda entrega del cuarteto titulada en América “This Storm”.
En cierta ocasión, me había dicho James Ellroy que sus novelas no eran negras, que él prefería que se las denominase novelas históricas porque su pretensión era hacer una especie de Episodios Nacionales americanos. Es verdad que “Perfidia” tiene mucho de eso aunque está claro, por lo menos para mí, que sus novelas son más negras que el carbón que me han traído los Reyes Magos de Oriente, supongo que de una triste mina asturiana.
Claudio López de Lamadrid estaba empeñado en reeditar toda la producción literaria de Ellroy. Ya lo había hecho con el “Cuarteto de Los Ángeles”, en edición de bolsillo y acababa de reeditar la “Trilogía de los bajos fondos de Estados Unidos". “La leí hace bastantes años en Ediciones B”, le dije haciéndome un poco el interesante. “La nuestra no tiene nada que ver. Hemos realizado una nueva traducción porque la de B era bastante floja”, me replicó. Y tenía toda la razón, recuerdo que la traducción dejaba bastante que desear y no se podía comparar con la que había leído de “Perfidia” hace unos meses. Así era él, riguroso en el trabajo y afable en las relaciones, aunque un poco reservado. Su vida era los libros. Había creado Galaxia Gutenberg cuando trabajaba para Círculo de Lectores y hasta ayer era el adalid del sello Literatura Random House donde estaba empeñado en dar a conocer en España a los grandes talentos de la literatura latinoamericana de la que era gran conocedor. Su editorial va a notar su falta porque no se atisba relevo solvente y los amantes de la buena literatura, también, yo entre ellos.