Uno de los mayores dramas de este mundo en el que vivimos es la guerra. Por culpa de los conflictos armados, muchas personas tienen que migrar de la tierra que les vio nacer para buscar lo que todos los habitantes de este planeta desea: PAZ. Así, con mayúsculas, todos queremos vivir en paz. Después vendrá la alimentación, la sanidad y, si se puede, la abundancia. Muchos occidentales, europeos y americanos, intentan defenderse diciendo que en los países desarrollados no van a encontrar lo que buscan. Que hay demasiadas personas para los recursos actuales. Una persona del Comité Español de ACNUR me contó que un niño migrante le había dicho que venía a Europa buscando esa paz. Le respondió que en nuestro continente no había futuro para tantas personas. A lo que le respondió: “quizá no haya futuro pero hay presente, en mi país no hay ni siquiera eso”. Sabias palabras de un niño que apenas tenía doce años. De ahí que la ayuda humanitaria a esas personas sea fundamental para que no se sientan trasterrados.
La literatura tiene la obligación de sensibilizar a los lectores y luchar por los derechos humanos, de mostrar la cruda realidad que se padece en muchos países de África, Asia o América, y deberíamos incluir también a Europa porque en este viejo continente también hubo refugiados que cruzaron la frontera desde países como Bosnia o Ucrania en busca de esa paz que el destino les ha hurtado. La historia nos recuerda, y hay muchos libros sobre esto, a los refugiados españoles de la Guerra Civil o los refugiados de la Segunda Guerra Mundial. Este problema nos ha tocado y nos toca muy de cerca.
Son pocos los libros que tratan temas como el de los refugiados, pero son libros necesarios para concienciar a todo el mundo. Y se puede empezar desde el público infantil. Omar, el protagonista de la novela infantil “Soy una nuez”, de Beatriz Osés, perdió a sus padres en una patera intentando llegar a las costas italianas huyendo de la guerra. Omar se haría pasar por una nuez, pues se cayó de un árbol al jardín de una abogada italiana y ésta adujo que todo fruto de árbol caído a su jardín era de su propiedad. Conmovedora historia que narra ese periplo infantil en busca de un lugar donde vivir en paz.
El escritor turco Mohsin Hamid en “Bienvenidos a Occidente”, pone el dedo en la llaga de las mafias que cobran a los refugiados por llevarlos en penosas condiciones hasta Europa, el jardín del edén para ellos. Turquía es territorio de pasos para millones de refugiados escapan de las guerras tanto de Asía (Irán, Iraq, Siria, Afganístán, etc.), como de África. ¡Ya no sabemos bien cuáantas guerras hay en ese continente! El escritor holandés Daan Heerma van Voss nos lo cuenta en su novela “La última guerra”. Ha recopilado muchos testimonios para ficcionar con estilo literario la crueldad con que se trata a los refugiados africanos. En su opinión, y tiene toda la razón, “los refugiados no quieren ser víctimas, quieren ser personas normales”.
Escritores como Henning Mankell visitaron campamentos de refugiados para compartir sus sentimientos con los refugiados, tanto vio que llegó a decir que “Europa necesitaba a esas personas tanto como ellos a nosotros”. El fotógrafo y escritor brasileño Sebastiao Salgado, visitó durante seis años muchos campamentos, su experiencia está en el libro “Éxodos”, una obra maestra sobre los migrantes de 35 países, muchos le contaron sus terribles dramas personales, un libro que nos sirve para sentir, aunque sea un poco, los padecimientos de estos millones de personas que huyen de la tragedia.
Se han escrito muchos ensayos sobre la migración, algunos de imprescindible lectura como “Refugiados, frente a la catástrofe humanitaria, una solución real”, de Sami Naïr; “Mediterráneo, el naufragio en Europa”, de Francisco Javier de Lucas Martín o “No somos refugiados”, de Agus Morales. Todos estos libros son ideales para profundizar en una problemática cada día más acuciante y que merece que encontremos, entre todos, una solución. ACNUR está en ello pero necesita la ayuda de todos.