Quizá por ello no tuvo demasiada acogida en su primera publicación, aunque con posterioridad haya servido para cimentar la reputación del autor y situarlo entre los mejores escritores estadounidenses. Hoy está considerada una obra maestra que abrió nuevos senderos a la narrativa. La frase inicial del narrador —«Llamadme Ismael»— se ha convertido en una de las citas más conocidas de la literatura en lengua inglesa.
Herman Melville (Nueva York, 1819-1891), autor fundamental de la literatura estadounidense, fue también un joven marinero que se embarcó a bordo de un ballenero en una serie de viajes por los mares del Sur. De aquella experiencia surgieron sus primeras novelas, de aventuras: Taipi (1846), Omoo (1847), Redburn (1849) o La guerra blanca (1850). Todas ellas quedaron superadas por la publicación de Moby Dick (1851), una obra dotada de una profundidad simbólica y psicológica que encumbrarían al autor al lugar que ocupa hoy.
Tras su magnífico relato Bartleby, el escribiente (1853) —para muchos, precursor de la literatura del absurdo—, el autor sufrió un declive personal y profesional que le llevó a refugiarse en la poesía durante el resto de su vida. Treinta años después de su muerte se descubrió el manuscrito de una última novela, Billy Budd, que suscitaría igualmente la admiración de autores como Mann, Camus o W.H. Auden.
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