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Fleur Jaeggy, "El dedo en la boca": la voz y su indeterminación

jueves 08 de noviembre de 2018, 07:44h
El dedo en la boca
El dedo en la boca

La voz y su indeterminación. La búsqueda del yo en un bosque plagado de telones. Donde cada uno de ellos es diferente al anterior. Un bosque que se asemeja mucho a un escenario por donde pasan actores y se desarrollan tramas que apenas adivinamos, porque no sabemos ni adónde van ni lo que quieren. Todo es incierto y, en cierto modo también, perverso. Aquí el dedo en la boca es una irónica metáfora de una multiplicidad de voces que nos arrastran hacia la oscuridad o hacia el otro sin saber muy bien el porqué de esa elección. La primera novela de la escritora suiza afincada en Italia, Fleur Jaeggy, es una tesis de intentos no resueltos que se desarrollan en una partitura narrativa que se rompe para luego volverse a pegar, y así, en infinidad de ocasiones. Lung, la joven protagonista de esta novela corta es la imagen de la multiplicidad que deviene en amor y tristeza, juego y aislamiento, furia y miedo. Lung atraviesa cada telón de ese imaginario escenario en el que se mueve para trasladarse del hospital a su casa, de su infancia a la juventud, o del eco de la voz de su madre a la presencia de un tío-padre caprichoso, como ella.

"El dedo en la boca" es un pliegue impreciso de emociones que se van desarrollando a lo largo de una no menos imprecisa trama, en la que la capacidad de su eco es la de traspasar barreras emocionales y temporales. Adentrarse en este tren de corta distancia es hacerlo en un trayecto cuyas vías recorren infinidad de túneles que no nos dejan ver aquello que sucede a nuestro alrededor. En este sentido, Fleur Jaeggy da un gran margen de libertad al lector a la hora de interpretar por sí mismo aquello que ella le propone: un viaje incierto hacia una nada donde confluyen los recuerdos de una forma anárquica y fragmentaria. Recuerdos que deambulan por una realidad discontinua como los espacios por donde se mueven Lung, la protagonista, El tío-padre Jochim, la madre Marween, un pequeño cerillero o su amiga Amance.

"El dedo en la boca" representa el primer rayo de luz en la escritura de una Fleur Jaeggy siempre amenazante, perversa y punzante. Un inicial ensayo sobre la voz y su indeterminación.

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