Dos hombres de distintas épocas con un misterioso destino en común: la necesidad de una redención, de una reivindicación que rehaga sus vidas aunque, tal vez, sea ya demasiado tarde. O quizá no, quizá todavía se esté a tiempo de hacerles justicia a los desafortunados.
Esos dos hombres separados por un siglo, el desertor de la Guerra de 1914 y el de su propio lugar en la vida cien años más tarde, sólo pueden encontrarse en la ficción. Huyen, pero sus caminos se cruzan en esta novela para trazar el silencioso mapa de la verdad.
Un hombre desaparece
Jota es un maduro abogado que trabaja en el comercio de alimentos. ¿Qué lo impulsa un día, mirando los camiones que parten con sus mercaderías, a pedir a una conductora que lo acerque a la frontera con Francia, adonde ella viaja por trabajo pero él no tiene ningún motivo para ir? Es el inicio de un largo periplo no al extranjero sino al pasado, tanto histórico como personal.
Jota desaparece de los lugares que solía frecuentar, pero no es tan fácil hacerlo de la mente de las personas que piensan en él. O que lo quieren. O lo necesitan. Magda, su ex mujer, madre de su hija Julia, empieza por inquietarse cuando sus llamadas no son atendidas y acaba por iniciar una búsqueda a la que pronto se sumará Carol, hermana de Jota, y luego Hache, su mejor amigo. ¿Adónde ha ido Jota? ¿Por qué?
El viaje al norte de Jota no es un simple vagabundeo. Tiene una meta muy definida: el campo de batalla donde se libró uno de los más cruentos combates de la Primera Guerra Mundial: la terrible batalla del Somme, en la que miles de soldados enterrados en el sitio perdieron la vida. ¿Pero qué es lo que se le ha perdido a Jota allí? ¿Qué tiene que ver con él esa batalla de otro siglo?
La pequeña y la gran historia
La historia que ha llevado a Jota a recorrer los fríos campos franceses donde tuvo lugar la batalla del Somme no es más universal que su propia experiencia íntima, la que lo marcó para el resto de su vida y de la que ni siquiera es el responsable.
Se trata de la que para él es la deserción original, el primer abandono: cuando su padre dejó a su madre, y con ella a él y a su hermana, y decidió formar una nueva familia, con Lorena, la mujer que inicialmente había contratado para cuidar de sus hijos a causa de la intratable enfermedad que tenía a su esposa postrada.
Sólo que tal vez Lorena hizo demasiado bien su trabajo, pues toda la familia se apegó a ella. Fue su ausencia, antes que la del padre, la que sintieron más profundamente los niños y hasta la propia madre cuando partieron juntos.
La letra del padre
En lugar de un nombre, una letra: Jota. Pero detrás de esa letra hay un nombre: Jacinto, el nombre de su padre y del padre de éste, y así sucesivamente. Una tradición de la que en vano ha tratado de fugarse, ya que si algo le queda cada vez más claro a lo largo de su escapada al norte es que no ha hecho sino repetir la experiencia del padre.
De esta forma, su biografía le parece calcada a la de ese hombre al que no conoció muy bien, una trayectoria vital plagada de equívocos. Jota se sentía atraído por Rosa, la hermana de Magda, pero finalmente se casó con ésta última aunque luego le fue infiel durante años con la propia Rosa. A su vez, Rosa está casada con Julen y vive «como una reina» después de haber dejado su profesión de abogada, y es por eso que tolera las infidelidades de su marido, al que no dejará por Jota ni cuando éste la deje embarazada. Al contrario, Rosa preferirá abortar y, en un giro de su vida inesperado, abandonará al marido y se volcará de nuevo en su carrera profesional. Por su parte, Jota dará por perdido su propio matrimonio, pero mantendrá su relación con Magda con la excusa de la hija que tienen en común.
¿Una vida sin sentido? No para Magda, Carol y Hache, quienes logran seguirle el rastro a Jota hasta dar con él allí mismo en el campo de batalla, adonde ha ido a parar gracias a las cartas enviadas por Albert, el soldado, a su padre, y que habían sido copiadas de su puño y letra por Jacinto, el padre de Jota, en el cuaderno que le dejó a su hijo al morir. Así como un siglo atrás aquellas palabras transmitían la verdad del hijo al padre encargado de honrar su memoria, hoy son el puente por el que el hijo puede restaurar su lazo con el padre negado y con la vida a la que estuvo a punto de renunciar. Es esta verdad la que sobrevive a la guerra para dar nuevas fuerzas a quien debe reanudar su lucha.
El escritor aragonés Joaquín Berges (Zaragoza, 1965) publicó su primer libro, El Club de los Estrellados (2009) y ese mismo año la novela fue reconocida como la “mejor ópera prima” en castellano en el Festival du Premier Roman de Chambéry (Francia). Su segunda novela, Vive como puedas, (2011), fue acogida muy favorablemente tanto por la crítica como por el público. La tercera, Un estado del malestar (2012), resultó galardonada con el Premio Cálamo al libro del año.
En 2014 publicó su cuarta novela, "La línea invisible del horizonte", una historia de superación, de secretos y emociones ocultas que su autor define como un homenaje a las montañas del Pirineo de Huesca. Al año siguiente apareció Nadie es perfecto (2015), un excéntrico divertimento literario que transcurre en una mansión inglesa con mayordomo y aristócratas. Ese mismo año fue distinguido en la categoría de Letras en la primera edición de los Premios Artes&Letras que concede el suplemento cultural del diario Heraldo de Aragón.
"Una sola palabra" (2017) se aparta del carácter cómico de los libros anteriores para ofrecer en cambio una historia de emoción contenida sobre lo que significa reconstruir una vida olvidada. Y su nueva novela, "Los desertores" (2018), que aquí presentamos, agrega a esta profunda vena emotiva un registro épico.
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