Gastón Segura, después de haber publicado ocho libros, tenía una espina clavada con su primera novela. De manera incomprensible, a mi modo de ver, no había conseguido publicar su primera obra "Las calicatas de la Santa Librada". “Con el paso de los años y las sucesivas correcciones ha perdido unas cuantas páginas desde el original que envié al premio”, nos dice el autor de Villena en la terraza de una cafetería del barrio de Salamanca, en una soleada mañana otoñal. “La novela parte de una historia que me contó mi amigo Jesús Aparicio, que estaba ya escribiendo un relato sobre una locomotora que desapareció durante nuestra Guerra Civil. Al morir Jesús, creo que en 1995, y no haber publicado nada al respecto, decidí retomar esa historia. La anécdota de la desaparición de una locomotora me había parecido tan fascinante que me encerré durante dos años a escribirla. En un primer momento, quise hacer una novela de intriga pero no me salía; por eso y por la clara influencia de la primera parte el Quijote, decidí dejarme llevar por el personaje sin cortapisas; así surgieron Las calicatas.” “A lo largo estos años, ha pasado por varios lectores amigos y sus correcciones; entre ellos, Javier Krahe, con el que compuse una zarzuela –pero esto es otra historia que algún día contaremos-, y Moncho Alpuente”. “Y es cierto que muchos episodios de la novela los obtuve en tertulias del Café Gijón. Al extremo de que, cuanto se cuenta, tiene su origen en algún suceso real; luego, claro, lo adapté a la trama de la novela”, afirma con convicción. Para Gastón Segura, “cualquier novela española tiene que enraizarse en el género picaresco. Aunque Las calicatas tienen más de cronicón medieval que de novela tal como se concibe hoy, pero con la intención premeditada de ser descarnadamente jocosa; eso es lo picaresco. Pues la picaresca es el género donde nacen las primeras novelas de nuestro país y donde el español, como lengua narrativa, cobra más vigor léxico y sintáctico”. El autor de "Un crimen de estado" recupera un lenguaje exuberante y con tintes arcaizantes. “Tenía la necesidad de que el lector entrase en un desván cerrado y polvoriento —aquella España— y eso sólo me lo podía proporcionar ese vocabulario”, expone. Los nombres de sus protagonistas son descripciones de ellos mismos, “algo que aprendí de Cela”, apunta. “Luego tuve sorpresas; por ejemplo, el nombre de la locomotora: Santa Librada. En principio era solo un homenaje al cuento de Aldecoa Santa Olaja de acero, pero, vaya, el propio nombre de la máquina y sin intención mía, me descubrió un juego: durante el verano revolucionario del 36, el fogonero la rebautiza Liberación y, naturalmente, tras la Guerra, ha desaparecido”. Y añade: “en cuanto autores, la novela tiene tres claras influencias: la de Cervantes, sobre todo, de la primera parte del Quijote; la de Cela, que me procuró la utilización del sarcasmo, y la de Azorín, que me impulsó a escoger las palabras adecuadas aunque ya no se usasen”, disecciona el escritor. "Las calicatas por la Santa Librada" retrata a la España de recién acabada la guerra. Se sitúa en una capital de provincias sin nombre, aunque sabemos que está en… un lugar de la Mancha. Es, también, una novela coral, aunque todos los personajes tienen algo en común: intentan huir de la catástrofe de la guerra y de la postguerra, vengan del bando que vengan. “Es una novela donde se muestra el revés del heroísmo, como en toda novela picaresca. Solo un personaje parece que apetezca la guerra: el coronel, pero es para procurarse un ascenso; no por heroísmo o sentido patriótico alguno”, apostilla. “Toda novela tiene que adecuar su lenguaje al personaje y a la trama”Gastón Segura, sin darse cuenta, teoriza sobre la literatura. Para él, “cualquier novela tiene que adecuar su lenguaje al personaje y a la trama”. De ahí el léxico de esta novela. Sin embargo, este léxico arcaizante se convirtió para muchos editores en un obstáculo y la rechazaban; además, aparecieron otros problemas ridículos. “En su día, una editorial entonces con cierto prestigio no se atrevió a publicarla porque no sabían si era una novela de derechas o de izquierdas”, recuerda risueño. Eso da el nivel de politización —o quizá de miopía— que rige en el mundo editorial español. “Las calicatas es una novela sobre España, que acaba como la historia que vivieron y vivimos: que mañana continuará”, concreta. Pero, claro, trata de una España que en nada se parece, por fortuna, a la actual, donde “vivimos, a pesar de nuestro europeísmo, imbuidos por las maneras yankees. El imperio, como siempre ha sucedido a lo largo de la Historia, ha colonizado a sus provincias; ahora le ha tocado a Europa”, admite resignado Gastón Segura. En la actualidad, según el escritor valenciano, “parece como si careciéramos de porvenir. No sabemos qué va a pasar con Europa, ni con el planeta. Italia, por ejemplo, está al borde del rescate; lo que sería catastrófico para toda Europa. Y, en España, sospecho que todo iría mucho mejor si en el parlamento dominaran las carreras técnicas y científicas y no tanto abogado como ha habido y hay”, evalúa sagaz el escritor. Para finalizar nuestra charla, Gastón Segura nos da algún consejo sobre acometer la lectura “tiene una virtud: una vez leída de tirón, el lector la puede luego abrir por donde le pete, ya que es una novela compuesta por estampas, y claro divertirse leyendo solo cualquiera de ellas”, dice. Además, añade que toda su narrativa es, sin duda, “legataria de Las calicatas”. Puedes comprar el libro en:
+ 0 comentarios
|
|
|