La oportunidad para explorarlas la presta, en cada caso, una trama detectivesca protagonizada por dos investigadores que representan a cada una de las sociedades opuestas y que, aunque no pueden ser más diferentes, deben trabajar juntos: Elijah Baley, policía de Nueva York, y R. Daneel Olivaw, robot humanoide espacial. La combinación de intriga y especulación sociológica da lugar a dos de las mejores novelas de Asimov.
Merece la pena recordar que la traducción más difundida de la primera, Bóvedas de acero, estaba recortada en alrededor de una quinta parte, por lo que la novela que puede leerse en nuestra edición es sensiblemente diferente de la que probablemente conozcan la mayoría de los aficionados a Asimov. Igualmente, hemos encargado una nueva traducción de El sol desnudo, en este caso a nuestro colaborador habitual Carlos Gardini.
Presionada por la necesidad creciente de recursos, la población de la Tierra se ha refugiado en las Ciudades, enormes aglomeraciones subterráneas en un precario equilibrio. Colectivizados, agorafóbicos y temerosos de los robots, los terrestres miran con recelo a sus parientes espaciales descendientes de la oleada de colonización estelar, individualistas, longevos y en perfecta simbiosis con sus robots. La situación se complica cuando en el Enclave Espacial, en las afueras de la Ciudad de Nueva York, aparece asesinado un científico espacial. El detective neoyorquino Elijah Baley tiene que resolver este caso antes de que sus consecuencias destruyan a ambas sociedades, pero para ello debe aprender a trabajar con aquello que más odia: un robot humanoide, R. Daneel Olivaw.
Isaac Asimov fue uno de los mayores escritores de ciencia-ficción del siglo pasado, y sus habilidades se hacen patentes en Bóvedas de acero y El sol desnudo, que son al mismo tiempo entretenidísimos misterios detectivescos y obras especulativas de gran altura donde sienta las bases de toda su historia del futuro.
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