De la actual inquilina, aunque la autora no quiso entrar a valorarla, sin embargo, la editorial Espasa sí le pidió que diera unas pinceladas y a poco que López de Celis quiso poner en orden la actualidad que le está tocando vivir, nos confiesa que se ha quedado enamorada de ella y de su personalidad.
En la Moncloa "hogar" se oyen discusiones como en todas las casas
Amparo Yllana fue la primera dama que ocupó la Moncloa. Fue su vida de entrega a un marido y a su causa; eran otros tiempos. Fue la primera moradora de lo que hoy es un enorme complejo de 13 edificios llamado la Moncloa, pero cuando los Suárez entraron a ese palacio con cinco niños pequeños, -la mayor, Marian, acababa de cumplir los 13-, no dejaba de ser inhóspito y deshabitado; una casona de dos plantas donde todo se escuchaba y se compaginaban dos vidas a la fuerza: la del piso de arriba, la vida de una familia que por las circunstancias tuvo que dejar de ser normal, con la de la planta de abajo, donde se cocía la savia y el desarrollo de un joven y emergente país con todos sus dramas amplificados por la lacra del terrorismo, sucesos que fueron los más desestabilizadores para todas y cada una de las 5 familias y también para esas mujeres especiales y desconocidas que enfocaron su vida en ser y mantener "una familia normal" mientras sus maridos dirigían España.
Los capítulos de esta obra, calificada como un documento periodístico de utilidad pública, son los retratos de algunas damas, que como Ana Botella ha ocupado encantadas el Palacio Presidencial. Como ella misma dijo más de una vez "...predestinada a estar ahí", en contraposición con otras a las no les ha gustado nada.
"¿Qué cuál ha ejercido mejor y más el poder? ¡Ana Botella, por supuesto!; no ha tenido ningún inconveniente en reconocer que estaba encantada de "manejar el cotarro". Lo demostró tras la llegada de los Aznar al palacio y el cambio radical que le dieron a la estructura.
Amparo Yllana es el contrapunto de Ana Botella. Cuando su marido fue nombrado Presidente estaba en Ibiza y tardó tres días en volver a la capital. Mucho se comentó sobre el distanciamiento que había en el matrimonio, pero la auténtica razón es que a Doña Amparo le aterraba volar. Hizo el viaje en coche y barco y cuando llegó a Madrid todos los trámites del nombramiento de su marido ya estaban hechos.
"¿Negociaron Adolfo y Amparo la manera de convivir? Sí.
"El poder tiene sus servidumbres;
"Cuando dos personas muy inteligentes trabajan juntas en el día a día, es fácil haberse enamorado", se refiere la autora al supuesto idilio entre Adolfo Suárez y Carmen Díez de Rivera, pero la vida en Moncloa sin tu pareja al lado sería imposible.
"Adolfo Suárez dejó la política víctima del fuego amigo y todo esto es la génesis de la enfermedad que padece ahora"
La vida del Presidente Suárez se terminó cuando dejó la política y murió su mujer. El intervalo que pasó siendo ex presidente, mientras sufría el cáncer que finalmente se llevó a Amparo, Adolfo sólo vivió para, palabras textuales, "resarcir a mi esposa del abandono al que la tuve sometida. Se lo voy a devolver todo en este tiempo y con creces"
María del Pilar Ibáñez-Martín y Mellado, cordial y amiga de la autora, no ha podido venir a la presentación de este libro por encontrarse en los homenajes del fallecimiento de su marido. Es una mujer divertida y simpática que pasó por La Moncloa por un período breve y dejó un recuerdo enorme. "Nunca se deprimió ni fue quejica, y alababa siempre la casa y al personal", ya que eran familia numerosa cuando Leopoldo dejó su trabajo privado para dedicarse a la política y lo pasaron muy mal. Vivieron con escasez (igualito que ahora...)
"Calvo Sotelo fue el más desconocido y el más inteligente y mejor preparado de los presidentes. Por ejemplo, el único que sabía idiomas. Pilar, su mujer, la otra gran desconocida. Ambos miembros del Opus Dei"
Moncloa vs. Zarzuela.
La Moncloa cambia mucho cada vez que cambian los Presidentes y la vivienda se adecua a la idiosincrasia de los nuevos inquilinos. Esta es la diferencia principal entre Zarzuela, donde hay continuidad y Moncloa, que parece un hotel.
Carmen Romero: Independiente, comprometida y progresista
Entró con mal pie al palacio: no le gustaba nada. Su vida sencilla y su Sevilla del alma se acababan para ella, eclipsada siempre por un carismático Felipe González que anulaba todo a su alrededor. En estas condiciones a Carmen le costaba enorme energía y esfuerzo mantener su independencia y dignidad.
Transgresora de los condicionamientos sociales, feminista ponderada y una docente frustrada, es como se calificaba a sí misma. A la vez madre y esposa, siempre leal a su marido pasara lo que pasara, a pesar de los más de un problema por los que atravesó el matrimonio.
¿Cómo se vivía el terrorismo a nivel de familia en La Moncloa? Las llamadas al teléfono rojo siempre sonaban a última hora de la noche o primera de la mañana, así que el primero en enterarse era el Presidente, por tanto es con su familia donde le surge la necesidad de consolar esos sentimientos y descargarse de ese dolor, al contrario que sucede por ejemplo con los temas económicos, ya que los presidentes no suelen compartirlos con la familia.
¿Cómo influye La Moncloa en los hijos adolescentes? La familia es la principal damnificada y en especial los hijos, ya que ellos no han elegido esa vida de ir a todos los sitios con guardaespaldas o vivir en una casa que parece un museo, siempre llena de gente, cámaras, guardias, policías y verjas cerradas. Allí no hay más niños y están muy solos.
Los presidentes, estén donde estén, siempre son ellos los protagonistas.
Felipe González acaparaba toda la atención; el matrimonio no disfrutaba de conversaciones y diálogos con amigos porque siempre se terminaba en formato de monólogo ex cátedra del famoso Presidente. La Bodeguilla fue una válvula de escape de la oficialidad de su vida, un local donde se cocieron muchos proyectos del PSOE y al que se invitaba a la intelectualidad, a los artistas y a la vanguardia del mundo de la cultura, pero poco a poco se diluyeron estos encuentros porque la gente se hartó de ir y que Felipe se dedicara "a dar conferencias..." porque los presidentes, estén donde estén, siempre son ellos los protagonistas.
¿Es el monólogo y el no escuchar el famoso síndrome de Moncloa? ¿Ese conjunto de síntomas que tienen que ver con el ejercicio del poder, que te aísla y te posiciona un escalón por encima de los mortales? Te vuelve ciego, mudo y sordo.
Ana Botella
Aznar era blanco de todas las burlas y le costó mucho llegar a La Moncloa, a lo que ahora es esa mini-ciudad de 13 edificios y 2.500 personas trabajando, donde solo se ve reflejada la relación que existe entre la ideología política y los gustos artísticos de sus ocupantes, en el edificio del consejo de ministros y el propio y emblemático Palacio, que son los que están en la órbita de las esposas.
La animadversión entre Aznar y Felipe se extrapola a sus mujeres, así un Palacio ecléctico, minimalista y espacioso, "Botella cuando llegó dijo que era un aeropuerto" Doña Ana lo llena de objetos dejándolo similar a Versalles. Ana se llevó su casa, sus muebles y retapizó todos los enseres y salones, para hacer de ese domicilio temporal lo que para ella es el modelo de hogar. La anécdota sucede cuando los Aznar invitan a los González a comer y los ujieres ni cortos ni perezosos cerraron las puertas del salón principal para que González no se cayera redondo si por casualidad lo veía...
Ana Botella ha nacido para mandar y durante su estancia en la Moncloa realiza la labor de cubrir las carencias personales de un político de enorme talla. En su mujer el Presidente ha tenido el mejor activo.
Adjetivos calificativos: la propia Ana se autodefine como desordenada, maniática y coqueta, a lo que la autora López de Celis añade: "muy lista y simpática. Optimista, altiva y prepotente, por lo que transmite miedo y es temida en sus reacciones"
Sonsoles Espinosa
"¡Otra vendrá que buena me hará! y llegó Zapatero".
Cada Presidente pone su sello y sus mujeres hacen lo mismo, aunque hay un término medio entre la exposición permanente de Ana Botella y la férrea ocultación de Sonsoles, que nunca hizo una declaración o enseñó la casa a los medios de comunicación. No realizó los cometidos de la mujer de un Presidente; se hartó de decir que no había hecho oposiciones para ser la mujer del Presidente. Del buen comer y buen beber de Felipe, al gazpacho y pescado hervido con macedonia de frutas para el postre, de los Zapatero, hay todo un abanico de costumbres.
Una mujer gobernaría de distinta manera.
Para terminar esta presentación, dice Rosa Villacastín que espera que algún día esté una mujer en la presidencia, a lo que añade la autora María Ángeles López de Celis: "Y yo poder trabajar para ella. Tengo la espina clavada después de treinta años en Moncloa de no haber trabajado con una mujer y ver un "primer caballero."
¿Gobernaría una mujer de distinta manera? "Sí; y no me remitan a Merkel, no es un ejemplo, no es mujer".
"A las mujeres que se postulan para ser "Presidentas", según está el país, yo veo que les queda muy grande, pero aportarían una sensibilidad especial ante los problemas y las escaseces."
Elvira Fernández, la esposa de Mariano Rajoy es, de las seis mujeres de los presidentes, la que mejor queda en la obra. "Por encontrarse todavía en activo no pensaba escribir sobre ella", nos dice López de Celis, pero "la editorial Espasa, a través de Lola Cruz mi editora, -que si ella no se hubiera empeñado, este libro no se habría escrito-, me pidió el esfuerzo de añadir algunos datos sobre su persona. Me tiene impresionada su sencillez y su saber estar. Viri es toda una primera dama".
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