El testamento político de Hessel, es el legado de un hombre sabio, pensado y escrito para los lectores españoles. Un libro esperanzado que se solidariza con los españoles, especialmente con los jóvenes que sufren más duramente la crisis. Un libro que ofrece alternativas para seguir adelante, para no rendirse.
Se han cumplido dos años desde que "¡Indignaos!", un breve y contundente panfleto ?en la mejor tradición francesa de este género? recorrió y conmovió a millones de lectores de Francia, España y del resto del mundo. La llamada de Stéphane Hessel, veterano de la resistencia francesa y miembro del comité que redactó la Declaración Universal de Derechos Humanos, de origen judío y alemán pero muy crítico con la política actual del Estado de Israel, se convirtió en elemento inspirador que dio incluso nombre al movimiento de los indignados españoles en mayo de 2011.
Transcurrido ese plazo de dos años de todo aquello, con la crisis en su fase aguda y sin visos de salida inmediata, con España bordeando los seis millones de parados, con el futuro de Europa, de su moneda y sus instituciones políticas, sometidas a esa deriva que no parece tener alternativas de solución a corto ni a medio plazo, Stéphane Hessel, de la mano del periodista y escritor Lluís Uría, reflexiona y aporta sus propuestas para seguir adelante, para no dejarnos avasallar por los profetas de la catástrofe, y para evitar que el futuro de los españoles, sobre todo el de los jóvenes, lo escriban los nuevos dioses del siglo XXI: los mercados financieros y sus agentes políticos gubernamentales.
Stéphane Hessel (Berlín, 1917-París, 2013), el diplomático germano-francés que dio nombre a la indignación, tuvo como padres a dos espíritus libres, el escritor de origen judío Franz Hessel y la pintora Helen Grund, que formaron con Henri-Pierre Roché el célebre trío que retrató Truffaut en "Jules y Jim". Creció y se formó en París, desde donde, en 1941, viajó a Londres para unirse a la Resistencia del general De Gaulle contra la invasión nazi. Detenido y brutalmente interrogado por la Gestapo, fue deportado al campo de exterminio de Buchenwald, de donde logró salir tras intercambiar la identidad con un preso ya fallecido. Tras la segunda guerra mundial participó en la redacción de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948. Su carrera diplomática le llevó a la Indochina francesa, Argel, Ginebra, y a asumir tareas de mediador en situaciones extremas, como en Burundi en 1994, en vísperas del genocidio en la vecina Ruanda. Una dilatada labor reconocida en 1981 con la dignidad de embajador de Francia.
En sus últimos años alcanzó la fama internacional gracias a "¡Indignaos!" (2011), un libro que canalizó el sentimiento popular y cuyo legado aún perdura. Entre sus obras están también "¡Comprometeos!"(2011), las memorias "Mi baile con el siglo" (2011) y, junto al filósofo Edgar Morin, "El camino de la esperanza" (2012), obras todas ellas publicadas en Destino.
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