La segunda novela del vitoriano Álvaro Arbina era una de las más esperadas de la temporada y no ha defraudado. “La sinfonía del tiempo” es un gran puzle que no termina de encajar todas sus piezas hasta las páginas finales. “En la novela hay un momento de vértigo en que el lector no sabe muy bien lo que puede ocurrir. El reto era que todas esas piezas de la novela terminen por encajar, conseguir un buen ensamblaje para que el lector no se sienta decepcionado”, nos cuenta durante la entrevista que mantuvimos en la cafetería de un céntrico hotel de la Gran Vía madrileña.
La escritura del autor vasco ha evolucionado profundamente. “Esta novela ha tenido un proceso más reposado que La mujer del reloj, que era un thriller de muchísima acción. La intriga de la novela es más compleja que la anterior y creo que aporto una literatura más reflexiva, profunda y de mayor calado”, evalúa Álvaro Arbina. El estilo es más depurado y las frases que emplea en la novela dicen más que en su anterior obra. En la novela hay una evolución hacia la madurez., La búsqueda de un autor que busca la profundidad de la literatura.
“La sinfonía del tiempo” es una novela coral que se desarrolla en dos espacios temporales diferentes. El primero, a comienzos de 1914 y el segundo a lo largo del último tercio del siglo XIX en dónde la narración explica los acontecimientos que suceden en 1914. “Cada escena, cada trama se da en el momento preciso en que se debe conocer y en función de lo que sea necesario para mantener la atención del lector. Creo que la intriga no se da a golpes sino de una forma muy suave y sutil que se va arrastrando durante toda la narración”, señala el autor vasco, arquitecto de profesión.
La protagonista Elsa es una mujer liberal e independiente que busca su identidad y sus orígenes. Quiere saber por qué la ha abandonado su marido y el destino de su padre desaparecido; aunque temerosa por la soledad a la que se ha visto arrastrada. La novela se mueve por diferentes países en donde el mar ocupa un papel determinante. “El mar es como un personaje más de la novela”, señala.
El tiempo de elaboración de la novela ha sido prácticamente dos años en los que se ha dedicado casi en exclusiva a escribir, de ahí que haya tenido más tiempo para mimar su prosa y su lírica. Ha conseguido atmósferas donde lo científico y la mágico se dan la mano. Hay que tener en cuenta que, en esa época, tanto el ilusionismo como el espiritismo estaban muy en boga. “Jules Verne sería el paradigma de esa época, donde los adelantos científicos convivían con la ciencia-ficción. No sabemos si eran una cosa u otra”, desgrana Álvaro Arbina.
Algunos pasajes de la novela tienen un aire bastante gótico y siniestro. Es el caso del Londres de Dickens o la selva de Conrad, pero, también, el universo numérico de Samuel L. Higgins creador de una supuesta cámara fotográfica capaz de plasmar el futuro, y que nos dará la clave de muchos pasajes de la novela. También refleja con profundo realismo el mundo de las minas vascas y de las siderurgias inglesas. Mundos dispares que el autor hace convivir de manera brillante.
“La sinfonía del tiempo” comenzó a escribirla Álvaro cuando estaba de promoción de su primera novela. “Cuando me puse a escribirla ya la tenía bastante armada”, reconoce. Pero ha sido en el proceso de escritura donde ha ido creciendo. Buscando un lenguaje propio y de mayor envergadura. He procurado que el lenguaje tuviese la esencia de cuando se desarrolla la novela y he querido que la novela fuese un puente entre lo que lee el lector y el mundo en el que sumerge. Un escritor tiene que retratar la parte oscura de la historia; la que no se cuenta, como el enriquecimiento de los industriales catalanes y vascos con el tráfico de esclavos a Cuba. Es de estos episodios de donde más se puede aprender”, detalla.
“La literatura no tiene por qué dar respuestas. Lo que tiene que hacer es formular preguntas”
En opinión del joven escritor, “la literatura no tiene por qué dar respuestas. Lo que tiene que hacer es formular preguntas. También nos sirve para que no su repitan los errores del pasado. La historia no se repite, pero se da un aire. Tiene una melodía redundante”. Esa melodía que nos sugiere el título de la novela y que el autor sabe interpretar a la perfección.
Hay que ser honesto con los lectores. No se les puede engañar, es algo que luego pasa factura
Una de las funciones del escritor, para Álvaro Arbina, es la de ser un transgresor de la historia y aportar novedades. Crear un “juego de espejos” que sea un esparcimiento para los lectores y que al final digan que todos los misterios estaban en la novela, aunque no los hayan visto. “Hay que ser honesto con los lectores. No se les puede engañar, es algo que luego pasa factura”, afirma categórico.
Para terminar, confiese que ahora comienza a sentirse un escritor. “Me he acostumbrado a vivir escribiendo y ya estoy pergeñando nuevas tramas”, refiere el escritor que ha quedado muy orgulloso con la edición de su novela y del recibimiento que le han brindado los lectores que han hecho que en pocos días saliese una segunda edición. “El otro día estuve en mi tierra tres horas firmando libros. Ojalá en todos los sitios sea igual”, concluye este escritor sencillo y humano que está dedicando su juventud a escribir y que de vez en cuando se permite alguna locura.
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