La estancia donde el escritor murió el 8 de septiembre de 1645 consta de dos austeras dependencias, la primera coronada por la mesa-escritorio de Quevedo donde reposa el tintero que usó para despedirse de sus amigos con su último soneto: «Cinco años le vieron quebrantado,/ y en la villa de Infantes recogido,/ al fin la muerte fue por su recado».
La segunda estancia es el dormitorio en cuyo centro se encuentra la cama en la que estuvo postrado por disentería, según algunos estudiosos o, como sostienen otros, por un cáncer de pulmón que acabó con su vida a punto de cumplir los 65 años.
Quevedo llegó a esas dependencias, situadas en el claustro del convento, de manos del prior en febrero de 1645 procedente de Torre de Juan Abad, localidad manchega de la que llegó a ser Señor. Desde ellas, podía acceder, a través de una puerta del dormitorio, al coro de la Iglesia desde donde oía misa.
Sus malas relaciones con la Corte le impidieron ser enterrado en el convento, ya que los hidalgos de Infantes se opusieron a ello para congraciarse con el poder y forzaron a todos los conventos a que le negaran la sepultura, lo que obligó a enterrarlo finalmente en la Iglesia Parroquial de San Andrés, perteneciente a la Orden de Santiago.
Actualidad literaria
Puede comprar todos los libros de Francisco de Quevedo en: