A la poeta y novelista madrileña Sara Mesa le cuesta mucho trabajo hablar sobre lo que escribe, le cuesta justificar lo que escribe y eso la deja muy desconcertada. La novela, reconoce, la escribió en las peores condiciones que ha escrito nunca. Eso ha hecho que tenga un regusto claustrofóbico e hipnótico. "El tema principal de la novela es el mal", afirma la escritora con un acento sevillano muy dulce y añade "el mal está en todos los lados". Y más en un internado británico.
La escritora ha huido, como de la peste, de la solemnidad y la cursilería y todavía no se hace a la idea de por qué ha podido quedar finalista en un premio tan prestigioso; "habrá de pasar un tiempo prudencial para poner todo en su sitio", dice humilde ante la atenta mirada del editor y sus amigos, que han venido a acompañarla a la presentación de la novela.
"Cuatro por cuatro tiene mucho que ver con un sueño recurrente que tenía en mi infancia, un sueño que no contaba ni a mi madre; de esto no me he dado cuenta hasta hace pocos días", refiere. La novela es realista como todas sus obras, aunque en esta ocasión la trama se lleva a cabo en un college británico donde cuenta las relaciones entre alumnas y de éstas con el profesorado, pero siempre "sin pretender adoctrinar, nunca me ha gustado eso".
Si para Jorge Herralde la novela de Juan Francisco Ferré, Karnaval, es una de las mejores novelas escritas en castellano en los últimos años, para Marcos Giralt Torrent, Sara Mesa tenía que haber ganado el premio, "para mí la novela ganadora tenía que haber sido Cuatro por cuatro", afirma el escritor madrileño que fue miembro del jurado en la edición del año pasado, todo ello sin quitar mérito a la novela triunfadora.
"La literatura de Sara Mesa es muy vivaz, es literatura en estado puro que no necesita adjetivación", afirma. La novela para él, en general, es una indagación sobre la realidad, pero incómoda. Para Marcos Giralt Torrent la novela finalista tiene tres partes absolutamente diferenciadas. Un primera parte polifónica y fragmentaria, una segunda parte totalmente distinta, al igual que la tercera. "Cada parte rompe con la anterior, hasta así tres veces que la novela toma rumbos distintos", aclara.
"La relación de poder con la violencia es el tema principal de la novela. El mal está presente en toda la obra, no tiene una cara determinada porque todos formamos parte de ese mal", explica. La coacción, el sexo, el abuso hacia los inferiores son los temas de una novela "impecable" a su modo de ver, donde el laconismo con el que se cuenta la historia es básico.
Marta Sanz reconoce tener mucha simpatía por los finalistas de los premios, "muchos finalistas son mujeres", dice con toda la razón del mundo. Recordemos que los más importantes premios de este año han sido ganados por escritores y las mujeres han quedado finalistas, baste recordar el Planeta como ejemplo más cercano.
Cuatro por cuatro es un libro muy singular por los temas que trata y la manera de abordarlos. Poder, educación, sexo, depravación, claustrofobia, violencia psicológica del sistema educativo, son los temas recurrentes de la novela para la novelista Marta Sanz. "Es una novela de college donde los sueños de emancipación de las internas están presentes en toda la obra" -señala-, donde el lenguaje desnudo lleva una línea clara y a la vez hipnótica.
"Sus personajes son muy originales y complejos, aunque verosímiles y las historias están dentro de otras historias que, como cajas chinas, se van abriendo. Gradúa la intriga a su antojo, donde la violencia corroe todo", apunta Marta Sanz sobre la novela presentada. Si hay algo que la apasiona de la escritora es que "sus recursos son terribles".
Cuatro por cuatro arranca con la historia de un grupo de chicas, lideradas por Celia, que se han fugado de un colegio, pero que son atrapadas y devueltas a la institución. El colegio del que huían, el Wybrany College, es un internado completamente incomunicado con el exterior y destinado a los hijos de familias acomodadas, los únicos que pueden aspirar a salvarse de un mundo en descomposición en el que la vida en la ciudad se ha hecho imposible. Pero el Wybrany College también acoge a los llamados «especiales», chicos becados cuyos padres trabajan al servicio del proyecto. Las relaciones entre ambos grupos y entre ellos, los profesores y los miembros de la Dirección -el Sr. J., la Culo, la Poquita o el Guía- internarán al lector en un microcosmos dominado por la manipulación y el aislamiento. Con una narrativa fragmentaria, indirecta y muy depurada, la primera parte de la novela es una suerte de enigma cuyo sentido se completará más adelante.
Sara Mesa nació en Madrid en 1976, pero desde niña reside en Sevilla. Ha publicado las novelas Un incendio invisible (Premio Málaga de Novela) y El trepanador de cerebros, y los libros de relatos No es fácil ser verde y La sobriedad del galápago. Con su poemario Este jilguero agenda ganó el Premio Nacional de Poesía Miguel Hernández en 2007. Aparece seleccionada en la antología Pequeñas resistencias 5, antología del nuevo cuento español.
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