El libro es un análisis subjetivo de su experiencia como político en activo
El autor cántabro, con la distancia de los treinta años sucedidos, lleva a cabo en las páginas del libro “un análisis subjetivo, reflexivo y crítico de aquellos años, en especial en las cosas que a su juicio salieron mal, pero sin obviar los aciertos, “intento dar al lector una visión impresionista de aquellas gentes que llegaron al poder en 1982 y de aquellos avatares”, señala.
En la presentación a los medios de comunicación y a algunos amigos, entre ellos Teófilo Serrano, secretario de Estado para la Administración Pública con Felipe González, explicó que su libro “no es un libro de historia y tampoco se trata de unas memorias. Procuré tomar la distancia que el tiempo transcurrido me permite para no caer en ajustes de cuentas, pues no tengo cuenta alguna que cobrar”. Sin embargo, se mostró autocrítico consigo mismo y crítico con sus correligionarios.
“Mis errores han sido muchos y algunos muy sonados. Me tenían que haber echado cuando los hice pero, o no se dieron cuenta o fueron indulgentes”, afirma el primer presidente de la Comunidad de Madrid. Esta afirmación dio pie a que contase algunas anécdotas, la editora Imelda Navajo le insistió en el proceso de elaboración del libro para que incluyese algunas y Joaquín Leguina no pudo resistirse en escribir sobre algunos de sus errores que pasado el tiempo mueven a la risa.
“Era yo concejal de Hacienda en el ayuntamiento de Madrid y se decidió hacer el Plan Integral de Saneamiento de Madrid. Anteriormente a nosotros había gobernado el Unión de Centro Democrático (UCD) y un ingeniero inteligentísimo, Florentino Pérez, hoy presidente del Real Madrid. Había preparado un plan que no pudieron llevar a cabo porque perdieron las elecciones municipales. Nosotros plagiamos el plan y juramos y perjuramos que nuestro plan no se parecía en nada, cuando estaba prácticamente calcado”, recuerda.
Otro de sus errores mayúsculos que nunca le recriminaron ni echaron en cara pese a las consecuencias que tuvo fue que “necesitábamos financiación para el ayuntamiento. En aquellos tiempos estaban los intereses en torno al 15%. Ni cortos ni perezosos nos fuimos a Londres a solicitar un crédito al 2%, que nos dieron. Cuando Carlos Solchaga, a la postre, ministro de Economía en los años ochenta devaluó la peseta varias veces, aquel préstamo se convirtió en un pésimo negocio que costó pagar”, señaló Joaquín Leguina en su exposición.
Con el actual PSOE y con la Federación Socialista Madrileña (FSM) se mostró muy crítico, “lo veo muy mal, toda la época de Zapatero ha sido una aventura funesta y hay que enterrar esa etapa”, dijo. Ve muy difícil hacer una revolución generacional porque el presidente español bajó tanto la edad de sus colaboradores que “tendríamos que buscar sus sustitutos en los colegios”, apuntó con sorna.
Sobre la fiebre independentista de Cataluña apuntó que “como dice el refrán, cuando no hay harina, hay mohína. Si hubiese un liderazgo fuerte esas fuerzas centrífugas del catalanismo se diluirían. Se están aprovechando de la crisis económica, en vez de solucionarla. La Comunidad Europea tendría que ser clara al respecto, ya que se creó para huir de los nacionalismos, y advertir que los estados secesionistas no caben en Europa”, explicó con lucidez.
Al actual secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, le deseó suerte en su cometido, pero reconoció que “tiene un problema en la selección del personal. La mayoría de los cuadros del partido es gente que no ha trabajado nunca fuera del partido”. Pese a eso, cree que Rubalcaba es lo menos malo que tiene su partido, “mejor es no hablar de Carme Chacón”.
Tuvo un recuerdo emocionado para Luis Gómez Llorente, “una persona realmente brillante, un orador del siglo XIX, que abandonó cargos de responsabilidad por no estar de acuerdo con el rumbo que impuso Felipe González al PSOE, nada que ver, ni intelectualmente, ni personalmente con Pablo Castellanos”, recordó. Como también lo hizo de su enemigo íntimo Alfonso Guerra, que le puso demasiados palos en las ruedas cuando era secretario del FSM, enemistad que comparte con José Bono, que hace escasos días presentó sus diarios Les voy a contar. “tiene un estilo muy atractivo, con un pose de intimidad que lo hace muy interesante”, sugirió.
Presentaron el libro la editora Imelda Naranjo y el periodista e historiador, especializado en la Guerra Civil, Jorge Martínez Reverte quien dijo haber vivido muchas experiencias con el político y señaló que “el libro me ha sugerido nuevas cosas. Tiene una información y una sensibilidad muy especial cuando habla de política”. También recordó alguna anécdota de algunos de sus exabruptos cuando le querían apear de la secretaría del FSM y dijo “Me podrán echar, pero no me voy a ir”.
Joaquín Leguina, nacido en Villaescusa (Cantabria) en 1941, fue durante doce años presidente de la Comunidad de Madrid y durante once, secretario general de la FSM. Doctor en Ciencias Económicas por la Universidad Complutense de Madrid y en Demografía por la Sorbona de París, ha publicado varios libros de su especialidad. Su obra literaria es ya apreciable, destacando su última novela, La luz crepuscular, que ha obtenido un notable éxito.
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