Andrés Trapiello parte de hechos reales para escribir una ficción que nos lleve a comprender mejor la historia
Harto o no, Andrés Trapiello es el gran especialista de la cultura de la Segunda República y de la Guerra Civil. Ha desmitificado la creencia de que los intelectuales eran de izquierdas y que las derechas apenas tenía intelectuales destacados. Su libro Las armas y las letras, de lectura obligada para los que estén interesados en estos temas, demuestra que las fuerzas estaban muy equilibradas en el aspecto intelectual y no en el de las armas. Los republicanos tenían perdida la guerra casi desde el primer momento.
Ayer no más parte de hechos reales. Un niño presencia el asesinato a sangre fría de su padre en los primeros días de guerra. Setenta años después reconoce de forma fortuita en una calle de León a una de las personas que participó en aquel desmán, que balbucía la palabra perdón en presencia de su hijo. Este hecho señalaría la vida del hijo y da pie a la trama de la novela.
Para el escritor leonés el novelar esta secuencia es mejor que la simple historia en sí, "no se puede hacer una historia realmente objetiva, por eso, la ficción nos lleva a comprender mejor la historia", dice en la presentación del libro a los medios de comunicación. En la historia hay varias visiones, varios puntos de enfoque donde unos pueden ofender a otros y es muy raro tener un relato común donde sucedan los hechos como consecuencia de los otros. Para Andrés Trapiello, "la novela tiene un efecto balsámico, en la historia puedes ofender a la gente, en la novela, no; ya que es mucho más acogedora", explica el escritor leonés.
La novela, como hemos señalado, parte de un hecho real, "todo lo demás, no", reitera. Por eso está escrita para que "la lea todo el mundo". La mayoría de las novelas escritas sobre la Guerra Civil suelen ser de un bando o de otro, es muy difícil hacer una novela totalmente ecuánime y para él, "hay pocas novelas que hablen de los dos bandos". Siempre se fijan en un único bando, o bien el de la España revolucionaria o el de la España fascista. "Pero existe una tercera España que no comulgaba con ninguno de los dos bandos, es la España que Manuel Chaves Nogales retrata en A sangre y fuego, libro que publicó en 1937 y que para Andrés Trapiello sus ocho primeras páginas explican el conflicto civil español con una lucidez clarividente.
Ambos bandos exponen sus argumentos con sus mejores armas, pero esos argumentos ¿son realmente verídicos? ¿Qué sabemos sobre la guerra? ¿Cómo se nos ha relatado el pasado? Más allá de la maniquea guerra de bandos, de buenos y malos, y de dos posiciones, una progresista y otra reaccionaria, el autor aborda la novela desde distintos puntos de vista y, a través del protagonista, nos hace las preguntas necesarias: ¿Cuál es el papel del historiador ante la Historia? ¿Cuál es nuestro papel como ciudadanos?
La primera pregunta es complicada de contestar. Para Andrés Trapiello "la conquista de la verdad tarda mucho en llegar porque cada una de las dos partes cristalizaron sus recuerdos, inculcando en las dos partes que sólo existían ellas, olvidando esa tercera España, por ser testigos incómodos de una realidad objetiva, veraz y verosímil". Como ciudadano, su objetivo es "tratar de acelerar el proceso que nos lleve del recuerdo al olvido", apunta. Proceso que haría que los dos bandos reconociesen sus errores, para así poder pasar página cuanto antes.
El protagonista, José Pestaña, tiene mucho del escritor, "pero mucho mejor que yo. No es autoritario, no se cree lo primero que le cuentan, es valiente para conocer la verdad y no quiere ser el último en decir la última palabra. No es dogmático, ni integrista", define el autor. Además, la trama se apoya en ocho o diez voces que dan diversos puntos de vista, que enriquecen la novela con testimonios presos de sus propios perjuicios.
Para Andrés Trapiello, "si los lectores se vuelven próximos a Pestaña es que el país ha avanzado muchísimo". Pestaña busca hallar una mirada limpia y minuciosa que aúne su deber como historiador, y en este caso para el protagonista, la lealtad hacia su padre. Por eso su libro no es una novela de batalla. Ya se han escrito demasiadas novelas sobre la Guerra Civil, recordemos que es uno de los acontecimientos que más literatura ha generado, sólo por detrás de la Segunda Guerra Civil y la Guerra de Secesión americana.
Estamos pues, ante una novela radicalmente distinta, que busca la ecuanimidad y la comprensión, donde no sólo hubo buenos y malos, donde no sólo hubo víctimas y verdugos. No es un mero relato en blanco y negro, sino una amalgama de grises en el que muchas personas fueron al mismo tiempo víctimas y verdugos.
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