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Novedad editorial: “Diario de un cuerpo” de Daniel Pennac

jueves 23 de octubre de 2014, 13:23h

Daniel Pennac regresa con "Diario de un cuerpo"

Diario de un cuerpo de Daniel Pennac es una reinvención absoluta de un género literario, el de los diarios, tan antiguo como la propia literatura. Porque en este libro no se nos narran las circunstancias externas que configuraron la vida del protagonista, sino los estados físicos que su cuerpo fue experimentando a lo largo de toda su existencia o, mejor dicho, desde su preadolescencia en 1936 hasta su fallecimiento en 2010.

La historia de un cuerpo humano como un diario físico en vez de íntimo

Así pues, Diario de un cuerpo no es otra cosa que la historia de un cuerpo humano. Usando el recurso literario del diario encontrado, en este caso un montón de cuadernos entregados por la hija de un hombre fallecido al propio Pennac, el autor francés nos muestra la vida de un intelectual «taciturno, irónico, tieso como una escoba, aureolado por una reputación internacional de viejo sabio» que recorrió el siglo XX con cierta parsimonia, sin hacer demasiado ruido y sin implicarse en los acontecimientos históricos más allá de lo estrictamente necesario, pero que escribió, de los doce a los ochenta y siete años, un «diario físico» –expresión que hay que entender como contraposición al término «diario íntimo», en el que se cuentan los hechos externos y su influencia en la propia existencia– que, tras su muerte y por orden notarial, habría de ser entregado a su hija a modo de «regalo post mórtem de papá».

El narrador decide iniciar el diario tras una experiencia traumática vivida a la edad de
doce años, cuando un grupo de niños lo atan a un árbol y unas hormigas empiezan a subir por sus piernas. El preadolescente, aterrado por esta invasión de su cuerpo, entra en pánico y no consigue controlar sus esfínteres. Al día siguiente, asombrado por la reacción de su cuerpo ante un hecho tan emocional como el miedo, decide iniciar un diario físico que, de algún modo, le ayude a «proteger en adelante mi cuerpo contra los asaltos de mi imaginación, y mi imaginación contra las intempestivas manifestaciones de mi cuerpo». De este modo arranca un diario que habrá de convertirse en una forma de conocimiento en torno a su propio cuerpo y, también, en una forma de control sobre el que tal vez sea el otro gran protagonista de esta novela: el miedo (a la enfermedad, a la muerte, al dolor, a la pérdida de control, la locura, etc.).

«Quiero escribir el diario de mi cuerpo también porque todo el mundo habla de otra cosa. Todos los cuerpos son abandonados en los armarios de luna. Quienes escriben su diario a secas, Luc o Françoise, por ejemplo, hablan de todo y de nada, de las emociones, de los sentimientos, de historias de amistad, de amor, de traición, de interminables justificaciones, lo que piensan de los demás, lo que creen que los demás piensan de ellos, los viajes que han hecho, los libros que han leído, pero jamás hablan de sus cuerpos» (13 años, 1 mes, 8 días / Miércoles, 18 de noviembre de 1936).

Realmente, en Diario de un cuerpo solo conocemos las circunstancias externas en la vida del narrador a través de las manifestaciones de su organismo. Por ejemplo,
4 DIARIO DE UN CUERPO descubrimos el odio hacia su madre a través de las reacciones físicas al estar cerca de ella, y lo mismo ocurre con el amor hacia su cuidadora Violette, a quien añorará durante toda la vida; hacia el padre muerto durante su infancia, un hombre marcado por su experiencia en las trincheras de la Primera Guerra Mundial; hacia su hermano imaginario Dodó, una invención que el narrador empleó como encarnación de su propio cuerpo; hacia su esposa Mona, con quien compartirá fielmente –salvo en una ocasión– toda su vida; hacia sus hijos, en especial Lison, a quien entregará el diario tras su muerte; hacia sus nietos, destacando el pequeño Grégoire, que pronto revelará su homosexualidad y que morirá demasiado joven; hacia sus amigos, sobre todo hacia los del internado y los de su época en la Resistencia, y hacia todas las personas que, habiendo compartido algún instante de su vida, dejaron huella en su cuerpo.

Pocas veces se ha visto en la historia de la literatura contemporánea una sinceridad tan desacomplejada respecto a la evolución del propio cuerpo. El narrador emplea un lenguaje directo, sencillo, en ocasiones poético –« ¡las palabras son pétalos!»– para hablarnos sin ningún tipo de pudor sobre secreciones, olores, enfermedades, defecaciones, eyaculaciones y demás realidades corpóreas que en otras novelas suelen
aparecer descritas a través de largas perífrasis y otras figuras oblicuas. Pennac habla sin tapujos de la realidad corporal, incluyendo algunos momentos cargados de humor –incluso chistes– y reflexiones filosóficas que, hablando del estado físico, revelarán verdades universales: « ¡Estoy solo como el hombre!».


Más sobre el autor

Daniel Pennacchioni, conocido internacionalmente como Daniel Pennac, nació en Casablanca (Marruecos) en 1944. Hijo de un militar, tuvo una infancia itinerante por guarniciones de diversos países africanos y del sudeste asiático, hasta recalar en Niza, donde consiguió graduarse en Letras.

Inició su actividad profesional como profesor de lengua y literatura en Soissons (departamento de Aisne, región de Picardía), instalándose posteriormente en Belleville, un popular y cosmopolita barrio de París donde todavía reside. Trabajó como maestro
en un liceo parisino, arrancando enseguida una carrera literaria centrada en los libros para niños. Publicó su primer libro a los veinticinco años. Se trataba de un ensayo sobre el servicio militar que, pudiendo enojar a su padre, le obligó a adoptar el seudónimo de Pennac. A continuación escribió algunas novelas de tono burlesco, combinándolas con otros libros infantiles. Daniel Pennac pasó una temporada en Brasil, donde descubrió el género negro. En 1995 publicó La felicidad de los ogros (Mondadori, 2000), primera entrega de la serie de aventuras en torno a la familia Malaussène, a la que seguirían otras novelas, entre ellas El señor Malaussène (Mondadori, 2001). La saga de Malaussène gira en torno a Benjamin Malaussène, investigador y hermano mayor de una familia instalada en Belleville, un barrio parisino caracterizado por la multiculturalidad y la marginalidad. Allí transcurren las aventuras de esta familia: amoríos, amistades e incluso crímenes descritos con un tono distendido y humorístico que refleja el estupor y la alegría ante la vida. El éxito de esta saga permitió al autor abandonar la enseñanza y dedicarse exclusivamente a la literatura.

Daniel Pennac ha escrito multitud de libros infantiles, novelas y ensayos, siendo uno de sus títulos más celebrados Como una novela (Anagrama, 1994), un texto en el que reflexiona sobre el goce de la literatura y donde vuelca su aprendizaje como docente respecto al modo de crear nuevos lectores.

En 2007 recibió el Premio Renaudot por su obra Mal de escuela (Mondadori, 2008), donde narra sus experiencias como escolar y recoge reflexiones en torno a la educación desde su faceta de profesor. Su último libro publicado en España ha sido Señores niños (Mondadori, 2011).



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