Steve Jobs y la intuición
Steve Jobs fue un hombre que confió en su intuición, uno de sus pilares básicos para encontrar un camino nuevo y llegando a un sitio donde nadie antes había llegado. Esto es algo que a nosotros todavía no nos ha entrado en la mollera, ya que en las sociedades latinas y mediterráneas todos queremos ir por el camino trillado, la mayoría de los jóvenes aspiran a ser funcionarios o encontrar un buen trabajo en una empresa y que este trabajo sea para toda la vida. Por el contrario, en el mundo anglosajón se anima a los jóvenes a crear su empresa y labrarse su propio camino sin depender de otras estructuras prefabricadas.
A veces los jóvenes no ven que hay otros caminos, sólo ven como posibilidades de futuro la empresa pública o la privada. De este modo, si Mario Escobar no hubiera seguido sus intuiciones y su propio camino, nunca se hubiera dedicado por entero a la escritura. Si hubiera sabido los datos fríos del estado en el que se encuentra el mundo editorial, nunca se hubiera dedicado a escribir y si hubiera sabido lo que se gana escribiendo, se lo habría pensado menos y nunca se hubiera dedicado por entero a la literatura.
Además, en tiempos de crisis vemos más nichos en los que podemos establecer y desarrollar nuevas oportunidades. Éste es otro de los legados de Jobs: el a mirar a nuestro alrededor. Hay que ver hacia dónde podemos dirigir nuestra vida, ya que la intuición solamente no cuenta, también tenemos que prestar atención al mundo que nos rodea. Si nos detenemos a mirar a las personas y al trasfondo, si vamos con los ojos abiertos y observamos, vemos cosas que otros no ven, como hacía Steve Jobs. Cuando observamos vemos nuevos caminos y llegamos a hacer cosas que otros no han podido hacer. De este modo, Steve Jobs vivía en una realidad paralela: donde había desastres el veía campañas publicitarias, donde había fracasos, Jobs veía oportunidades.
Estos doce legados quedaron también expuestos en el discurso de Stanford de Steve Jobs, un discurso que él no quería escribir, ya que tenía sus complejos de escribir un discurso para universitarios porque él abandonó la carrera en el primer año (aunque estuvo otro año visitando las clases libremente). Como el que le iba a escribir el discurso le falló y no se lo envió, Jobs se puso con la ardua tarea de confeccionar su propia intervención, y lo hizo considerando que la gente se olvida de los datos objetivos pero se acuerda de una historia personal, historia que él resumió como la historia de un niño abandonado, un hombre expulsado de su propia empresa y un hombre que venció a la muerte.
Cada uno de estos aspectos de su vida tiene su sentido. La parte de niño abandonado hace referencia a que Steve Jobs era adoptado, por lo que él consideró que había sido abandonado por su familia biológica. Esto le llevó a pensar en que había sido elegido para ser lo que fue: convertir Apple en una empresa que ha cambiado el mundo. La parte de un hombre expulsado de su propia empresa viene de que fue despedido por la propia persona a la que él había elegido para dirigir la suya, ya que le consideraban un lastre.
La lucha de Steve Jobs contra el cáncer
Quizá la más interesante sea la frase de “un hombre que venció a la muerte”. En 2004, a Jobs le diagnosticaron un cáncer de páncreas. Él pensaba que dicho cáncer se iba a quitar con medicina natural y tardó mucho en empezar su tratamiento médico en un hospital debido a que estuvo probando remedios alternativos. El cáncer tenía una pequeña oportunidad de curarse y, aunque a posteriori sabemos que no se curó, en el verano del discurso se sentía muy bien y pensó que había superado su enfermedad. Lo más importante de esta experiencia para Jobs fue que con esto él supo que era mortal. Todos nos creemos inmortales hasta que nos enfrentamos cara a cara con la muerte. Por ejemplo, el bautismo de fuego de Mario, el autor, fue el fallecimiento de sus padres: la muerte le hizo no sólo sentir tristeza, también le hizo sentir vulnerable y ser consciente de su propia mortalidad.
Con esta experiencia, Jobs supo que tenía que aprovechar la vida y le hizo dar un giro en todos los sentidos y reorientarse de ser un mal padre, un mal amigo, un mal marido y un mal jefe a intentar ser una buena persona en todos los aspectos. Además, con esto podemos aprender que la vida es finita y que nuestro momento es ahora. El mañana es una invención, no existe, es una leyenda urbana.
Steve Jobs aprendió del fracaso
Finalmente, hay que destacar la importancia de otros de los legados para el éxito de Steve Jobs, como la trascendencia (el tener sentido de visión para sentirnos satisfechos aunque sepamos que hay más camino por recorrer), el saber arriesgarse, la seducción a los demás (tener la capacidad no sólo de convencer, sino también de hacer que el otro piense lo mismo que nosotros, aprender del fracaso, aprovechar nuestras oportunidades y ser uno más y no creerse especial.
Actualidad literaria
Entrevista a Mario Escobar
Crítica de "El dedo de Dios"
Crítica de "El testamento del diablo"
Puede comprar su libro en: