Con una manera de narrar natural y envolvente, sutil y fuerte, marca de la casa, Clara Sánchez (Guadalajara, 1955), aborda una de las tragedias más impactantes de la historia reciente de España, el robo de niños recién nacidos. Realidad y ficción unidas por la pluma de una de las novelistas más sólidas del panorama narrativo español.
La realidad: más de 1.500 denuncias, fosas abiertas y sin cuerpos, las promesas de investigar los robos; la desesperación de los familiares ante la prescripción de los delitos, la desaparición de documentos, la falta de pruebas, la impunidad.
La ficción: Entra en mi vida es una historia llena de fuerza, de vitalidad, de ganas de saber y de romper las sombras del pasado hacia la lucidez. Verónica busca a Laura en los 90, cuando la historia de los niños robados era el recuerdo de una de tantas atrocidades del franquismo y nadie podía imaginarse que aquellos raptos fruto de la venganza siguieron durante décadas, convertidos en un lucrativo negocio.
Verónica tiene un secreto. A los 10 años descubrió la foto de una niña, escondida en una cartera de piel en el armario de sus padres. Desde ese momento no dejó de hacerse preguntas: ¿Quién era esa niña? ¿Por qué su madre vivía en una constante angustia, incapaz de ser feliz? ¿En qué momento su padre se rindió? ¿Y Ana, la amiga íntima de su madre, una mujer que nada tiene que ver con ellos, qué pinta en su vida? Está harta y, a punto de cumplir la mayoría de edad, sueña con una vida independiente: "No tendría por qué soportar la vida de los demás, la vida de mi madre. Había crecido viviendo sensaciones que no entendía y estaba harta"
Pero la libertad deberá esperar. Cuando su madre cae gravemente enferma, Verónica decide acabar lo que ella empezó, encontrará a Laura, la niña de la foto, a pesar de que en casa ya se han dado por vencidos, o por convencidos: "Quiero que sepas que es una tontería empeñarse en que las cosas sean como deberían ser. Se pierde la vida intentándolo".
"Estoy harto de la foto de las narices. Estoy harto de que hayamos tirado nuestra vida por la borda porque un día ocurrió algo que no pudimos controlar entonces ni ahora". Son las palabras de Daniel, el padre de Verónica, destrozado por años de angustia, por ver consumirse su matrimonio, por pensar solo en esa niña que podría ser su hija robada. Pero Verónica no se rinde, quizás con la confianza de poderle decir a su madre que por fin ha encontrado a su hija perdida 19 años atrás.
Y mientras ¿Dónde está Laura, qué es de su vida? Nacida en 1975, tiene 19 años, ya ha renunciado a su carrera de bailarina y a su libertad para quedarse en la tienda de lujo de su abuela Lilí y su madre Greta, en la calle Goya de Madrid. Vive rodeada de cariño y lujo, aunque hubiera deseado que Lilí no fuera tan autoritaria y su madre tan poco maternal.
Miedo, amor, nostalgia, celos, tristeza, odio, negación, son los elementos que usa Clara Sánchez para tramar a sus personajes, seres complejos como la realidad que la autora retrata. Caracteres que están en un momento crucial de sus vidas y que a veces dan palos de ciego con objetivos dispares. Verónica vive una adolescencia extraña, aplaza su entrada en la carrera de Medicina para cumplir con un sueño que puede tornarse en pesadilla, juega a ser mayor y a la trasgresión con un novio incipiente, pero está llena de dudas.
Laura vive acogotada por la fuerza de su abuela, por el carácter volátil de su madre, angustiada porque empieza a atar cabos y no tiene certezas. Hasta que decide tomar las riendas de su vida. "Acababa de comprender que siempre le había tenido miedo y que estaba a punto de perdérselo. Siempre había creído que era respeto y un amor grandioso, pero acababa de descubrir en mi cabeza embotada que sobre todo era miedo". Y en medio de todas esas mujeres está Ana, siempre etérea, amiga de las dos familias, que acude cuando se la necesita. Extraña, al fin. Cuando Verónica localiza a Laura y entra en su vida, los demonios del pasado se desatan y cada uno de los personajes debe rendir cuentas y justificarse como puede.
Una vez más Clara Sánchez despliega su talento para seguir profundizando en el ser humano y sus circunstancias, en una sociedad acomodaticia que sigue permitiendo que queden impunes graves delitos. Una historia desgarradora de traiciones y mentiras que ya afecta a más de 1.500 familias españolas que todavía esperan una respuesta.
El presente. Ese es el tiempo narrativo en el que Clara Sánchez se siente cómoda. Le gusta relatar la realidad que observa, desde los trabajadores-esclavos de los edificios de oficinas acristaladas, pasando por el retiro dorado de algunos exterminadores nazis en Alicante, hasta el caso de los niños robados en la democracia.
Desde que publicó su primer libro en 1989, Piedras preciosas, esa mujer que se hizo escritora con cuatro años cuando vivía en una estación (su padre era ferroviario) siempre ha tenido la necesidad de explicarse el y en presente, cómo somos, por qué, y cómo hemos llegado hasta aquí (un aquí que puede ser el olvido, la barbarie o lo acomodaticio). La carga psicológica de sus personajes son minas escondidas en sus novelas que cuando explotan ofrecen un panorama del género humano, a veces desolador, otras optimista, pero siempre complejo y abrumador.
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